NO SOY UN MONSTRUO ✓

capitulo 2

Capitulo 2.
Acosadora.

Son kwan

El primer día no era como lo había planeado. Soo no dejaba de atormentarme, susurrando en mi mente, recordándome lo que era y lo que temía llegar a ser. Cada palabra suya se sentía como una daga afilada, desgarrandome por completo.

Y esa chica... Mia. Debía alejarme de ella o, de lo contrario, se convertiría en su blanco. No podía permitir que Soo lastimara a más personas. Era un pensamiento aterrador y, a la vez, desesperanzador.

Salí de la escuela con una sensación creciente de que alguien me seguía. Al principio, intenté ignorarlo, pero ese presentimiento se volvía más persistente y empezaba a ponerme nervioso, hasta el punto de tropezar con las personas que se cruzaban en mi camino.

—¡Fíjate!—Gritó un hombre, molesto.

—Lo siento—Murmuré, haciendo una reverencia. Aproveché la distracción para mirar hacia atrás de forma disimulada y vi una cara conocida.

Mia...

Aceleré el paso, buscando perderme entre la multitud. Las personas comenzaban a acumularse, lo que me permitió distanciarme de ella. Cuando finalmente sentí que la había dejado atrás, me detuve para recuperar el aliento y, aliviado, emprendí el camino de regreso a casa.

—Hola, hijo. ¿Qué tal tu primer día?—Preguntó mi madre apenas crucé la puerta.

—Hola... Muy bien. Buenas noches—Respondí, subiendo a mi habitación. Deje mi mochila en la cama y entré al baño para lavarme la cara. Al mirarme en el espejo, vi a Soo. Era como yo, pero sus ojos eran completamente negros y las venas negras en su rostro se notaban con intensidad. Soo  Siempre llevaba una sonrisa cínica, como si disfrutara del caos que podía causar.

Podía verlo en los espejos o escucharlo en mi mente. De cualquier forma, sabía como atormentarme.

—Esa chica siente mucha curiosidad. ¿Debería poner en práctica lo del gato curioso?—Propuso, su tono  estaba lleno de malicia.

—No lo hagas, por favor—Supliqué, asustado. Su risa resonó en mi cabeza, un eco que no podía ignorar.

—Kwan, tarde o temprano sabes que lo haré. Es mejor hacerlo pronto que tarde.

—No podrás hacerlo...—Aseguré, tratando de sonar firme, aunque mi voz temblorosa delataba mi miedo.

—Ya me sé esta historia. Siento como si la hubiera leído mil veces—Dijo, mirando mi mano derecha. Las venas empezaron a tornarse negras, y rápidamente coloqué mi mano izquierda sobre la derecha, intentando retenerla. Sin embargo, al mover su mano, mi mano derecha también obedeció su mandato.

—Recuerda que no me verán a mí cuando la mate, sino a ti.

Poco a poco, mi mano se acercó a mi cuello, y empecé a sentir la presión, el aire escaseando, me estaba ahorcando.

—No... puedes. No puedes... Matarme o morirás—Recordé, y el agarre se hizo más fuerte, nublando mi visión, intenté alejar mi mano con desesperación pero fue en vano.

—Qué iluso eres, Kwan. El mal nunca muere.

—¡Kwan!—Llamó mi madre, entrando a la habitación. En un instante, antes de que ella pudiera ver, Soo soltó su agarre, dejándome caer al suelo sin fuerzas. —¡Oh, Dios!—Corrió hacia mí al verme en el suelo.

—A... aléjate—Logré pedir, intentando recuperar el aire, ella se detuvo estando a solo unos centímetros de mí.

—No puedo de...