Frente a lo que, pensaba, era el final de mi vida, apareció ante mí, la figura de la misma muerte. Alta, de una palidez indescriptible, piel seca y ceñida a los huesos. Su rostro pálido y cadavérico escaso de nariz y en el lugar de ojos solo se veía dos cuencos negros como pozos infinitos de paz y desesperación mezclados de manera enigmática.
— ¿También piensas huir de esa manera?— Preguntó con una voz profunda, voz que penetraba el alma y la abrazaba con frialdad.
Yo solo asentí ante sus palabras, mi mirada reflejaba decisión a pesar de las lágrimas que caían por mi rostro.
La muerte levantó uno de sus brazos y estiró un dedo largo y huesudo hasta mi pecho, yo retrocedí temeroso. La muerte flotó hacia mí para evitar que me aleje mucho de ella. Una vez en medio de aquella azotea aun frente a aquel ente, cubierto por una túnica hecha de sombras y vapor negro.
— Muchos ya han pasado por esto y estoy algo cansado. — dijo con aquella misma voz profunda.
— Estoy harto. — Reclamé — Tú no lo entiendes... gritos, golpes e insultos de compañeros de mi clase y la indiferencia de mis padres y maestros.
La muerte me escuchó con el cráneo ladeado, como si por más que intentase no pudiera comprender mi dolor, o eso pensaba.
— Si obtuviera un día libre por cada vez que escucho ese mismo lloriqueo, créeme que el mundo tendría un año o más de “inmortalidad” — Me respondió sarcásticamente.
Me quedé callado, sorprendido por aquella respuesta pues no pensaba que la muerte pudiera tener sentido del humor y menos uno tan oscuro. Retrocedí un paso más, en mi interior una mezcla de enojo e impotencia me invadía lentamente, pero sabía que, si contra mis acosadores no podía hacer nada, menos podría contra la muerte.
— Déjame mostrarte algo, muchacho —La muerte se acercó veloz a mí y me tomo por los hombros.
Su tacto era frío, sus dedos delgados y huesudos se cerraban sobre mis hombros fuertemente y aquel rostro blanco se acercaba al mío. Sus ojos, aquellas cuencas negras y vacías como pozos sin fondo, parecían atraerme, hipnotizarme. Yo estaba temeroso, mis ojos estaban muy abiertos, mis labios se desfiguraban en un gesto de horror y asco pues un hedor pútrido emanaba de aquella boca, de dientes mostrados, sin labios, sin lengua.
— Mírame a los ojos… — susurró y pude sentir aun más su fétido aliento invadiendo mis fosas nasales.
Lentamente caí en un letargo y pude ver, ahí, en esos hoyos negros un escenario que pude distinguir como la sala de cómputo de la escuela a la que iba. En un rincón pude ver reunidos a tres muchachos, eran los que siempre me molestaban, estaban frente a una de las computadoras viendo gozosos una página web, era una página de red social. Al centro de la página una foto mía, reconocía mi rostro mas no reconocía la foto, estaba editada en un programa de computadora. Aquellos chicos reían mientras escribían insultos contra mi. Al presionar el botón enter y su comentario fue ingresado, puede leer horrorizado el motivo de esa foto; no, no solo una foto, todo un grupo dedicado a insultarme, un grupo para opinar sobre mi suicidio y como esa decisión me convertía en un marica, en un buscador de atención que no pensó mejor manera que hacerse la víctima, un mártir.
Leer todo eso me repugnó, me enfureció pues algunos nombres que veía en aquella pantalla eran nombres de personas que me conocían y sabían por lo que estaba pasando. Las lágrimas volvieron a emanar, como ríos, de mis ojos.
— Lo que te he mostrado es el futuro ¿Realmente crees que porque mueres los ataques cesarán?
—Pero al menos no estaré ahí para sufrir —Dije entre sollozos, tratando de calmarme.
La muerte se enderezó, sin soltar mis hombros, y lanzó una carcajada, sonora y potente, como un trueno en medio de una tormenta. Y volvió, con un movimiento rápido y rudo, a enfrentar nuestros rostros, yo volví a ver a través de sus ojos.
Esta vez vi a un pequeño niño quien sufría los mismos abusos que yo, de cierta manera se parecía a mí. Yo lo pude reconocer como mi hermano menor. No solo le insultaban, sino que parecía que le recordaban mi muerte para torturarlo y verlo llorar. Ví también, algo que me indignó y logró que mi enojó me diera fuerza para soltarme del agarre de la muerte. Vi como dos de esos muchachos; que tanto me molestaban a mí y en aquella visión a mi hermano, a empujones y golpes llevaban al pobre niño a uno de los baños donde, luego de darle una paliza, abusaron sexualmente de él dejándolo tirado medio muerto sobre un pequeño charco de su propia sangre.
Yo me alejé de la muerte, cerré mis puños tan fuerte como nunca antes y me lancé contra mi compañera lanzando un puñetazo el cual no tuvo efecto ninguno pues la muerte nos alcanza a nosotros, no nosotros a ella.
— MALDITA, ¿ACASO TU TAMBIÉN VIENES A BURLARTE? ¿A TORTURARME?
— ¡REACCIONA! —Bramó la muerte apuntándome con aquel dedo huesudo. — No te he mostrado nada que no vaya a pasar en realidad si decides tomar tu vida ahora.
No quería creer lo que mis oídos escuchaban, quise intentar golpear a la muerte nuevamente pero me contuve. Por fin caí de rodillas frente a la muerte quien se quedó quieta sin apartar la vista de aquel despojo de lágrimas y mocos en el que me había convertido.
— ¡BASTA! No huyas, actúa…
Eso fue lo último que escuché de aquella profunda voz de ultratumba, la cual se perdió entre la neblina de aquella noche de invierno. Me acerqué nuevamente al borde de la azotea, ahora esas ganas de saltar me provocaban tan lejanas. Sonreí, dí media vuelta y volví a mi habitación. Hice investigaciones, en la escuela hablé con todos aquellos que, al igual que yo, sufrían de “bullying” y juntos, usando cámaras de video y grabadoras de audio logramos poner en evidencia a todos los acosadores quienes fueron expulsados inmediatamente. Luego de algunos años, al menos en mi escuela los casos de bullying han desaparecido y cada vez veo a mi pequeño hermano sonreír y jugar feliz; el orgullo, la satisfacción y la felicidad me embargan.
[Nota de autor] empezaré a corregir esta obra, añadiendo pequeños detalles y quitando otros, además de revisar gramática. Lamento los errores.
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La visión del suicida
Kısa HikayeUn muchachito, harto de las burlas y agresiones de sus compañeros de escuela, decide terminar con su vida. La figura de la muerte se le presenta con la intención de corroborar la intensión del niño. Su conversación hace pensar al joven suicida pero...