En la tardanza está el peligro... (CANCELADA)

Cap. 4

POV ZORO.

Ese imbécil de Trafalgar se había llevado a luffy, ya llevaba más de 30 minutos buscándolos y ni rastro de ellos, hasta que noté unos sonidos extraños que salían de una de las compuertas que llevaban a los channels del sunny. Fui siguiendo el sonido que conforme me acercaba al submarino más fuertes se oían, agudice el oído y pude captar su voz, estaba gimiendo y nada más y nada menos que el nombre de ese bastardo. Mi corazón se partió en miles de pedazos, y un dolor muy prominente me invadió, yo no soy de esas personas que lloran así que no lo haré, pero este dolor y frustración eran insoportables. Me puse de pie y comencé a dirigirme a mi sala de entrenamiento, siendo el único lugar en el cual podía desquitar todos estos sentimientos insoportables. Una vez que hube llegado ahí tomé una de las pesas más grandes que tenía y entrené hasta que me dolió todo el cuerpo, me sentía destrozado, tanto física como emocionalmente, pero el dolor emocional era aún mas tortuoso que el físico, me quedé dormido en el suelo, adolorido y con el corazón destrozado.

POV Law.

Abrí los ojos por inercia, estaba muy acostumbrado a levantarme temprano sin importar que tan tarde me haya acostado anoche, la escena de un Luffy gimiendo mi nombre invadió mis recuerdos, Sonreí. Miré hacia un costado y ahí estaba, respirando lentamente y aún completamente desnudo, todavía no era hora de despertar ya que Huesos-ya aún no tocaba su melodía matutina. ¿Cómo lo sé? pues se podría decir que tengo el sueño algo delicado, ya que estando en mi submarino siempre tenía que estar a la defensiva por la seguridad tanto mía como la de mis nakamas. Me recosté de nuevo y sentí como Mugiwara-ya se acomodaba a mi lado y me abrazaba con brazos y piernas, como un koala.

-Zo-zoro- me quedé en shock, ¿había escuchado bien?, ¡estaba llamando a su espadachín, no!. No, debía haber una explicación lógica a todo esto, yo debía ser el dueño de sus pensamientos, no ese... Una ira y decepción invadían mi interior, lo quería a él, después de todo no me había elegido a mí. Pero no, no me rendiré, su cuerpo ya era mío así que no me detendré hasta obtener su corazón, esa idea se me hizo irónica ya que, literalmente, podía obtener su corazón. En fin no lo dejaría tan fácilmente.
Pasaron unos minutos y Mugiwara-ya volvió a removerse, entre mis brazos ya que había decidido abrazarlo; lentamente abrió sus ojos y dirigió su mirada a mi rostro, me dedicó una deslumbrante pero somnolienta sonrisa, y se aferró de nuevo a mí. Sus mejillas tenían un ligero tono carmín que lo hacía ver más tierno de lo que ya era.

-Torao, ¿ya es hora de comer?-

- No Mugiwara-ya, aún no.- siguió abrazandome y hundió su rostro en mi pecho.

- ¿Torao?-

- Dime-

- Me gusta tu olor- me extrañó su comentario, nadie me había dicho eso antes.

- ¿Mi olor?¿a qué te refieres?- se puso de espaldas a mí y se acomodó como pidiendo que lo abrazara y no me negué. Una vez que le hube abrazado suspiró.

- Me refiero a tu olor, me gusta, es tranquilizador y agradable, hueles a limpieza y a medicina. Me gusta, pero no me gusta tomar la medicina, eso sabe horrible- dijo al mismo tiempo que sacaba la lengua, no podía evitar ser infantil, aunque quisiera y creo que esa es una de las cosas que me gustan de él.

- mmm... Ya veo. Y ¿hay algo más que te guste de mí?- pareció pensarlo un momento ya que sentí cómo movió su mano hacia su barbilla y se movía ligeramente.

- Tus tatuajes, son geniales, me gustaría tener algunos.-

- No, tu estás bien así, créeme.- la idea de un lindo y tierno mugiwara-ya completamente tatuado me horrorizó.

-Ehhh, ¿por qué? Si Nami igual tiene uno y es genial- dijo al mismo tiempo que hacía un puchero. Lo tomé de la cintura y le di vuelta dejándolo enfrente de mí y me posicioné sobre él. Le di un beso, saboreando, nuevamente, su dulzura y él correspondió, aun con bastante torpeza pero ya con un poco más de experiencia que la última vez. (la noche pasada).
Me separé por falta de oxígeno, maldiciendo internamente, ya que no me era grato dejar esos suaves y carnosos labios, quería más. Pero algo interrumpió nuestro momento y fueron unos golpes en la puerta.