Capítulo 2.

12.8K 1.4K 244
                                    

Calabria, Italia.

Como supuesta buena mafia, aunque para mí eran un desastre, con solo pisar la ciudad italiana comandada por 'Ndrangheta tenía a los hombres de Ferrara siguiéndome, observando mis movimientos, verificando que no sea una mala espina que les traiga problemas en el futuro. Tener un primo con súper dotes en informática me creaba está nueva identidad y sobre todo si me buscaban para seguir verificando si era todo real, nada de mi supuesto pasado les haría dudar. Ahora soy Natasha Smithers, de treinta y dos años, rusa, pero llevo años viviendo en un pequeño pueblito de Estados Unidos siendo maestra de idiomas, la cual aplicó para este supuesto trabajo al dejarla su novio plantada en el altar, todos mis nuevos datos me dejaban como una tierna mujer que era incapaz de matar un mosquito y por eso tenía a los hombres del mafioso siguiendo para comprobar mis actitudes.
Sabía que esto pasaría, por eso había llegado a Italia tres días antes para mostrarme como una simple turista que conocía por primera vez el país y sobre todo la ciudad.
La mafia calabrese no iba a encontrar nada fuera de lo común, pero por un tiempo debían estar en alerta.

Este será nuestro último contacto — me dice Gauss. Estábamos haciendo la última videollamada antes de infriltrarme.

— Sí, yo haré contacto contigo luego — contesto.

Cualquier movimiento que veas que te ponga en peligro, ya sabes que debes hacer. Solo una simple llamada y estaremos ahí para sacarte — sentencia convencido.

— Eso no sucederá, 'Ndrangheta es demasiado descuidada así que será fácil obtener lo que necesitamos — afirmo.

Por el momento no va a morir nadie, primero busca porque Ferrara está en contra nuestro y luego terminaremos con él — me recuerda haciendo que ruede los ojos.

— Como digas —contesto rodando los ojos.

Cuídate, Natasha — me pide.

— Cuiden a mi hijo y a su familia — acoto pensando que estábamos a tres días de empezar una guerra dentro de nuestra propia organización. Gavriel tenía una furia incontrolable, nadie se metía con su reina y todos lo sabrían en ese preciso momento, me hubiera gustado participar, pero debía continuar con mi objetivo.

Como siempre, espero tu contacto — comenta mientras terminamos la videollamada. Gauss había ideado un lindo programa donde nadie podría ingresar a los datos de nuestra información o en estos casos dónde hablábamos.

Dejando de lado todo, empecé a terminar de organizar todo, era momento de tomar mi nueva identidad y estaba lista para lo que se venía.

***

Es fácil saber que la mansión es de un mafioso, típico de todos los líderes italianos. Una casa cerca de las playas o bahías, grandes muros que impedían la vista hacia el interior y no olvidemos a todos los hombres vestidos de negro que resguardaban las entradas y muros, sin dudas esto llama la atención de cualquiera, seguía afirmando que nosotros, la Bratvá es la mejor organizacion criminal, los demás no nos llegan ni a los talones.

— Señorita Smithers — me saluda un señor canoso. Sabía quien era él, Carlo Vicenzi, el consejero y mano derecha de Gerónimo Ferrara.

— Hola, ¿Usted es el señor Ferrara? — pregunto tendiendo mi mano y haciendo como que no sabía quién era.

— No señorita, son Carlo Vicenzi tío de Gerónimo — contesta sonriendome. De seguro este viejo está imaginando que llevo bajo mi ropa sencilla. Se muy bien quien es y las ganas de matarlo no me faltan, la pedófilia en esta ciudad es gracias a esta basura andante.

La infiltrada (1.5° SAP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora