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Al siguiente día, desperté gracias a unos rayos de sol que se filtraban por la ventana.

Gabriella no se encontraba junto a mí y yo me encontraba en mi cama.

Desconcertada, me levanté y bajé las escaleras, escuchando ruidos en mi cocina.

Lo que vi, me impactó tanto.

Alexander, Jackson y Gabriella se encontraban cocinando y bailando sin parar.

—¿Chicos? – dije y los tres voltearon a verme.
—¡Arella! – dijo Gabriella, apagando la música. – Ven aquí. – tomó mi mano y me acercó a ellos. – Hemos hecho el desayuno.
—¿El... desayuno?
—Claro. – sonrió mi amiga. – Un rico omelette y unos wafles tan deliciosos junto con un jugo de naranja natural traído desde el reino de Arcángeles locos.
—¿Tienen frutas? – miré a Alexander y Jackson.
—No todo es malo en ese lugar. – dijo Alexander, limpiando sus manos con un trapo viejo.
—Te sorprendería el saber que tu novio plantaba verduras en nuestro puerto. – dijo Jackson y Alexander lo golpeó amistosamente.

Recién me había dado cuenta de que ambos portaban ropa deportiva que los hacía ver graciosos.

—Son unos tontos... – dijo mi amiga. – Comamos, ya que.... – mira su celular. – En unas cuantas horas debemos ir con Jessy para ponernos guapas.
—Ya lo son. – dijo Jackson y Gabriella se sonrojó. – Es decir... yo...
—Buen cumplido. – dijo mi novio, tomando algunos cubiertos. – Mejor comamos.

Mi amiga y yo reímos y fuimos al comedor, en el cual, minutos después nos encontrábamos comiendo y riendo sin parar.

Era increíble tener a estas personas en mi vida, las cuales sé que estarán siempre para mí.

En las buenas y en las malas.

—Entonces... ¿Debo usar traje? – dice Jackson, tomando algo de jugo.
—Es necesario en un baile. – dije, recargándome en la silla.
—¿Aunque solo vaya a vigilar?

Gabriella carraspeó y la miré, estaba algo incomoda.

—Debes fingir ser un chico normal. – dijo mi amiga. – Aunque solo vayas a eso, debes... integrarte...
—Está bien. – dijo Jackson, mirándola. – Lo haré.

Al terminar nuestro exquisito desayuno, los chicos se fueron y Gabriella fue por su vestido, ya que se vestiría en mi casa y yo tan solo me quedé esperando en mi habitación, acostada en mi cama.

Pensando.

Pensando en todo lo que sucedería en mi vida, en lo que estaba por suceder.

Asistiría a mi primer baile junto a mi primer novio, mi primera amiga y mi nueva vida.

Por primera vez en la vida usaría un largo vestido que fue hecho especialmente para mí.

Abrí la caja y lo tomé entre mis manos.

La tela era tan suave y las plumas en el antifaz eran lo mejor del atuendo.

Toqué de nuevo el vestido y miles de recuerdos llegaron a mi mente, mis sueños comenzaron a aparecer, este vestido era el mismo de mis pesadillas que me atormentaban desde hace tiempo.

Mis pesadillas se harían realidad, de eso no había duda alguna.

Escuché la puerta abrirse, por lo que guardé mi vestido.

—¿Gabriella? – miré hacia la puerta.

Pero no obtuve respuesta alguna.

Me levanté de mi cama y en eso mi celular sonó.

Comencé a buscarlo por toda la habitación hasta encontrarlo y responder.

—¿Christopher?
—Arella... – lo escuché jadear un poco. – ¿Dónde estás?
—En mi casa. – me senté en mi cama. – ¿Te encuentras bien?
—Necesito... necesito que me escuches...
—¿Qué sucede?
—No dejes que el vasallaje te afecte.
—No entiendo. – me levanto al escuchar un fuerte golpe en mi casa.
—¿Estás sola?
—No lo sé... – murmuré, tomando unas tijeras.
—Escúchame bien, Arella. – jadeó de nuevo. – Intentaré llegar a tiempo, necesito protegerte...
—Chris...
—Soy tu guardián... no debí dejarte sola... – comenzó a toser.
—Está bien... no es tu culpa...
—Prometo regresar... – tosió de nuevo.

En eso, la llamada se cortó y yo me acerqué a la puerta, saliendo de ella, mirando alrededor, alerta por lo que pudiese estar dentro de mi casa.

Tomé mi celular y le mandé un mensaje a Alexander, diciéndole que algo podía estar sucediendo en este mismo instante en mi hogar.

No dudó en responderme que estaría aquí en unos minutos y que le avisaría a Jackson para que los ángeles que me cuidan lleguen inmediatamente, ya que en este momento se encontraban consiguiendo cosas para el baile, ya que ellos debían estar vigilándome en todo momento.

Guardé mi celular en mi bolsillo trasero de mi short y bajé lentamente las escaleras.

—¿Quién anda ahí?

No recibí respuesta alguna.

Bajé por completo y la sala estaba vacía, no se encontraba nadie en ese lugar.

Pero un ruido en la cocina me hizo sobresaltar y girarme para dirigirme a ese destino.

Abrí la puerta y una chica rubia se encontraba frente a mí, dándome la espalda.

Al girarse, una Clarke con sangre saliendo de su estómago y boca se encontraba ahí, de pie, mirándome con dolor.

—Ayúdame...



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[COMPLETA] ✓ ARCÁNGEL: La Maldición de los Caídos I [SAGA: ARCÁNGEL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora