Gripe

711 102 0
                                    

Sakusa se levantó de una siesta, se había cansado de repente pero ahora que se despertaba supo de inmediato que algo no estaba bien.
Su nariz estaba congestionada y su garganta le dolía.
Comenzó a respirar entrecortadamente, ¿cómo era posible que estuviera enfermo? Hacía tres años que no se enfermaba.
Después lo recordó... Atsumu salía, salía sin las precauciones que él tenía... Atsumu tenía gérmenes...
El aire le faltaba cada vez más que pensaba en todo lo que podría haber hecho que se enfermara y de un momento a otro todo se desvaneció.
Despertó de un sobresalto.
— Oy, Omi-Omi... Tranquilo... Estás en el hospital – dijo Atsumu.
— ¿Eh? – preguntó confundido.
El doctor entró en ese momento con expediente en mano.
— Sakusa Kiyoomi... Pensé que te dije que no te quería de vuelta aquí – dijo aquel señor.
El pelinegro rió un poco.
— Supongo... Que entré en pánico un poco... – explicó con voz gangosa debido a la gripe.
— Y yo te dejé en claro que podías enfermarte más fácil porque necesitas tomar inmunosupresores... Y que vinieras conmigo pero no de este modo – lo regañó el doctor.
— No me había enfermado en tres años... Seguramente es su culpa – contestó Sakusa apuntando a Atsumu.
— ¡Oy! ¿Yo? No hice nada, ni siquiera estoy enfermo – se quejó el rubio.
— El hecho de que no estés enfermo es porque eres inmune a esa cepa... Sakusa no tiene anticuerpos contra casi ninguna enfermedad debido a que su misofobia comenzó desde muy joven – explicó el doctor.
Hubo un momento de silencio...
— No te tienes que preocupar, Sakusa. No morirás de esto, solo debes tomar los medicamentos necesarios tal y como te lo indique y listo. Pero me gustaría que estés aquí por hoy, fue un ataque de pánico muy fuerte y quiero estar seguro de que estés bien – siguió el doctor para después de irse.
Atsumu suspiró profundamente.
— Omi... Por favor no te enojes – pidió, se sentía mal porque sabía que era verdad que había sido su culpa.
Sakusa no contestó, ni tenía pensado contestarle todo el día.
Regresaron a casa del pelinegro en la noche, éste entró primero para arreglar las cosas para que entrara Atsumu pero una vez que él se había desinfectado le cerró la puerta en la cara al rubio.
Atsumu estuvo tocando la puerta y gritando que lo dejara pasar pero no abrió cerca de una hora hasta que finalmente decidió que el rubio había tenido suficiente.
— No duermes conmigo hoy. Arreglé el sillón – le dijo comenzando a caminar y luego se paró — Dejaré la puerta abierta por si quieres ir a checarme... –
Después de eso ninguno de los dos dijo nada más y durmieron en sus respectivos lugares.
Sakusa se levantó al sentir algo frío contra su piel.
Abrió los ojos y le dolía la cabeza.
— ¿Qué... Haces aquí? – preguntó algo molesto
— Shhh, no te enojes. Tienes fiebre, intento bajarla – explicó Atsumu.
El pelinegro no dijo nada más.
Vió como Atsumu remojaba de nuevo la compresa.
— Mi cabeza me duele... – se quejó Sakusa.
Atsumu asintió.
— Me imagino... Pero no puedo darte algo ahorita, te acabas de tomar la medicina – le explicó.
Pasó un tiempo y la fiebre no le bajaba así que preparó la tina para Sakusa.
Lo ayudó a ir hasta el baño e incluso entrar a la bañera.
— Está helada... – se quejó su novio.
— No, Omi... Tienes demasiada fiebre, está calientita – dijo Atsumu.
Sakusa lo volteó a ver con ojos cansados.
— Tal vez... Es mi yo enfermo y vuelva a estar enojado contigo cuando me sienta bien... Pero, perdón. Perdón por dejarte afuera, estar enojado y porque me tienes que cuidar... – dijo y Atsumu simplemente acarició su mejilla.
— No tienes de que preocuparte, Omi-kun. Todo estará bien – contestó sonriendo.
— No... Soy un idiota... Y estás estancado conmigo – contestó Sakusa llorando — A veces... Creo que no merecía el corazón de alguien tan buena y querida como ella... – continuó poniendo su mano en aquella cicatriz.
— Oh, no digas eso, Sakusa... Nunca digas eso... – dijo Atsumu enjugando sus lágrimas y puso su mano también sobre su cicatriz.
— No... No la toques, es asquerosa... – dijo el pelinegro.
— No es asquerosa, Sakusa... Para nada... Sé que tú lo ves como un símbolo de debilidad pero yo solo veo lo fuerte que eres y que realmente quieres vivir. Y no estoy "estancado" contigo, estoy aquí porque me gustas... – respondió Atsumu.
— ¿Por qué me quieres? – preguntó Sakusa aún con lágrimas en los ojos.
— Porque me gusta tu cabello, tus extraños lunares... Me gusta tu forma de ser, me gusta tu manera de demostrar amor, me gusta cuando me abrazas por las noches, me gusta que me hayas dejado besarte, me gusta estar contigo, también me gusta lo malo de ti como tu extraño miedo a los gérmenes y bacterias. En general me gusta cada parte de ti – concluyó Atsumu sonriendo — Y lo mejor... Ya no tienes fiebre –
Sakusa sonrió un poco.
— Ayudame a salir – pidió.
Atsumu lo envolvió en una toalla inmediatamente después de que pudo salir de la tina, le pidió que se secara bien y le dio su ropa.
Una vez cambiado se acostaron juntos, esta vez fue Sakusa quién se durmió sobre el pecho de Atsumu.
Ahora entendía porqué al rubio le gustaba aquello... Se sentía querido y seguro en los brazos de Atsumu, le gustaba como estaba jugando con su cabello, se sintió especial y solo así se pudo dormir.

Mientras tu corazón siga latiendo ~FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora