Introducción

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Atsumu Miya se encontraba viendo a aquella chica, siempre pensaba que era la mujer más hermosa sobretodo cuando se ponía a ver el paisaje de aquella manera.
La había llevado al Monte Kitadake, pues sabía que amaba la naturaleza e intentaba llevarla a diferentes lugares así cuando tenían tiempo para estar juntos.
Verla ahí parada con su cabello largo, sus grandes ojos y largas pestañas era lo que más apreciaba del paisaje.
— ¡Oy, Miya! ¿Te quedarás viéndome todo el rato? – se burló ella.
— ¿De qué estabas hablando, tonta? No te estaba viendo – se quejó él.
— Sí, claro. Haré como que te creo –
Atsumu la alcanzó y levantó dándole una vuelta.
— Tienes suerte de que te ame tanto, Momo o de otra forma ya te habría puesto en tu lugar – admitió Atsumu.
— Al contrario, si no me amaras no estaría aquí – corrigió Momo en medio de risas.
Atsumu la bajó al suelo sin soltarla y le dio un tierno beso.
— Pero es al revés, estás aquí y tienes esto puesto – dijo agarrando su mano izquierda donde llevaba su anillo de compromiso.
— Eres un idiota – rió Momo mientras se zafaba del abrazo y se echaba a caminar.
La puesta de sol era hermosa en aquel lugar así que no desperdició el tiempo y comenzó a cantar aquella canción de siempre.

Dentro de mi cabeza puedo oír tu voz.
Incluso ahora mi corazón se agita.
Tu siempre estás en mis recuerdos, sonriendo gentilmente.
Aquel día camino a casa yendo de la mano estábamos sonriendo los dos.
Pensé que esto debía ser así para siempre.

Atsumu puso los ojos en blanco y la volvió a abrazar por detrás.
— ¿Por qué siempre cantas esa canción? Es demasiado triste... – se quejó
— Pero es muy linda... Si algún día muero ¿la cantarías para mí? – preguntó ella volteando a verlo.
— Momo... No digas esas cosas ni de broma, si algún día te pasara algo me moriría contigo – contestó Atsumu seriamente y la abrazó aún más fuerte.
— Cuando regrese de la excursión de investigación ¿me volverías a traer? – le preguntó Momo.
— Claro que sí, a dónde me pidas –

Aquel era el último recuerdo que Atsumu tenía de Momo, poco tiempo después durante la excursión su prometida tuvo un accidente.
Nadie supo explicarle ni a su familia ni a él qué era lo que había pasado, solo les dijeron que estuvo en un accidente...
Cuando fue la ceremonia fúnebre no pudo verla, como aquella chica había donado cada uno de sus órganos y sus padres no quisieron que la gente la viera así por lo que se llevó dicha ceremonia después de cremada.
Atsumu concedió a aquella chica su canción, se la cantó con todo el cariño del mundo y cuando dijo:
Aún tengo el anillo que me diste aquella vez.
Porque este fue nuestro último signo de promesa.
Incluso si estás en un mundo muy muy lejano.
¿Aún conservas este lazo?

Puso al lado de su urna el anillo que le habían entregado a Atsumu momentos antes y que había pertenecido a Momo.
Juró que jamás se quitaría aquel anillo.
Probablemente jamás encontraría a alguien como ella y no le interesaba encontrar a alguien más.
Momo es y sería para siempre el amor de su vida.
Nada lo haría cambiar de parecer.
O eso pensaba.

Mientras tu corazón siga latiendo ~FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora