XVIII

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—Jaemin, no te vayas. ¿Puedo hablar contigo un segundo?— Como me habían avisado hacía unas horas, me llamaron justo antes de salir de la guardería para informarme de algo.

—Claro que sí, ¿Qué pasa?— Pregunté como si realmente no lo supiera.

—Hemos estado pensándolo y nos gustaría que empezaras una semana de pruebas como profesor, por ahora de apoyo en una clase. Y lo hemos discutido y creemos que tras ese período de pruebas, si todo va bien, podrías sustituir a una de las profesoras que se va esta semana.— Me dijeron lo que esperaba, haciendo que una enorme sonrisa apareciera en mi rostro. Creo que mi respuesta iba a ser muy evidente.

—¡Me encantaría! Muchas gracias.— Contesté tratando de no sonar demasiado desesperado, que se me daba muy bien ponerme en ridículo y empezaba a aprender a controlarme.

—Entonces mañana mismo podrías empezar para acostumbrarte a dar clase, puedes probar con la de 5 años.— Me dijo el hombre. No me importaba a qué clase ir, como si era la peor. Tenía unas ganas terribles de estar con los niños al fin, y no solo organizar juguetes.

Asentí todavía sonriente, y le di la mano. Cuando me alejé, dejé salir mi emoción contenida en un chillido silenciado para no asustar a las demás personas en la calle, y no llamar demasiado la atención. Tras eso, tomé mi teléfono con rapidez y busqué en mis contactos.

Bajé hasta llegar a Jeno, y agradecí mi lentitud por un momento, ya que estuve a punto de llamarlo si no me hubiera dado cuenta. ¿Qué estaba haciendo? ¿Pensaba llamar a la persona que menos quería saber de mi ahora mismo, y decirle que iba a ser profesor?

Toda la felicidad anterior se desvaneció en ese pensamiento, pero no la dejé ir muy lejos. Tomé aire, bajé más en mis contactos y llegué hasta Renjun.

—¿Jaemin? ¿Ha pasado algo?— Me preguntó algo preocupado nada más contestar mi llamada.

—Si...— Respondí teatralmente. Nada había pasado, pero contestar aquello con un tono triste fingido le haría pensar fácilmente lo contrario.

—¿Qué pasó? ¿Es sobre Jeno?— Se alteró al instante, yo reí. En realidad, todos éramos tan crédulos fáciles de engañar, que con tan solo una pequeña actuación nos creeríamos lo que fuera. Por cierto, intentaba ignorar el hecho de que hubiera nombrado así al chico, aunque hubiera desviado un poco mi atención por un momento.

—¡No! Tonto, es una buena noticia.— Dije, volviendo a reír. No era tan complicado hacer rabiar a Renjun, y esa no era la primera vez que probaba su límite gastándole pequeñas bromas.

—¡Tonto tú! ¿Y para qué me lo dices con ese tono?— Se quejó, haciéndome reír todavía más. No recordaba la última vez que me reía tanto; hasta me llegué a encoger un poco por el dolor de barriga.—Dime ya qué pasa o te cuelgo.— Me dijo en un tono serio, porque sabía que si no lo hacía yo no dejaría de reírme. Respiré profundamente, intentando calmarme, y, todavía con alguna carcajada contenida, respondí.

—¡Voy a ser profesor!— Si la gente en la calle antes ya me estaba mirando, ahora era incluso peor. Debían pensar que estaba loco, y no me importaba, empezaba a acostumbrarme.

—¿En serio?— Preguntó, aunque por el cambio en su entonación supe que le estaba ilusionando tanto como a mi, hasta el punto de olvidar que hace un momento me estaba riendo de él.

—Sí, ya no hay más bromas.— Le respondí, con una voz mucho más clara y concisa que cuando recién terminaba de reírme. Había logrado ponerme serio por un segundo.

—¡Eso es genial! Tenemos que celebrarlo.— Gritó, ahora sí, emocionado y alegre por mi. Era un gran amigo, que, al igual que yo cuando me anunció su ascenso, lo quería celebrar como si fuera el suyo propio. Pero yo, en la situación en la que me encontraba, y con tantas cosas que hacer, no estaba de humor para fiestas... Y mucho menos si no estaba cierta persona en ellas.

𝓁𝑜𝓋𝑒 𝒸𝑜𝒸𝓀𝓉𝒶𝒾𝓁 ~ 𝓃𝑜𝓂𝒾𝓃 𝒻𝒶𝓃𝒻𝒾𝒸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora