capítulo 7: No hay salida.

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Un destello blanco inundó la sala, los dos amigos cayeron al suelo y quedaron inconscientes.
Cuando despertaron les dolía muchísimo la cabeza, estaban un poco mareados y entonces Lara vio algo
- O... oye, Marco- susurró Lara - ¿Estás bien?- le preguntó.
- Creo que no.
Marco tenía una herida bastante fea en el brazo, pero por lo demás los dos estaban bien, hasta que Lara se percató de algo.
- ¡Marco, la entrada! - el lugar por donde habían entrado (y por el que tenían pensado salir) estaba totalmente bloqueado por una montaña de piedras, apiladas de tal forma que era imposible apartarlas.
Además, en el centro del lago, el cetro que hacía un media hora más o menos estaba ahí, había desaparecido.
-Eh, Lara ¿dónde están los cristales? Ahora el lago estaba limpio, no quedaba ni un solo cristal, era como si mientras ellos estaban inconscientes, había entrado alguien que se lo llevó todo.
Pero lo verdaderamente preocupante era que el único hueco que quedaba en la montaña de piedras dejaba pasar un considerable chorro de agua que poco a poco iba inundando la galería.
-Hay que salir de aquí- advirtió Marco con un deje de preocupación. El nivel del agua iba subiendo y los dos amigos no paraban de buscar una salida, pero de repente Lara le advirtió sobre algo:
- ¡Mira, Marco!
La chica señalaba con el dedo hacia un hueco que había más arriba en la pared de la cueva.
- Pero, ¿cómo llegamos hasta ahí arriba? Está muy alto - se quejó Marco.
Y era verdad, esa posible salida estaba a unos siete metros hacia arriba y evidentemente ellos no median siete metros (de lo contrario habría sido bastante preocupante).
Pero Lara tuvo una idea:
- ¿Y si nos quedamos esperando hasta que la marea suba lo suficiente como para salir de aquí? - propuso.
- Pero ¡Es una idea horrible! - dijo Marco asustado, como siempre.
- Mira, fuiste tú el que me metió en esto y ahora decidiré yo como vamos a salir - insistió Lara, solemne.
- Vale, vale .
Al cabo de casi una hora la marea subió tanto que por fin pudieron alcanzar la salida. El primero en pasar fue Marco, luego le siguió Lara.
-¡Puaj! - exclamaron los dos amigos al unísono. Se encontraban ante una especie de pasillo, un poco estrecho; estaba oscuro, olía fatal y además estaba lleno de peces muertos y algas mustias, pero se cogieron de la mano y fueron caminando hacia adelante.
-Este pasillo es muy largo, ¿no? - dijo Marco.
- Pues la verdad es que sí.
Ya les quedaban unos treinta metros de camino cuando de repente el suelo tembló un poco y una fuerte ola apareció por detrás de ellos.
-¡Correeeee! -gritó Lara.
Los dos amigos echaron a correr por el pasillo. La ola les pisaba los talones, así que corrieron mas rápido todavía. Estaban a punto de alcanzar la salida cuando desgraciadamente la ola los alcanzó y entonces...

El gigante de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora