Hablemos de personajes

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Se puede decir que una peli sin actores no es una peli, pues lo mismo sucede con una novela, y si tanto nos fastidia una trama floja o una narración incorrecta, la presencia de personajes planos o sobrecargados, también se puede convertir en una mancha en nuestra historia.

Cuando creamos personajes debemos de infundirles un deseo superior a los demás, en la mayoría de los casos toda la trama de una novela se basa exclusivamente en el deseo de un protagonista. El camino a seguir, los obstáculos y sus aventuras no tendrán sentido si tu personaje no tiene un motivo real para seguir adelante. A veces el deseo se puede tornar algo confuso, pero nunca desparece del todo, presta atención y encontrarás en tus novelas favoritas un deseo que impulsa la trama.

Al desarrollar la historia debemos recordar que nuestros personajes, en esencial los protagonistas, se verán obligados a evolucionar, el cambio es un hecho necesario en la trama, a menos que desees terminar con personajes tan planos como el cartón.

Un truco muy útil para desarrollar un personaje es realizarle un cuestionario, tal cual fuera un amigo que acabas de conocer o tu paciente en una consulta de psicoanálisis, puedes someter a tu personaje a una serie de preguntas indiscretas desde qué clase de comida prefiere hasta en qué mes del año monta su árbol de navidad. Conocer a tu personaje es esencial, debes de saber tanto de él como de ti, y una vez que obtengas todo este conocimiento te será más fácil someter a tu personaje a la vida real, pues tendrás las herramientas para saber cómo responder a cualquier situación.

La siguiente es una lista bastante resumida de todo lo que debes o no debes hacer cuando de personajes se trata, y un par de trucos más.

Número 1
Decir que un personaje es alto, moreno y con dos filas de dientes, NO ES DESCRIBIR. Aspectos demasiado genéricos solo provocarán que tu lector visualice a tu personaje como una nube borrosa con dos ojos y cuatro extremidades.
Una buena descripción tiene que brindarnos una imagen más o menos clara del personaje, busca qué características físicas le hacen diferente al resto y escríbelas.

Número 2
Espejito, espejito, ¿quién es la más hermosa de la novela?
Por muy difícil que te parezca de creer, absolutamente nadie se detiene al espejo para pensar sobre el ancho de sus caderas o sobre sus brillantes rizos dorados, los aspectos cotidianos a menudo pasan desapercibidos por nosotros.
No obligues a tu personaje a realizarse un autodescubrimiento frente al espejo, y en cambio, utiliza tu creatividad y busca situaciones peculiares en las que tu protagonista se vea obligado a pensar en su aspecto, ya sea antes de una cita o en un viaje a la playa.

Número 3
A menos que tus personajes se encuentren a mitad de un desfile de modas, una exhaustiva descripción de su vestuario es tanto innecesaria como aburrida. Piensa que en solo ciertos casos nos podemos dar la libertad de repasar el armario de nuestros protagonistas.

Número 4
A los personajes secundarios también debemos prestarle atención. Evita agregar personajes con el único objetivo de hacer multitud, de alabar a tu protagonista o para luego desecharlos sin terminar su historia.
No te puedes exceder y opacar a tu protagonista con los secundarios, pero debes de crear personajes realistas que complementen la trama.
Recuerda que todos y cada uno de los personajes, tanto protagonistas como secundarios, deben de tener un papel en tu novela. No hagas personajes sin sentido.

Número 5
Hay un tipo de personaje en especial al que tratamos con diferencia, no tanto por amor y más bien por odio. No todas las historias incluyen uno, pero la mayoría de novelas siempre poseen un personaje cuyo mayor objetivo en la vida sea hacer el mal: los villanos.
Para crear un buen villano debemos recordar ciertos aspectos. Aunque el mayor motor de nuestro villano sea ser malvado, esa maldad debe de provenir de algún sitio, ningún villano puede ser villano porque sí, debemos de imponer nuestro sentido lógico y basarnos en algo antes de infundir maldad en un personaje.  Recuerden que no se nace siendo malo.
La mejor recomendación es hacer un villano persistente, con motivaciones reales, no intenten equilibrar al personaje con buenas acciones, y en cambio, ahonden en la retorcida mente de la maldad.

En resumen lo mejor que podemos hacer es mantenernos alejados de personajes demasiado perfectos, demasiado desgraciados, moralmente correctos o estereotipados. Sé original, pero no demasiado, es difícil, pero no imposible.

Y recuerda que los mejores personajes ya existen en la vida real, aprovecha tu entorno y aplícalo a tu novela.

Cuando de contar se trataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora