Quince

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Los primeros días fueron extraños para Shen. Merodi siempre estaba ahí. Era como un punto de referencia en su vida. Ese árbol que miras para orientarte en el bosque. Un árbol joven, pero de sombra amplia y que brindaba unos frutos pequeños, carnosos, suaves y perfumados que eran su sustento en muchos sentidos. Si Merodi estaba ahí, todo estaba bien para Shen. Pero ella no estaba más. En su lugar había un muchacho fresco y sonriente.

Quizá, pensaba Shen, él era el único en extrañar a esa mujer. Pero era un buen hermano (o trataba de serlo), por lo que no podía pedir que ella regresara, por más falta que le hiciera su presencia constante y su calor maternal. Era su hermana, pero suplió a su madre, a su padre y a la familia entera en todos los aspectos que pudo. No estudió para que él lo hiciera y desde pequeña se ocupó de todo siempre. Incluso siendo Haru, Merodi se ocupó de todo. Bastaba ver la casa, en dos días de ausencia de su gemelo, era un total desastre.

¿Donde estaría? Se preguntaba,
Shen, a ratos. Posiblemente estaría con ese sujeto en algún lugar del espacio infinito. Bueno tal asunto no era cosa suya,pero no podía evitar odiar un poco a ese individuo que desencadenó todo. Por otra parte también le estaba medio agradecido. De no ser por Whis, Merodi seguiría existiendo y Haru moriría en el fondo de ese cuerpo.

Él siempre lo sospecho. De niños era más evidente. Shen suponía que con el tiempo y la vida que Merodi se construyó, sepultó su verdadero yo al punto de casi olvidarlo. Fue egoísta todos esos años en que pudo ayudar a su hermano,pero en lugar de eso, por conveniencia, prefirió contribuir a su extinción.

Cuando el cambió se produjo, se asustó y por eso se fue. También contribuyó su pleito con Rin, pero más que todo fue lo primero. Es que no sabía cómo lidar con ese asunto. Para Shen, fue como un funeral sin cadáver. Un duelo implícito que pasó por varias etapas calladas, a la sombra de su ánimo inmutable. Estaba bien, no iba a quejarse. Era su turno de callarse, pero en esos días en que quedó,de súbito, solo; Shen se ahogaba en sus pensamientos.

Estaba sentado en la escalera, con una lata de cerveza en la mano y un paquete de papas fritas en la otra, cuando una mano sobre su cabeza le causó una descarga eléctrica que lo paralizado.

-Hola Shen-le dijo Haru,
sentándose a su costado.

-Hola hermano-le respondió un poco desencajado-¿Cómo estas?

-Bien-le respondió llevándose una patata a la boca-¿Recuerdas que tuvimos una hermana llamada Merodi?

-Sí, murió una tarde hace algunos meses.

-¿La extrañas?

Shen guardo silencio y observo a su hermano de reojo. Tenía dibujada una pequeña sonrisa indescifrable.

Sólo fueron dos días en un mundo lejos de allí. Tiempo suficiente para el hombre y el ángel. Cada quien tuvo lo que quería por un breve instante. Whis consiguió tener toda la atención de un individuo, sólo para él. Ser importante y dejar una huella fugaz, pero relevante que permitiría que su memoria como un ser único, no quedara a la sombra de alguien más. Respondió a eso entregando lo que Haru pidió y sabía era lo máximo que él, le podía dar. Estaba satisfecho y lo mismo su efímero compañero, a quien fue a dejar al balcón de su cuarto. No hubo despedida ni promesa de otro encuentro. Todo estaba dicho y cualquier palabra o guiño estaba fuera de lugar.

Para Haru las cosas eran un poco más complicadas, pues él si albergaba sentimientos por aquel ser, pero también sabía que nada  más pasaría y no tenía que ver con que Whis fuera un ángel. El hecho que él, no lo amaba. Hubo una conexión si, pero diferente. No por eso menos significativa sino todo lo contrario,mas amor o cariño no nació de parte del ángel. Por supuesto Haru nunca diría que Whis fue malo por no corresponder a lo que sentía. Los demás no son responsables de nuestros sentimientos. Que amemos o queremos a otro, no obliga a esa persona a respondernos de igual forma. De ninguna forma en realidad. Si bien no controlamos por quien sentimos algo, ni el como ni el cuanto, si somos responsables por cuidar de aquel sentir para no lastimar a otros y a nosotros mismos. Pero una cosa es decirlo y una muy distinta es hacerlo. Haru lo entendía,pero lidiar con el pequeño vacío que se abría donde estaban sus sentimientos por Whis, era algo que le llevaría tiempo.

-Sí,la extraño- respondio Shen, finalmente.

Se bebió la lata de cerveza, la apretó y lanzó al basurero. Había una pila de latas ahí.

-Resignate-le dijo Haru-No volverá.

Shen abrió otra lata de cerveza y la dejo en el piso. Abrió una segunda y se la dió a su hermano.

-Resignate. No será...

Haru tomó la lata y se quedó mirando la boca de aquel recipiente, cubierta de blanca y espesa espuma,por un largo rato antes de pasar su pulgar por ahí y beber un largo trago.

-La casa es un chiquero-comentó Haru.

-Es porque yo soy un cerdo y así me siento en mi ambiente natural-dijo Shen ganándose una mirada de su hermano-Termino está y comienzo a limpiar.

Whis volvió a su mundo después de oír esa charla. No volvió a la Tierra hasta un mes después, por una invitación de Bulma. Lo hizo en compañía del dios, con quien compartió una mesa un tanto apartada de las demás.

Haru andaba por ahí haciendo de mesero, siendo chantajeado por Pilaf para que apartara unas cuantas bandejas de los mejores bocadillos. Su compañera Akane también andaba en la fiesta. Unos días después de su regreso, Haru habló con ella y le contó que él no gustaba del género femenino. Al principio la muchacha se molesto un poco. Más que todo se sintió ridícula, pero pronto lo supero y no fue hostil con Haru, quien se disculpó con ella de forma muy honesta. Ya había vivido en una enorme mentira, como para iniciar otra.

Una semana atrás había ingresado un nuevo empleado a Corporación Cápsula. Un contador jóven que también andaba por ahí, intentando conseguir una firma de Bulma. Su nombre era Lao y una vez se cruzó con Haru en la fotocopiadora. Esa noche Lao, por poco tropieza con el muchacho, que lo esquivo tirando unos bebidas que llevaba en la bandeja.

Whis observaba la escena desde su mesa, mientras disfrutaba se una bebida. Cuando Haru lo notó le sonrió y el devolvió el gesto con una mirada algo triste y un poco cansada. No dijo nada ni esa vez, ni las que vinieron después. Esa noche cuando Haru volvió a casa, en el auto de Lao y Shen llegaba acompañado de Rin, Whis recuperó el obsequio que le dió al muchacho y que este nunca abrío.

-Será en otra ocasión-murmuro el ángel y haciendo desaparecer aquel objeto,se marchó.

                           Fin.

Lo que yo queríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora