Capítulo 15.

13.3K 1.5K 189
                                    

Gerónimo.

Hace años que no tenía este sentimiento de plenitud, era tan lindo dormír con ella entre mis brazos, no solo el sexo fue sublime sino que terminar durmiendo juntos no tenía comparación a nada. Natasha dormía abrazada a mi cuerpo mientras no perdía ningún minuto para contemplarla y me dedicaba a acariciar su espalda con suavidad.
Ella es como mi ángel, me salvó de mi mismo y me hizo abrir los ojos en el momento justo para darme cuenta que mi vida estaba tocando fondo olvidando uno de mis motivos, mi hija. Esto muy agradecido a Natasha, a su paciencia para ayudarme a desintoxicar todo mi cuerpo después de años y años dónde lo llevé de alcohol en extremo exceso. No voy a mentir diciendo que estoy curado, porque esto es un largo proceso y no debo cambiar una adicción por otra, pero sabía que teniendo a esta mujer a mi lado todo será más fácil con su apoyo.

— No ... no .... — Natasha se empieza a remover entre mis brazos. — No, Vladimir — solloza. — Déjame, no, no .... — me golpea con su codo mi costilla y salta de la cama asustada.

— Hasta dormida, me golpeas — me quejo tratando de recuperar el aliento después de su golpe.

— Gerónimo — dice sorprendida.

— Buenos días, Natasha — saludo.

No era ningún idiota, pero no quería abrumarla con preguntas después de lo que acaba de ver recién.

¿Vladimir? ¿Quién es?

Otro dato que también debía averiguar al igual de quién era ese tal Sasha, ambos nombres alteraban a mi mujer y debía saber el porqué a ello.

— ¿Dije algo? — pregunta con dudas mientras se vuelve a acostar en la cama.

— No, solo te quejabas de mis brazos y dormida me diste un codazo, dudo que no tenga alguna costilla fisurada — acoto con una gran sonrisa para sacar su facciones de preocupación de su rostro.

Ella se sienta en la cama, me observa desconfiada, por esto tomo su mano para dejar un beso tratando de quitar de su cabeza cualquier pensamiento, ella también tenía sus secretos, así como yo tengo los míos, pero estaba seguro que cuando ambos estemos más confiados uno del otro podríamos hablar de esas cosas que nos abruman.

— Debo irme — dice al levantarse de la cama.

La detengo y la atraigo conmigo. — ¿Estás huyendo de mí, cariño? — le pregunto tocando su mejilla.

— Déjame Gerónimo o tendré que golpearte — comenta mirándome con esos preciosos ojos claros que tiene.

— Correré el riesgo, porque no pienso soltarte y mucho menos que huyas de mí — sentencio con seguridad.

— Me estás secuestrando — afirma con media sonrisa.

— Te secuestro en esta habitación y en mi cama, cariño — digo acomodando mi cuerpo mejor con el suyo.

— Estás loco, Gerónimo — acota tomando mi rostro entre sus manos y reparte suaves caricias desde mi mejilla hasta la parte de atrás de mi cuello.

— Siempre lo estuve, pero ahora cierta sexy mujer hace nublar mi poco juicio — bromeó.

Si de algo estaba seguro, es que quería a Natasha en mi vida, no estaba dispuesto a dejarla ir y la cuidaría de todos porque si alguien solo se le cruza la idea que querer lastimarla haría arder Italia y todo el mundo con tal de cuidarla.

— Sabes que esto es un error —

— Para mí no lo es, estoy tentado a traer todas tus cosas a mi habitación porque no pienso pasar otra noche sin tí a mi lado — declaro.

La infiltrada (1.5° SAP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora