Capítulo 25.

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Todo lo que sucedía me lo merecía, tenía culpa de cada uno de mis errores, pero eso no significaba que se metan con mi punto más débil y Gerónimo sabía cuál era, lo dolorosa relación que tengo con mi hijo, tenía impotencia porque él estaba en Chicago, sabía dónde se hospedaba, pero me negaba a pensar que ese hombre con el que me casé quiera usarlo como carnada para llegar a mí.
Encima que el embarazo me tenía más hormonal de lo normal, lo que me dijo Odik sobre que tenía a mi hijo vigilado en cada lugar, me ponía demasiado triste por eso era momento de salir de mi escondite, debía aceptar mi destino por eso llegué a la ciudad, no me escondía quería que él me viera.

Siempre vuelvo al mismo lugar, no solo a ver a Sasha sino a los brazos de mi hermano, Dmitri podía enojarse con mis decisiones, pero nunca me daba la espalda, por eso entraba por las grandes puertas del hospital donde trabaja, caminé directo a su consultorio y sin que nadie lo noté me metí a dentro a esperarlo, necesitaba hablar con él.

— ¿Tú eres? — inquiere mi cuñada cuando abre la puerta y me ve sentada en la silla que usa su esposo.

— No puedo creer que te hayas olvidado de mí — digo con una gran sonrisa.

Cuando termina de ingresar al consultorio, noto que lleva en sus brazos a la pequeña hija que tuvo hace unos meses con mi hermano, la había conocido por fotos.

— Natasha — murmura sorprendida.

— Me queda lindo el color negro en mi cabello — bromeo al levantarme del asiento. Llevaba una gran saco que cubría mi cuerpo para que no se note mi embarazo.

— ¡Mi dios! — exclama. — No tienes idea de la preocupación que tenía por tí — agrega mirándome.

— Lo sabes todo — afirmo suspirando.

— Dmitri y yo, no tenemos secretos — declara mientras acomoda a su hija en sus brazos.

— Por eso son tan felices — murmuro al acercarme para conocer a mi sobrina, tan hermosa se veía la pequeña en los brazos de su madre. — Es hermosa, felicidades — agrego tomando su pequeña manita para dejar un suave beso.

— Hermosa como su madre — asegura con una gran sonrisa.

— Gracias por todo lo que haces por él — digo al abrazarla. Hormonas del carajo que me hacían sentirme tan débil, pero no me importaba mostrarme de esta forma a su lado, porque Helena me había visto mucho peor.

— Es nuestro hijo Nat, tu me dijiste que lo cuide y eso hago, siempre lo haré porque es una parte de mí — me contesta pasando su pulgar sobre mi mejilla limpiando mis lágrimas.

— Gracias Lena — la abrazo y justo la puerta se abre dejando a nuestra vista a mi hermano que nos mira confundido, pero luego abre sus brazos para que sola me acerque a qué me estreche entre ellos.

— Los dejo solos, espero verte pronto Nat, Annika y Stefano le encantará ver a su tía favorita — me dice antes de dejarme a solas con mi hermano.

Dmitri me obliga a sentarme, trae un vaso de agua y muerdo mi labio tratando de contener mis lágrimas, mis hormonas y todo lo que sentía en ese momento no me permitían dejar de llorar desconsolada ante los ojos de mi hermano que me miraba con mucha preocupación.

— Le hará mal a Vitto — murmura secando mis lágrimas.

— Siento que va a odiarme — reconozco apoyando mi mano en mi vientre sintiendo como el pequeño se mueve dentro mío.

— No lo hará — declara dejando un beso en mi frente.

— Se lo daré a su padre, la mafia italiana quiere mi cabeza — murmuro secando mis lágrimas.

La infiltrada (1.5° SAP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora