Seguí caminando hacia la casa hasta que me percaté que oía más claro, como si hasta llegar aquí hubiera tenido los oídos tapados y recién ahora se me hubieran abierto. Parecía haber un zumbido colmando el ambiente, que se incrementaba con el viento, como si este fuese el maestro de orquesta que guiaba sus tonos y su forma.
El viento comenzó a soplar cada vez más fuerte y los relámpagos fulguraron el cielo nocturno. Nunca había visto una noche así, era una noche tormentosa como ninguna, aun no caían gotas pero las luces que iluminaban el cielo eran tan intensas que parecían miles de flashes que intercalaban el color del cielo de negro absoluto a múltiples motas de nubes blancas brillantes, pero aun así la noche permanecía absolutamente silenciosa, sólo se oía ese fuerte zumbido, como si los truenos no pudieran atravesar los altos y duros muros, como si la casa hubiera decidido que nadie más era bienvenido y ni siquiera el poderoso estremecer de los truenos tuvieran la fuerza de atravesarlos, aquí atrapados estábamos sólo yo, sólo el viento y su orquestal zumbido, sólo él en la oscuridad, en la penumbra de los pasillos de la Casa Olimpo, esperando a verme, esperando con su fría mirada y sus brillantes ojos que se hincan en el alma y la desvelan, oculto en una oscuridad que mis ojos no pueden penetrar, totalmente consciente de mi presencia, esta es su casa y este es su mundo, él es totalmente consciente de mi llegada.
Me apresuré y corrí hacia la entrada, la puerta por suerte estaba abierta, era cálida y con amplias ventanas, la atravesé y accedí a un corredor con una puerta a la izquierda y una a la derecha, las ignoré y seguí hacia el frente hasta llegar al hall de la casa, al que era inaccesible por el frente, porque estaba cerrado por ese grueso portón, tan grande, tan alto, tan macizo y pesado, tan pesado que no soy capaz de imaginar si alguien alguna vez pudo atravesarlo y ser bienvenido en esta casa, sólo debía abrirse si la visita era alguien muy especial, ¿Valdría sino el esfuerzo de abrir semejante puerta por cualquiera? Claro que no.
El hall era muy grande, abierto y totalmente vacío, la casa parecía una cáscara vacía, solitaria y oscura, mis pisadas hacían eco, y hasta incluso en el silencio del ambiente podía escuchar el eco de mi propia respiración, ¿era eso o la respiración de la propia casa?
¿Cómo podía vivir alguien asi? En una soledad infinita y eterna, un mundo construido para si, un mundo que jamás compartiría con nadie, un mundo de absoluta y penetrante oscuridad.
Probé intentar abrir el gran portón de enfrente, para asegurarme tener una salida rápida al exterior, pero no tuve éxito, estaba cerrado, como lo sospeché desde el inicio, y sin la llave no podría abrirlo nadie jamás, pues su madera era demasiado dura y también lo parecía su alma. ¿Pueden las puertas tener alma? Esta parecía que sí, incluso parecía observarte, al igual que desde el lado exterior sus hojas tenían relieves de ramas que se retorcían en sus puntas formando figuras, algunas de las cuales eran idénticas a sus ojos, duros y penetrantes, ojos que juzgan y deciden quién puede cruzarla y quién no.
Pero yo estaba aquí dentro, lo había logrado, por fin estaba revelando los misterios que esconde en su interior, misterios a los que fui invitado a desvelar, porque ¿a quién permitiría entrar si no es a mi? Yo que fui tan cercano a él en nuestra juventud, el único a quien tenía, al único al que dejaría entrar en su interior, pero, ¿la puerta lo sabría? Claro que lo sabría, este mundo es suyo, estoy seguro que él sabe que estoy aquí, que llegué por fin a verlo.
Las dudas comenzaron a invadir mi mente, yo no entré por la puerta frontal, lo hice por detrás, me colé por un lugar que quedó abierto, ¿estaba autorizado a estar aquí? ¿Si me parara frente a esa puerta me juzgaría bien para permitirme entrar? No había pasado por la prueba, la puerta no me había juzgado, era un intruso en la casa. Pero no, no puede ser, él me había invitado muchas veces y yo había sido quien había rechazado la invitación, si había alguien que valía la pena para atravesar esa puerta era yo, a mi me habían dado el permiso de venir, fue culpa del posadero que tuve que hacerlo por detrás, pero si me hubiese parado frente a este portón estoy seguro que se hubiese abierto para mi, no tengo dudas de ello.
¿Y si él se hubiera enojado por mis rechazos frecuentes a visitarlo? ¿Y si ya no fuese bienvenido? No, no, eso no podría ser, yo ocupo un lugar especial en esta casa, sé que es así.
Los sonidos de la tormenta comenzaron a llegar y empezaron a oírse los primeros truenos, las luces seguían atravesando las ventanos, pero los infinitos flashes que me habían deslumbrado habían cesado y los relámpagos se daban a intervalos más espaciados. También había empezado el sonido del agua caer, la lluvia era copiosa fuera y la tormenta muy fuerte, qué suerte la mia que comenzó justo que logré entrar, sino, quizás las puertas se hubieran cerrado para mi para siempre. Pero ahora, ¿Dónde está él?
Me giré hacia la dirección opuesta a la puerta de entrada del frente de la casa y miré hacia el corredor por donde había venido. En esa dirección, en el hall, se elevaban dos escaleras, una a la izquierda y otra a la derecha. Ambas iban al mismo lugar, una especie de plataforma, un balcón, un entrepiso, y allí, un nuevo portón, lo podía ver desde aquí abajo. Cierta alegría me dió ver que emanaba cierta luz por los huecos, parecía que cerraba la única habitación iluminada de toda la casa, allí debía estar él, esperándome.
Me dirigí hacia allí subiendo por las escaleras, desde el salón se veían sólidas, pero al pisarlas rechinaban y el rechinar se estremecía en toda la casa, cada paso lo daba con extremo cuidado, no quería perturbar a la oscuridad con mis pasos, no quería que la casa supiera que había entrado sin permiso, que me había saltado el juicio de la despiadada mirada de su portón, por lo menos hasta poder verlo a él y que él le explicara que yo soy diferente.
Insistí fuertemente con el picaporte, pero el portón no se abrió, ¿cómo puede ser? ¿Por qué se encierra incluso en sus adentros? ¿Qué misterio más profundo hay dentro de esta casa que deba estar detrás de una segunda puerta? Esto no puede ser, ¿por qué aquellos que lograron entrar a esta casa, atravesando sus gruesos muros o enfrentándose al despiadado portón de entrada podrían no ser dignos de ver lo que esté detrás de esta puerta?
Una fuerte ráfaga de viento me hizo recordar nuevamente aquel zumbido, que se volvió más fuerte, como una incesante nota de un piano, o la cuerda grave de un violín, sonó estremecedor e inundó el ambiente, me tomé de la baranda y observé el hall, y allí me clavó su mirada, el portón sabía que estaba aquí, y me juzgaba.
Sin poder despegar la mirada de tan aterrador trozo de madera, di varios tímidos golpes a la puerta, pero nada ocurrió, volví a golpear un poco más fuerte, pero nadie vino a abrir.
De forma abrupta el zumbido se detuvo y el único sonido ambiente fué el de los truenos y el de la lluvia cayendo fuera, me percaté que mi respiración se había acelerado. Aquí no hay nada, estoy sólo yo, yo en la oscuridad, detrás de esos muros blancos, atrapado, la casa me tiene, ¿Me transformaré en una de esas almas en pena condenadas a rasgar sus uñas contra los muros del cementerio? No, él debe estar en otra parte, en alguna de las otras salas, debía alejarme de la luz que emergía por debajo del portón para adentrarme en la oscuridad de la casa.
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Casa Olimpo
Mystère / ThrillerUn hombre contacta con un viejo amigo a quien no ve hace años y de quien tiene gratos recuerdos, pero entre las líneas de las cartas que recibe percibe algo extraño, ¿su viejo amigo ha cruzado el umbral de la locura? Acompáñalo a conocer su extraña...