16. NUEVO ADN

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El embrión se había convertido en un feto. Tony lo observaba, fingiendo que su interés era puramente científico a ojos de su compañero biólogo, pero en su fuero interno sonreía.

Su futuro bebé había alcanzado los treinta milímetros de tamaño. Su cola, vestigio de milenios anteriores, ya había desaparecido. Los deditos de manos y pies se habían alargado, y su aspecto era cada vez más humanoide.

Recibieron la visita de Green y Alenko, que querían actualizar el estado del proyecto. Tony y su compañero explicaron que todo iba según lo previsto y sin ninguna complicación por el momento.

—Bien —sonrió el jefe científico—. Entonces, ya va siendo hora de comenzar a experimentar. Necesitamos añadirle información genética adicional. A ser posible, de una tercera persona, para comprobar qué resultados obtenemos.

Tony chasqueó la lengua.

—Sería arriesgado —sopesó.

—Como todo lo que estamos haciendo, Anthony —le dijo su jefe.

—Pero el principal objetivo del proyecto es conseguir gestar a un bebé desde la concepción hasta el nacimiento —les recordó él—. Por el momento todo está bien, el feto se está desarrollando sin problemas y no estamos teniendo complicaciones. ¿Por qué arriesgar más?

Green se cruzó de brazos, mirándole por encima de sus gafas.

—Te estás encariñando con el proyecto.

—El proyecto tiene mis genes y los de mi fallecida mujer, después de todo —se defendió.

—Pero no deja de ser un experimento —le explicó Marcus—. Y te comprometiste a trabajar en él. Necesitamos añadir ADN al feto, Stark.

—Este experimento, como lo llamáis, va a ser mi futuro bebé —se impacientó, señalando al feto que nadaba en el líquido amniótico—. Me tocará criarle y cuidarle. No pienso destrozar su vida por unos caprichos.

—Y esos caprichos, como tú los llamas —refutó el jefe—, constan en el contrato de confidencialidad que firmaste. Si no podemos probar que es posible añadir ADN adicional al del padre y la madre, ¿qué plus obtenemos? No puedes negarte. Tienes que hacerlo.

—Tony, es seguro —le animó el biólogo—. Hemos hecho simulaciones. Podemos con ello. Me aseguraré de que salga bien.

El aludido resopló, echando una mirada preocupada al feto. Su futuro bebé.

—¿Y a quién le pediremos sus genes? —preguntó entonces—. Nadie quiere comprometerse.

—Me hablaste de un chico muy inteligente que creías que encajaría en la empresa —respondió su jefe—. Creo que es hora de que le avises, que me envíe su curriculum y oye... Si da el perfil y quiere ofrecerse, podría pasar a trabajar con vosotros.

Tony se apoyó sobre una de las mesas, pensativo.

Durante el último mes, desde que dejara el local, Peter había estado buscando trabajo sin obtener buenos resultados: repartidor de pizzas, cartero, promotor de perfume en grandes almacenes... Todos trabajos temporales cuya duración no pasaba de la semana.

Sabía que Peter no quería, por nada del mundo, acceder a una vacante a través de él, pero esta vez se lo habían ofrecido. Además, estaba el aliciente de poder proporcionar su ADN al futuro bebé, lo que en términos científicos le convertiría de alguna manera en su progenitor, al igual que Tony.

—Se lo comentaré.


○ ○ ○


Se atragantó con el pequeño trozo de carne que se había llevado a la boca. Tosió durante unos segundos y bebió Coca Cola.

—¡¿Qué yo qué?!

Se encontraban cenando en el restaurante favorito de Tony, donde acostumbraban a ir todos los viernes sin excepción.

—Piénsalo, Peter. Mi bebé llevaría tus genes. Sería nuestro bebé.

—Iba a serlo de todas maneras, sin mi ADNI de por medio —Aún estaba en shock por la propuesta—. Tony, es... es peligroso.

—Lo sé, pero no tengo otra opción —le dijo mientras cortaba su bistec en trocitos—. Si me niego, el contrato se rescinde. Sin contrato de por medio, pierdo la custodia y el feto pasaría a pertenecer al completo a la empresa. Sólo me queda seguir adelante y velar por su seguridad. Además, mi jefe quiere contratarte. Me ha pedido que le envíes tu curriculum.

—¡Oh, genial! —repuso con sarcasmo—. Enseguida se lo mandaré. Estoy seguro de que sabrá apreciar mis cinco años de prostituto con un máster en felaciones.

—Lo del curriculum es un formalismo. Te va a contratar igual. Tienes buenas referencias mías.

—Nunca trabajé para ti. Era todo una patraña para que mi tía no se asustara.

—No te preocupes por eso —le sonrió—. Déjamelo a mí. 

El chico del antifaz (Starker)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora