Cap. 10

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La noche había pasado y trayendo consigo su final llego la mañana; zoro y sanji dormían uno pensando en lo que había sucedido la noche anterior y el otro pensando en cómo hacer que sus sentimientos recién descubiertos fueran aceptados.

Ninguno de los dos había dormido bien y Sanji se cargaba una resaca de los mil demonios, claro era lo justo después de beberse casi tres cuartos de una botella de 5 litros y con su baja resistencia, era de esperarse.

Los rayos comenzaron a dar de lleno contra el rostro de sanji, una vez harto de que sus intentos por fingir dormir fueran frustrados por la naturaleza se sentó en su futón.

Una vez sentado la cabeza no dejaba de darle vueltas puso sus manos sujetando esta, tratando así de aminorar el dolor, pero no fue así. Rindiéndose a la resaca intentó ponerse de pie para tomar una ducha, pero al tratar de ponerse de pie la cabeza solo le dolió más.

Zoro al ver lo que el rubio intentaba hacer se puso de pie e intento ayudarlo. Se acercó y lo tomó del brazo para luego cargarlo como princesa.

-¡¿Pero qué haces maldito marimo?! ¡Suéltame!-  el rubio en brazos del peliverde se removía, haciendo más difícil la tarea de ayudarlo. Zoro esquivando las patadas y golpes del otro se dirigía a la ducha, cuando por un despiste el rubio hizo que lo soltara cayendo estriposamente en el suelo. -¡¿pero qué carajos hacías?!-

Ante el comentario el peliverde solo alzó una de las cejas, frunció el ceño y se encogió de hombros, para luego dirigirse a la puerta, equivocándose de dirección  para luego redirigirse al lado correcto.

-¿Pero que...?- sanji simplemente meneó la cabeza, no entendía que había querido hacer el marimo, estaba confundido y ligeramente exaltado. - Si tan solo fuera Luffy no me trataría así.- se replicó para sí que lo que pensaba no era lo correcto y trato de llegar nuevamente al baño y darse una ducha, una vez que llegó y se metió en la tina se auto felicitó, orgulloso de su esfuerzo, ya que muchas veces había tenido que moverse a rastras por el dolor de cabeza.  Se sentó en la tina y dejó que el agua resbalara por su cuerpo calmando ligeramente sus dolores de cabeza.

Por otro lado Zoro, se había perdido, caminaba observando unas tiendas. Le preocupaba lo que pudiera llegar a sentir a cerca del cocinero, el no ser correspondido y las posibilidades de cometer el mismo error que con su capitán. La mente no dejaba de darle vueltas a sus distintos problemas, unos más molestos y difíciles que otros, pero aun así problemas. Pasaba por una de las riendas cuando escucho la inconfundible risa de Luffy. Se escondió y se sintió algo estúpido por eso, pero aun así los observó. Se veía realmente feliz y le frustraba que esa felicidad no fuera a causa suya, envidiaba al moreno por haberle robado la atención que con el paso de los años había logrado obtener del pequeño pelinegro. Dejando de lado su melancolía se alejó sin que nadie notara su presencia, camino tratando de alejarse lo más posible del sitio donde estaba la pareja que tanto dolor le causaba. Rememoraba todo lo acontecido y se arrepentía de cada hecho, sin darse cuenta llegó a una tienda de licores, entró y comenzó a observar detenidamente las botellas y años en las etiquetas. Un anciano se le acercó.

-¿Busca algo en especial?- dijo mientras lo observaba con detenimiento. En realidad quería un buen sake, pero recordó que el rubio ya había llevado uno a donde estaban.

- No viejo, solo observo- y siguió observando. Sin decir otra cosa el anciano lo dejó y se sentó  detrás del mostrador. Una vez que se hubo hartado de ver y no poder beber nada salió de la tienda.

Una vez que sanji se terminó de asear, decidió que debía hacer la comida al menos para ellos dos, pero en realidad no había comprado nada el día de ayer, más que el sake que el marimo solo se había negado a beber, haciendo que se bebiera casi media botella.

En la tardanza está el peligro... (CANCELADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora