¡No estoy enamorado de ti! (Law × Luffy)

028; Robin.

El dilema de "dejar ir" ¿Algún día seremos capaces de entender algo como eso? ¿Por qué cuesta tanto? ¿Por qué aún siendo consciente del daño ocasionado te aferras a cosas que ya no son? A cosas que ya no pueden ser, cosas que ya no tienen futuro y no estaban destinadas a ser; eso pensaba Luffy, pensaba que, todo se había salido se control, y era cierto, pero tenía bien metido en la cabeza que de ahora en adelante no podía amar a ninguna otra persona, solo a él mismo.
Tal vez podía ser egoísmo, tal vez su ego ahora era más grande que su espíritu, ni el mismo lo sabía, lo único que si sabía, es que estaba dispuesto a irse lejos, quería ser libre, quería soltarse de todas estas cadenas invisibles que le habían tirado hacia abajo una y otra vez, solo por confiar en la persona menos indicada, solo por creer que tal vez, en un mundo de infinitas y pequeñas posibilidades, Law podía cambiar.

— Luffy —. Aquella voz áspera característica del peliverde saco al más pequeño de sus pensamientos.— ¿Como llegaste anoche a casa?

— ¿No te parece extraño? —. Dijo el menor sin más.

— ¿Que cosa? —. Preguntó el mayor mirándole de arriba a abajo, sin entender porque de repente parecía estar tan fuera de si mismo.

— Lo mucho que las cosas han cambiado —. Luffy seguía viendo hacia la nada, desanimado.

Zoro atravesó la habitación y se sentó a su lado en aquel sofá.— Bueno, eso sucede ¿Que tiene de extraño? —. Él intentaba entenderlo porque Luffy era importante para él, pero hasta el mismo Zoro sabía que no tenía un buen consejo que darle, ni nada parecido.

Luffy solo suspiro y dejo caer su cabeza hacia atrás a la par que sus ojos descendieron lentamente. Se arrepentía de muchas cosas, eran tantas que necesitaría más dedos de los que poseía para poder contarlas. Se culpaba a si mismo de toda la situación, y aborrecía el momento en el que su mente había tomado el control de todo, ahora era incapaz de poder experimentar algo más que infelicidad.

— ¿Alguna vez regresaremos al mar? —. Preguntó el peliverde directamente, sacando nuevamente al menor de sus pensamientos.

— Tal vez algún día...

Sentado en el balcón, viendo entrar por la puerta principal al rubio y el crespo narizon, recordó aquellas palabras que el último le había dicho la noche de ayer; ¿No crees que es momento de que conozcas a otras personas?
¿Realmente era lo que necesitaba para llenar aquel vacío? No podía saberlo, lo único de lo que estaba completamente seguro, era de que por más que amara y extrañará al sujeto sin nombre, no volvería a él jamás, aunque todas las noches llorara de dolor y arrepentimiento, se había acabado, era el fin, no quería nada más.

— Vamos hombre, anímate un poco —. La voz rasposa del rubio se hizo presente a la par del sonido de sus zapatos.

Luffy ni siquiera se inmutó, siguió mirando hacia el paisaje con sus manos cruzadas recargadas en aquel mural, pronto aquel olor a cigarrillo característico del rubio lo penetró.

— Quisiera darte un buen consejo amigo...

— No lo necesito —. Interrumpió sin expresión alguna, con sus ojos perdidos en la nada y esos labios totalmente descoloridos y secos, se veía como un muerto, había muerto en vida.

Sanji cerró sus ojos, intentando buscar algo bueno que decir, por más caprichoso que fuera su capitán, tenía que haber alguna manera de darle un poco de calma en este huracán.

— Luffy... —. Le miró con expectación, aunque el otro aparentara estar solo.— Deberías tomar en cuenta que tu cabeza solo tiene una parte de la historia...

Finalmente Luffy le miro, no tenía expresión, pero al menos le miro. Y aún así, fue incapaz de decir algo, pero al menos tenía su atención.

— Mira —. Tiro su cigarrillo, listo para aquella explicación.— No pretendo defenderlo ¿De acuerdo? No le debo nada a ese tipo y estas completamente en lo cierto cuando dices que nuestras vidas estaban mucho mejor antes —. Alardeaba con sus manos y su expresión de seguridad hacían que el corazón de Luffy se calentará un poco.