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Caricias bruscas, miradas lacivas, besos vacíos. Así había sido su luna de miel, y así volvía a ser ahora que Madara había retornado de su viaje de negocios, decidido a marcarlo, a ir en contra de su voluntad si era preciso.

Naruto sostuvo con fuerza las sabanas entre sus manos, estrujandolas y reprimiendose el llanto. Hasta que todo hubo terminado. Otro encuentro carente de sentimientos y emociones.

Él no tenía derecho a opinar, ni a ir en contra de los deseos de su esposo.

Fue tambaleante al cuarto de baño para tomar una ducha. Por breves instantes, vio su reflejo. Había una sombra en sus ojos, y otra más esparciendose en su corazón.
***

Ese día fue por Boruto mucho más temprano de lo habitual. En cuánto Madara se había marchado, Naruto abandonó aquella jaula gris y vacía. Lo hizo siguiendo el impulso y unos instintos que, hasta ese momento, él mismo desconocía tener.

Debía ser cuidadoso al respecto. Le había costado mucho trabajo convencer a su hermano de mantener silencio sobre la comida que tuvo lugar, y sobretodas las cosas, del beso. En realidad fue Sasuke quién se encargó de comprar el silencio de Boruto, ya que, este último, lo admiraba en demasía. Tanto que se sentiría muy mal si por su culpa, Sasuke tenía que dejar de darle clases.

Gruesas gotas heladas de lluvia lo salpicaban, pero su cuerpo se sentía tan liviano. Naruto apenas reprimió sus ganas por dar vueltas, pero la sonrisa estúpida no se borraba de sus labios. Incluso tenía ganas de reír. Se sentía tan bien, tan maravillosamente bien, que no le importó mojarse en el trayecto hacia el colegio.

Todavía no llegaba a la entrada cuando Sasuke salió apresurado hacia él, cubriendolo con su gabardina negra para refugiarlo también del frío.

Que imprudente que era. Pero ¿Y qué? solo quería verlo, ¿qué tenía de malo encontrarse con un amigo?

-Estás...- la mirada de Sasuke se le antojó analitica. Aún así, no le rehuyó el contacto visual. Tampoco impidió que le tomara el mentón entre los dedos para inspeccionarle las pupilas de cerca.

-Tenía ganas de verte- su voz sonó demasiado cantarina. De nuevo esa sonrisa estúpida del gato Cheshire que no se borraba de su boca.

Sasuke retrocedió un paso, tomandolo fuertemente de la mano para guiarlo hasta su coche.

-¿Qué hacemos aquí?- a Naruto le parecía en suma divertido lo que acontecía. Imaginó por un segundo, cuando el Uchiha encendía el motor, que se fugaban al país de nunca jamás. Ah, si, si. Allí no tendría que crecer, ni ser un padre o esposo. No habían responsabilidades en ese sitio. Ni errores. Podía jugar a ser Peter Pan, solo jugar y ser libre para ir a dónde él quisiera, con quién él eligiera.

-¿Qué tomaste?- preguntó Sasuke a su vez, mirandolo entre esceptico y molesto.

La sonrisa de Naruto aminoró un poco. Ya no recordaba qué hacía allí.

El vehículo se desplazaba a gran velocidad, y él no entendía nada de lo que pasaba; ¿Estaba soñando? Creyó que si. Ojala así fueran todos sus sueños. Pero al volverse en el asiento, leyó alarma y preocupación en los ojos de Sasuke.

El cosquilleo en su estomago se intensificó de un momento a otro. Fue cómo deslizarse a la tierra de las maravillas en cuestión de segundos. Cayendo y cayendo por el agujero, igual que Alicia cuando buscaba al conejo.

El vehículo había frenado, aparcandose en algún lugar que Naruto no logró enfocar.

-Sasuke, creo que voy a vomitar- abrió la puerta del vehículo y devolvió el estomago.

***

Sasuke permaneció en el cuarto todo el tiempo, hasta que Naruto despertó. Había tenido que dejarlo unos minutos para ir por Boruto, pero sabía que el rubio estaba fuera de peligro. Lo que fuera que haya ingerido, su cuerpo lo había rechazado por completo.

No comprendía semejante imprudencia, sin embargo, no podía juzgar nada. No hasta conocer el trasfondo de la situación.

¿Había hecho mal en buscarlo?

Miró a Boruto abrazandose del cuerpo del mayor, y sintió que, en efecto, así era. No debió buscarlo.

"Tenía ganas de verte"

Cerró los ojos y recargó la espalda sobre el muro. Que idiota e iluso que era. Naruto tenía una familia y, asi y todo, él se atrevía a insinuarsele, a hacer aquel tipo de movimiento indebido.

Cuando Naruto abrió los ojos, esperó un poco para acercarse. Lo deseaba, lo deseaba tanto. Quería tenerlo en su vida, pero no si con ello pasaba a destruir una familia.

-¿Cómo te sientes?- lo tomó de la mano, ignorando la mirada atenta del niño.

Naruto dejó de mirar el techo, se sentó y miró confundido en derredor.

-Yo estoy...

"Roto"

-...bien- esbozó la mejor sonrisa de su repertorio y correspondió el abrazo de su hermano. -Lo siento, no sé qué ha ocurrido.

Sasuke insistió en mantener el agarre, instandole a que lo mirara para poder esclarecer el asunto.

-Quisiera hablar de esto contigo, ¿Estás de acuerdo?

Parpadeando repetidas veces, Naruto asintió. Después abandonó a toda prisa la camilla para hacer una exagerada reverencia a modo de agradecimiento.

-Lamento haber causado molestias.

***

Fue hasta que estaba a pocos metros de su casa, que Naruto recordó lo sucedido aquella mañana. Había despertado con un fuerte dolor de cabeza y, en consecuencia, había tomado algunas aspirinas. O lo que dio por sentado que lo eran. Madara había hecho un revoltijo en el botiquin y todas las pildoras se parecían.

Rebuscó en el bolsillo del pantalón y su rostró palideció al ver las decenas de llamadas y mensajes de su marido.

Nada más cruzar el umbral, Madara le impidió ir más allá, manteniendolo contra la puerta.

-Boruto.

-¡Papá estaba en el hospital!- gritó el menor, sin filtros, como él era.

Sin embargo, aquello no aplacó la furia de Madara.

-Ve a tu cuarto, Boruto- le ordenó sin siquiera volverse. Naruto estaba acorralado entre sus brazos y la puerta, sin saber cómo empezar a justificarse.

-Tomé unas aspirinas en la mañana, pero no eran...- en medio de su parafraseo, una fuerte patada en el abdomen lo dejó sin aliento. Todo el aire contenido abandonó su cuerpo, pero Naruto atinó a arrastrarse hacia una esquina para intentar ponerse a salvo.

-Todo el día, Naruto. Vuelvo esperando pasar tiempo contigo y ¿vas al hospital por unas pastillas?

Naruto respingó al ser tomado del cabello. Fue puesto de pie en cosa de segundos. Mareado, aturdido, sofocado. Volvió a mirar con cautela la expresión adusta del mayor.

-Lo siento- pero ello no evitó que un nuevo golpe lo cegara.

Con un hematoma extendiendose por su pómulo, Naruto atinó a reír. Reía y reía mientras se abrazaba las rodillas, pero en sus mejillas había un reguero de lágrimas.

Érase una vez, una familia infeliz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora