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Erick Brian Colón, un hombre reconocido por ser de los mejores maestros de pintura que tiene la ciudad, con un nuevo periodo abre nuevas fechas para que los aspirantes a artistas puedan estar en su clase.

Llega a la cafetería de siempre y pide su bebida favorita, sale del local y avanza hasta la escuela donde impartirá su conocimiento.

Entra al salón asegurándose de que todo esté impecable, todo tiene que estar listo para recibir al alumnado.

Como le queda algo de tiempo antes de que eso pase se sienta en su escritorio, saca su teléfono y revisa sus mensajes esperando el de la persona que necesita.

Pero nada ha llegado.

Suspira frustrado y guarda su móvil en el cajón para evitar distracciones, sabe que lo que hace está mal pero le gusta, lamentablemente.

Pasaron exactamente cinco minutos cuando su salón comienza a llenarse, los alumnos ofrecen un saludo respetuoso antes de ingresar y se presentan cortamente.

Este año parecen haber más personas interesadas en tomar su clase y eso lo disfruta.

La atención es algo que le agrada.

Se sienta en su escritorio mientras más personas entran, abre su computadora y la enciende esperando que cargue rápido, a pesar de que el lugar está lleno logra distinguir un par de murmuros hablando de él.

Halagándolo por su físico.

Sonríe de lado al oír lo que tanto le gusta, siempre aumenta su ego saber que tantos desean estar con él.

Como las personas dejaron de llegar y ya pasó un buen tiempo decide comenzar con su presentación, se levanta de su asiento y se dirige a la puerta para cerrarla.

Al hacerlo toda la gente se quedó callada esperando lo que sea que tenga que decir.

─Buen día a todos, bienvenidos ─saluda con una sonrisa─ soy Erick, su maestro de pintura y dibujo, he presentado mis trabajos en grandes exposiciones llevándome buenos comentarios pero también los desagradables, si tomaron esta clase por creer que será sencillo será mejor que desistan porque nada en esta vida lo es, seré duro con quien tenga que serlo pero no duden que una palabra de aliento también les será otorgada, al igual que ustedes fui un alumno con esperanzas y nada me satisface más que poder ser un guía, ¿Alguna pregunta?

Los jóvenes aspirantes a artistas comienzan con sus dudas siendo respondidas con calma, Er es un verdadero maestro al que le gusta ayudar en lo que sea necesario.

Tendrá un par de defectos pero es algo totalmente normal.

Con paciencia da la palabra a sus alumnos dejando que se presenten y se conozcan entre sí, todos parecen entusiasmados con lo que pueda enseñar.

Pasadas las horas y con el fin de la bienvenida permite que los chicos salgan a conocer las instalaciones y puedan tomar su descanso, le agradaron todos y espera poder dar lo mejor por ellos.

Igual que todos los años.

Se acerca a su escritorio y busca la lista con los nombres de los nuevos, intenta memorizar sus nombres porque le gusta personalizar lo más posible sus interacciones y mostrarles que es alguien en quien pueden confiar.

El sonido de alerta de su teléfono lo saca de sus pensamientos, abre el cajón en donde lo guardó y saca el dispositivo.

Un nuevo mensaje.

Sonríe y lo abre para ver de qué se trata, leyó el remitente así que está contento.

"Lamento comunicarme hasta ahora, ¿Estás libre?"

Con una enorme sonrisa se apresura a teclear su respuesta y manda el mensaje.

"Sí, ¿Y tú?"

"Sí, ven"

Guarda el teléfono en su bolsillo, se levanta de la silla y camina a la puerta de su salón.

Hace tiempo que mantiene un amorío con un colega, no es tan malo porque ambos están libres pero profesionalmente podría ser un problema por lo que optan por no ser obvios con los demás.

Camina pensando en lo mucho que ha logrado en poco tiempo, su familia no veía mucho futuro en estudiar lo que le gusta y fue siempre fuente de críticas por ellos.

Ahora que le va bien lo bombardean con frases como "Siempre confíe en ti" que tira a la basura porque no le interesan.

Tiene una buena vida y no necesita que personas que siempre lo subestimaron ahora lo halaguen esperando algo a cambio.

Anda por el pasillo y justo cuando va a dar el primer paso al escalón para bajar nota a alguien que no había visto antes por las instalaciones.

Aparenta tener más o menos su edad, su cabello sumamente oscuro le da un aire bastante atractivo.

Lo mira de perfil y ve como sonríe nervioso logrando marcarle un adorable hoyuelo en una mejilla, rasca su cabeza desordenando su cabello rizado intentando descifrar el mapa que está en la pared.

Se da cuenta que está perdido así que se acerca para ver si puede ser de ayuda.

─Hola ─saluda amigable.

─Hola ─responde el contrario girando para verlo─ Amm, ¿Alumno?

─Soy profesor, Erick, de pintura y dibujo ─se presenta sonriendo.

─Joel pero suelen llamarme Joey así que puedes hacerlo también.

─Un gusto Joey, Eres nuevo, ¿Cierto?

─Sí, acabo de mudarme y pedí mi traslado, soy maestro de baile pero no encuentro mi aula.

─Sígueme, me queda de paso.

Joel asiente y bajan las escaleras tomándose su tiempo, desde un inicio quería pedirle ayuda a alguien pero es demasiado tímido como para hablar con desconocidos por lo que el ofrecimiento de Erick le vino como anillo al dedo.

─Así que, maestro de baile ─menciona el menor intentando generar una conversación.

─Sí, solía serlo en mi ciudad natal pero quería cambiar de rumbo.

─Suena genial, estoy seguro que te llevarás bien con los demás ─asegura llegando al final de los escalones y comienzan a caminar en el pasillo─ espero que te acoples bien.

─Muchas gracias, estaba muy nervioso.

─No deberías, nunca hemos tenido problemas con los alumnos y la convivencia entre maestros es agradable.

El rizado asiente un poco más tranquilo y salen del edificio, andan así un par de minutos más hasta llegar a otro más grande.

─Este es el edificio de baile, cualquier persona adentro puede ayudarte a encontrar tu aula correspondiente.

─De verdad te agradezco, eres muy amable ─agradece suspirando de tranquilidad─ gracias profesor Erick.

─Es un placer, también me puedes decir Er.

─Entonces, Er, de nuevo gracias ─repite sonriendo─ no sé si sea muy apresurado pero me gustaría conocerte más si me das la oportunidad, ¿Me aceptarías un café?

Erick tiene la intensión de responder pero su vista va justo detrás de Joel, al otro lado de la calle está cierto hombre fuera de la puerta de su auto mirándolo fijamente, baja sus lentes de sol y le guiña un ojo acompañando el gesto con una sonrisa de lado.

Le gusta tanto.

─Tal vez otro día ─rechaza gentilmente comenzando a retroceder─ nos vemos después, Joey.

Joerick: Obra Maestra (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora