Capítulo 6.

11.2K 1.4K 240
                                    

Gerónimo.

Esa mujer llevaba en mi casa menos de una semana y me estaba alterando de una manera descomunal, tenía razón mi memoria era selectiva cuando se trataba de ella, recuerdo su golpe en mi mejilla, verla desnuda delante de mis ojos mientras se bañaba y solo esas imágenes en mi cabeza hacia que mi pene reaccione a ello. La institutriz de mi hija es la maldita perdición de cualquier hombre, mi cuerpo y cabeza no eran la excepción a ello, porque si pudiera ya se me la hubiera follado como tanto estaba imaginando en ese preciso momento, pero había algo que me detenía y eso era pensar en Jade, porque por primera vez sentía que mi hija tenía una conexión bastante grande con esa mujer, ya que su actitud comenzaba ser diferente cuando estaba a su lado.

¡La institutriz me volverá loco!

— Gerónimo — escucho que me llama Carlo desde mi habitación.

— ¿Qué demonios haces en mi habitación? — pregunto frustrado.

Maldita abstinencia sexual, maldito pene mío que solo tiene deseos de esa jodida y loca mujer.

— ¿Qué demonios hacía la señorita Smithers aquí? — cuestiona molesto.

— No te debo explicaciones — mascullo.

— Por una puta vez piensa en tu hija, maldito egoísta — dice mirándome de la peor forma. — Tres días lleva esa chica en nuestra casa y es la primera vez que veo a Jade de esta forma, no pelea, no desafía y se complementó con ella de una manera única, así que te pido que no jodas nada, Gerónimo. Tu hija merece un padre no esta imagen deplorable que siempre le das — agrega saliendo de la habitación.

Nadie me entiende.

Todos piensan que lo hago a propósito y eso es absolutamente mentira, trato de poner lo mejor de mí, dejar de beber como lo hago, pero cuánto más lo intento más fracaso. Se que soy un pésimo padre y si Marina me viera ya hubiera huido con nuestra hija lejos porque conmigo solo tiene sufrimiento, lo veo en sus ojos.

Jade nunca me perdonará haberla dejado todos estos años.

Tratando de aliviar mis pensamientos de culpa entro al baño para darme una ducha, necesitaba calmarme, dejar de lado mi dolor de cabeza acompañado de mi resaca y buscando la manera de por una vez tratar de cumplir con mis palabras porque debía dejar el alcohol de una buena vez por todas.

Mirando el desastre de mi baño algo me llama la atención y mi curiosidad es más grande, mala idea porque al solo tomar con mis manos esa diminutiva braga de la institutriz no logro pensar de la mejor manera porque el que despierta con rapidez es mi pene.

¿Por qué me hace esto esa mujer?

Esto es una jodida provocacion de su parte.

Trato de ignorar todo, entro a bañarme, pero al cerrar los ojos la imágen de su cuerpo, el agua cayendo sobre ella, sus pechos, sus piernas, su ... ¡Ahh maldita sea! Salgo de la ducha, tomo su braga y sin poder contenerme comienzo a masturbarme con ella imaginando una y otra vez lo que podría ser meterme en su apetitoso coño del cual tanto deseo conocer. Me sentía un jodido crío mientras mi mano se deslizaba sobre mi eje una y otra vez mientras la ropa interior también ayudaba a esa fricción hasta que sin poder contenerme me corra.

— Definitivamente usted es un asco — mis ojos se encuentran con los de ella y trato de cubrirme.

— ¿Qué demonios hace aquí? — exclamo avergonzado.

— Vine a buscar mi ropa para poner a lavarla, pero después de eso — pone cara de asco. — No quiero nada, hágame el favor de desechar todo o mejor quemarlo — agrega dando media vuelta para dejarme en el baño sorprendido pero a la vez avergonzado.

La infiltrada (1.5° SAP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora