Capítulo 1: Marca

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(Kageyama)

No entiendo a mi equipo, ¿qué sentido tiene armar una salida si luego ninguno viene? Se suponía que debía encontrarme con el resto de mis compañeros de Karasuno en el cine porque íbamos a ver una película juntos, pero apenas hace unos minutos todos empezaron a mandar mensajes de que están ocupados, les surgieron cosas, y nadie puede venir.

Estaba por marcharme, pero una voz conocida me llamo. Me di la vuelta, y vi a mi capitán corriendo hacía mí.

-Lo siento, me quede dormido. -Me dijo, al llegar a mi lado. - ¿Y los demás? –

-Um, ellos no vendrán... -Respondí un poco incómodo.

Daichi-san me miro con sorpresa, y señale mi teléfono. Sacó el suyo de su bolsillo, y supongo que vio los mensajes, porque su rostro mostro un poco de decepción.

-Oh, bueno. ¿Y qué hay de ti, Kageyama? -Él me pregunto, y yo me quedé mirándolo. - ¿Quieres que entremos a ver la película? –

Los más emocionados por ver este nuevo estreno eran Nishinoya-san, Tanaka-san y Hinata... A mí, en general no me llama la atención, pero ya que vine...

-Si quieres, podemos verla. -Murmure.

Daichi-san me sonrió, y jalando de mi brazo, nos encamino a la entrada del cine. Él siempre es amable conmigo, y si ve que no puedo comunicarme bien, espera a que encuentre las palabras. Es muy considerado.

De acuerdo, debo golpear a Hinata la próxima vez que lo vea

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De acuerdo, debo golpear a Hinata la próxima vez que lo vea. La película que eligió fue aburrida y un verdadero cliché. Una chica cree que no tiene alma gemela porque su marca esta en su espalda y es muy pequeña, pasa su vida creyendo que nunca conseguirá el amor que quiere, y luego choca con un chico que tampoco parecía tener marca, excepto que resulta que ambos tienen la misma marca pequeña que casi no se ve. Se enamoran, y luego descubren que son destinados, bla, bla, bla. Aburrido.

Salí del cine pensando en regresar a mi casa y, quizás dormir una siesta. Sin embargo, mi sempai me detuvo.

-Oye, ¿no quieres ir por un helado? -Me pregunto. -Vamos, yo invito. –

-Está bien. Gracias, Daichi-san. -Conteste, y él me acarició la cabeza.

Cerca del cine hay un parque bastante pacifico, y un camión de helados estacionado junto a él. Mi sempai me pregunto que gustos quería, y me dejó sentado en una banca mientras iba por los helados.

Mire a los niños jugar en las hamacas y el tobogán. Yo solía adorar las hamacas, incluso tenía una en mi casa...

- ¿Tobio-chan? -Una voz me sobresalto, y me di vuelta solo para encontrarme a quien menos quería.

Oikawa-san, Iwaizumi-san, Matsukawa-san y Hanamaki-san estaban parados frente a mí.

-Hey, Kageyama. -Iwaizumi-san me sonrió. - ¿Qué haces aquí? –

Mi Leal CaballeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora