Conejo de la luna

Capítulo 6: Regreso al quinto piso

La primera vista de Bell al regresar al Sueño del Cazador fue una vez más la Muñeca Llanura, que se encontraba en la base de la escalera que conducía al campo sembrado de flores. Los rasgos suaves e inmaculados de su rostro de porcelana contrastaban con el rostro pisoteado y manchado de sangre que tenía Bell. El agotamiento y la desesperanza eran lo único que lo componía bajo la sangre que lo cubría de la Bestia Clérigo mientras su Cuchilla de Sierra cortaba su piel.

"Bienvenido a casa, buen cazador", dijo a modo de saludo. "Los Pequeños han causado bastante revuelo recientemente. Parece que algo les ha llamado la atención dentro del campo".

Bell miró hacia el campo desde su posición y vio allí, en medio de las flores iluminadas por la luna, había una nueva lápida. Era un fantasma, muy parecido a las linternas, y envuelto en pálidas llamas que bailaban bajo la mirada de la luna que vigilaba el Sueño del Cazador. Su dolor y agotamiento fueron olvidados mientras lo cautivaba, atrayendo sus pies más cerca por sí mismos.

Donde Bell fue, la Muñeca la siguió. Inclinó la cabeza mientras observaba el nuevo accesorio que estaba frente a ellos. "... Qué extraño. Nunca he visto esta lápida en particular, ni reconozco las palabras."

"Los reconozco", dijo Bell mientras los Mensajeros se separaban para que pudiera arrodillarse frente a ellos. "Es el idioma de mi hogar. La parte superior dice mi nombre, ¿así que creo que es mío? Las palabras debajo ... 'Un respiro de cazador' por su apariencia".

En el momento en que pasó los dedos por las palabras, una visión pasó por su cabeza. Le mostró el momento en que el Minotauro lo abordó por primera vez en el Quinto Piso. Echó la mano hacia atrás y la visión se desvaneció.

¿Fue... fue ese el momento de su muerte, en la Mazmorra? Si las lápidas eran el método por el cual podía dejar el Sueño, ¿eso significaba que también era su camino a casa? El pensamiento dejó sus manos temblorosas, con la sola idea de volver al lado de su Diosa amenazando con derramar lágrimas cristalinas de sus ojos.

"¿Hay algo que te aflige, buen cazador?" Preguntó la Muñeca mientras se arrodillaba a su lado.

"N-No ..." Se secó los ojos con el antebrazo mientras se levantaba. Si realmente regresaba a casa, en el punto en el que murió, entonces ese Minotauro estaría allí, al igual que con la Bestia cuando murió allí y regresó al Sueño. Necesitaba estar preparado para ello. "¿Puedes canalizar los ecos de sangre que obtuve de la Bestia?"

"Por supuesto." Ella tomó su mano y tiernamente la tomó entre sus manos. La cálida y envolvente sensación de los ecos cobrando vida se extendió por su cuerpo. "¿Qué deseas que te animen?"

Sus pensamientos se dirigieron al Minotauro y cómo lo había atropellado. Comparado con el Cleric Beast, era más lento. Pero aún era capaz de adelantarlo si no era más rápido. Y necesitaba ser más fuerte, para que su cuerpo no se rompiera por el peso de su puño por segunda vez. La necesidad llamó a los ecos despertados y se apresuraron a cumplir ese deseo, dejándolo sintiendo más que antes.

"Me voy a casa", le dijo después de que ella terminó.

Ella asintió. "Estaré aquí cuando regreses de tu respiro, para continuar la Caza."

Bell no tenía exactamente la intención de regresar al Sueño o Yharnam en absoluto si podía evitarlo. Quería salir de la Caza. Entonces, una vez que cruzó ese umbral, no volvería. Pero de todos modos, estaba agradecido con ella y los Pequeños. "Gracias por todo lo que has hecho".

"No hay necesidad de agradecerme, Buen Cazador", dijo humildemente. "Existo para ayudarte".

Bell presionó su mano contra la lápida y luego se centró en la visión que le vino a la mente. Al sumergirse en él, Bell sintió que se caía y el mundo se derretía. Luego abrió los ojos de nuevo con un grito ahogado y descubrió que estaba de vuelta en la Mazmorra.