Capitulo 4: la cueva escondida.

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Aquella mañana algo no iba bien; el cielo estaba nublado (más todavía) y las calles estaban vacías, pero bueno. Lara le había prometido a Marco que se vería con el y eso iba a hacer, así que cogió de nuevo su mochila y se fue corriendo hacia el centro.
-¡Hola!-saludó Marco con entusiasmo-¿Qué tal? -respondió ella- Tengo que enseñarte algo, ven conmigo- añadió el chico.
Marco la guió hasta una playa, bueno, una playa a juego con la ciudad; estaba sucia, la arena era casi piedra, en resumen, no era para bañarse, pero entonces se fijó en que en un acantilado paralelo al mar se estaba abriendo una pequeña entrada que cada vez se iba haciendo más y más grande: ¡era una cueva!
-Bueno, qué te parece- preguntó Marco - ¡Es increíble! ¿Como la has encontrado? -dijo Lara- Pues la verdad es que sin querer, todas las tardes vengo aquí a observar los barcos pesqueros y justo cuando empezó a bajar la marea, esa entrada simplemente apareció - le explicó Marco. Lara estaba entre sorprendida y asustada pero una cosa tenía clara, tenían que entrar.
-¿Has entrado alguna vez? - le preguntó Lara - No, por eso te he traído, quería entrar contigo - respondió Marco - bueno, pues vamos allá-.
Bajaron por una escarpada ladera llena de piedras y raíces, hasta que por fin llegaron a la cueva: era húmeda y muy espaciosa, tenía algunas algas por el suelo ya que estaba inundada la mayor parte del día. Mientras la marea estaba alta, claro.
-¡Guauuu! - gritaron los dos al unísono - ¡es increible!.

El gigante de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora