8. Tacto

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Disfruten el capítulo.

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—Mamá, por favor. Déjame ir.

—Valentina, sabes muy bien que no me gusta que salgas tan tarde a la calle. Además eres menor de edad y...

—Pero mamá, no entraremos a ninguno de esos lugares. Iremos a un sitio más tranquilo, sólo vamos a bailar.

Eran casi las ocho de la noche y las cosas en su casa no pintaban nada bien, Valentina tuvo la loca idea de que su madre aceptaría sin reprochar, cosa que por supuesto no fue así.

Ya debía darse prisa, no quería hacer esperar a Kara. Al menos el mensaje en su celular indicaba que se encontraba lista y que no demorará para llegar.

Victoria era demasiado firme cuando se lo proponía. Y si su hija seguía insistiendo terminaría con un rotundo NO en la cara.

—Ash, está bien —cruzó las manos como si de una niña pequeña se tratara.

—Aún no es el momento, cariño —acarició su cabeza y la dejo en el pasillo para subir a su dormitorio—. Vete a dormir —gritó desde las escaleras, reafirmando su autoridad.

De mala gana lo hizo. Se dejó caer sobre la cama, y estaba por enviarle un mensaje a Kara cuando está le habló primero.

—¡Hey! ¿Qué sucede? Te estoy esperando.

—Si, bueno...

—¿Qué pasa? ¿No te dieron permiso?

Okay, ahí se iba su primera oportunidad para conquistar a la chica de sus sueños. ¿Lo dejaría pasar solo porque su madre le negó el permiso?

No.

Se sintió con la fortaleza para desobedecer solo un poquito a su madre.

No habría problema, siempre y cuando regresara temprano a casa ¿No es así?

—En diez minutos llegó.

—Okay, te espero.

Valentina entró al despacho de su madre, sacó del primer cajón las llaves de su auto y con el silencio de un ninja abrió la puerta de la cochera esperando que todos los del servicio ya estuvieran descansando también.

Una vez afuera, condujo al departamento de Kara, le envío un mensaje avisándole que bajará ya.

Su corazón se derritió apenas verla en la entrada, estaba tremendamente hermosa. La rubia usaba una falda de cuero negro apenas rosandole las rodillas, un jersey corto del mismo color que le dejaba al descubierto la parte del ombligo y a juego unos botines dándole un aspecto rebelde.

—Creí que me ibas a dejar plantada —cerró la puerta con entusiasmo.

—No, no lo haría —apenas alcanzó a pronunciar al tenerla de cerca—. Estas... Hermosa —eso último se le salió por error.

Kara sonrió animada mientras se abrochaba el cinturón.

—Tú también estás guapa. Pero si no nos apresuramos, no vamos a disfrutar de esta noche.

—jee… si, si claro.

—Y ¿A dónde te gustaría ir? —recién entraban a la zona de bares y discotecas.

—Pues tú eres la que vive aquí. Aunque si me lo permites, revisé en internet un lugar que es popular y me gustaría ver qué tal está.

—Okay.

Te habré olvidado (chicaxchica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora