Por una pregunta puede iniciar algo maravilloso y un error puede echarlo a perder.
Eso le pasó a este par.
─Y nos enorgullecemos de todos nuestros alumnos que han demostrado ser el futuro del arte ─se escucha por las bocinas.
Al ser el día de la ceremonia de clausura los tiene a todos muy emocionados, todos los maestros están sentados hasta el frente oyendo lo que el director tiene que decir.
O bueno, casi todos.
─Sí, más rápido ─pide Erick que tiene las manos contra la pared del cubículo de uno de los baños.
─Dios, es tan excitante cogerte así ─asegura Joel tomándolo de la cintura y aumenta la velocidad de sus embestidas.
No le costó tanto creer en Erick porque en el fondo sabía que su novio sería incapaz de hacer algo así, él mismo vio como rechazó a Johann en la fiesta de ese día.
Y la ahora ex esposa de ese maestro habló con él, le aseguró que Erick se presentó en la corte familiar para contar su versión.
Está muy feliz de saber que todo fue un acto de cobardía de Johann al verse acorralado.
─Te dije que no usaras este traje, sabes que me enciende ─regaña Erick entre jadeos recibiendo la hombría del mayor.
─Sí, lo sé ─confiesa saliendo de Erick completamente solo para volver a entrar con más fuerza.
Si no fuera por el sonido de afuera sus gemidos se escucharían hasta el patio y no sería bueno para ellos pero no pudieron evitarlo.
Cuando menos lo pensaron ya se estaban besando apasionadamente en los baños, creyeron que no pasaría de eso.
Pero ahora follan sin control.
─Er, ¿Puedo venirme adentro? ─pregunta Joel en su susurro sobre su oreja.
─S-sí, también voy a llegar ─permite al borde del éxtasis.
Ahora que viven juntos apenas y pueden mantener sus manos quietas, no es que solo se conformen con el sexo pero les encanta hacerlo.
El único lugar en el que no tenían relaciones era en la escuela para respetar su trabajo pero ese respeto les duró poco.
─Ah, mhh ─gime Erick─ Joel.
─¿Sí, bebé?
─Te amo.
El torpe logró conquistar el impecable.
El impecable por fin se sintió querido.
Y el conserje se llevará una muy buena propina por su silencio.
─¡Salgan de ahí par de calientes!
Fin