Capítulo seis: (No) Como siempre

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Su alarma sonó a las siete en punto, como todos los días.


Los primeros rayos del sol entraron por una pequeña separación que había en sus cortinas y le pegaron de lleno en la cara.


Amity gruñó por eso. 


Odiaba el sol.


Apagó su alarma. Ya no había sentido en retrasarse. El odioso sol ya la había despertado y de todas formas alguien vendría a verla para recordarle que tenía que bajar a desayunar. En el mejor de los casos sería la sirvienta en turno. En el peor de los casos sería su mamá. 


A quien odiaba tanto como al sol.


Se levantó e hizo su cama. Ya tenía su rutina, incluso podía decir que la hacía robóticamente.


Fue al baño para darse una ducha rápida. El agua estaba fría gracias a la frescura de la noche anterior, su mamá tenía la costumbre de solo permitirles agua caliente durante el invierno, aunque aveces incluso se le olvidaba y no la usaba. Tenía un buen sistema inmune. Ella y sus hermanos.


Pero el día de hoy sinceramente agradecía esa regla, pues amaneció caluroso.


Terminó de bañarse y se puso su uniforme, no sin antes haber doblado su pijama y haberla dejado en su cama.


Como siempre.


Miró su reloj. 7:12.


Suspiró con alivio. Su madre no había llegado a apurarla.


Se peinó como siempre; media coleta con el suficiente cabello abajo para cubrir su under-cut, que Boscha le había animado a hacerse; y metió su suéter del equipo dentro de su closet.  


Tomó su mochila de la escuela y sacó su libreta de química. Podría repasar un poco el tema de ayer, que estuvo un poco distraída. Nadie se había dado cuenta, como siempre. Amity Blight tenía la mejor técnica para hacer creer que escuchaba a las personas, cuando en realidad estaba en su mundo. En casa usaba mucho esa habilidad, y como dicen: La práctica hace al maestro.


No pasó mucho hasta que la puerta de su cuarto fue golpeada delicadamente. 


Había escuchado los pasos desde el inicio del pasillo, pero no quería interrumpir la rutina. 



—Amity, ya es hora de que bajes a desayunar —avisó la señora Swift, abriendo su puerta. La mujer tenía cincuenta y cinco años y había trabajado como ama de llaves desde hace diez años. Cuando recién llegaron a América a residir. 



Amity se había encariñado con la señora Swift. Era su persona favorita dentro de esta casa.

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