En busca de la Luz.

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Respiró hondo y guardó sus rasposas manos en las bolsas de su sudadera índigo, contempló la tenue luz de la sala y cerró sus ojos con pesimismo.

Las hojas frente suyo ansiaban ser contestadas y él se preguntaba si fuera necesario hacerlo, ya que su promedio final le importaba en lo más mínimo.

"Una luz, debe haber una luz, dicen que la luz es esperanza".
 
Suspiró cansado de la rutina que lo aprisionaba y apoyó su cabeza sobre las hojas en blanco pensando que tal vez, solo tal vez, la vida le tenía guardado algo mejor.

Se levantó del asiento provocando que este raspara el suelo con tal insistencia que logró crear que un sonido agudo e irritante se apoderara de la habitación por lo que sería un segundo eterno. Un segundo en el que todo cambio.

-Una luz, ¿eh?

El joven retrocedió unos cuantos pasos jurándose a sí mismo que esa imagen solo era producto de un estresante insomnio.

La figura le sonreía, atractivo, burlándose de su pequeña capacidad de entender las cosas, de entender el sentido de esta miserable vida.

Sus miradas se fijaron una en la otra, la del chico era como la de un cordero a punto de ser sacrificado, indefenso; a diferencia de la mirada de la persona visitante, firme, psicópata, asesina.

"¿Acaso puede leer lo que pienso?"

Se cuestionó el joven sintiendo como el sudor se acumulaba en su frente, resbalándose poco a poco por su cara, cayendo por su barbilla hasta llegar a un suelo opaco, sin vida.

El "visitante" lanzó una sonora carcajada, como consecuencia la capucha negra cayó, descubriendo su rostro.

El joven sintió el oxígeno desvanecerse al ver que su nuevo compañero tenía una similitud con él mismo que podría hacerse pasar por una copia perfecta.

-¿Leer lo que piensas?, eso y mucho más novato.

La recamara parecía hacerse un poco más angosta cada milisegundo, o tal vez el visitante se movía de manera tan extraordinaria que producía el efecto de cambio de proporciones.

El chico retrocedió zigzagueante, golpeando rápidamente con la pared oscura, al chocar sintió como unos brazos, viscosos brazos, envolvían sus extremidades dejando un rastro pegajoso, asqueroso, verdusco, con un olor tan nauseabundo como un cuerpo en putrefacción, tal vez un poco peor; sentía sus ojos arder y odiaba no poder apaciguar el fuego que lo consumía, quemando su interior, lentamente, mientras que sus visitante solo lo miraba divertido.

-¿Qué haces?, ¿Por qué estás aquí?

Se esforzó a decir el joven aprisionado, su voz se escuchaba ronca y distante. Un leve eco al final de cada dolorosa palabra.

-¿Qué?, ¿No recuerdas nuestro pacto?

El visitante levantó una ceja ofendido y se desplazó por la angosta habitación hasta quedar a la altura de su oído, susurrando con malicia:

-Te doy la luz que buscas, si...- posó su mano en su cuello, moviendo provocativamente sus dedos sobre su piel- ... tú me das tu lugar en este mundo, ¿acaso no estás cansado de todo esto? No me digas que no lo recuerdas.

El joven se quedó pasmado, recuerda eso, claro que lo hacía, pero para él solo había sido un truco que su mente le había jugado, todo era tan borroso.

Asintió contra su voluntad, era como si unos hilos jalaran su cuello de abajo hacia arriba, pero no opuso resistencia.

"Da igual, ha de ser solo un sueño más".

Cerró los ojos con fuerza escuchando las sonoras carcajadas del ser visitante y pronto sintió como su pecho se oprimía haciéndolo doblar hasta quedar en el suelo, retorciéndose como un vil pez fuera del agua.

Tuvo que abrir los ojos al sentir el calor arder en su piel.

Desnudo, indefenso.

Al adentrarse en su nuevo paisaje observó miles de carteles flotando por todo el lugar, unos más grandes que otros, rotando con superioridad sobre él, donde en letras grandes y rojas se leía:

"AQUÍ ESTA LA LUZ QUE QUERÍAS".

Lanzó un grito sofocado, combinación de la sorpresa de su estado actual y el dolor que sentía por el fuego quemando su piel, sin parar, constante.

"Pero si esto es el mismo infierno".

Risa. De nuevo esa risa burlesca.

-Tú querías luz, hasta te dí de más, ¿ni un gracias?

¿De dónde venía? No tenía la menor idea, pero deseo haber estado un poco más consiente en sus acciones, en saber cuándo estaba dormido en vida, deseo nunca haber tentado a la suerte con un ser que transmitía todo, excepto lo que la sociedad afirma como "bueno".

Pero todos cometemos el error de pensar que la luz significa vida.

Fin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora