Apoyado en la esquina del edificio, Madara suspiró, cerró los ojos y se cruzó de brazos. Todavía quedaban muchas dudas rezagadas entre Naruto y él. Además, el hecho de que su sobrino se encontrara fuera de la ciudad, lo tenía bastante intranquilo.
No podía descuidar a Naruto porque sería un grave error de su parte anteponer la venganza a la seguridad de su familia. Por otro lado sabía que Itachi estaba detrás del improvisado viaje de su hermano. Esa semana se cumpliría una semana y aún no había señales de que el bastardo regresara pronto.
No había podido arrancarle la información a Obito, pero no hacía falta. Todo apuntaba a Sasuke de nuevo. Él debió idear todo para que Naruto se enterara de la verdad por aquel medio.
No importaba. Ya recibiría su merecido cuando volviera. Podía atrasar su boda con Sakura todo lo que quisiera, pero él iba a asegurarse de que se consumara.
**Con la mirada pérdida en su plato, Naruto se dispuso a terminar su desayuno. Junto a él, Boruto yacía enfrascado en otro de sus videojuegos. Era su manera de evadirse, de no prestar atención a su entorno porque simplemente no estaba conforme con ello.
Las puertas estaban aseguradas con llave. Pero Naruto sabía que Madara bajaría la guardia tarde que temprano. Ya tenía preparada su maleta bajo la cama de Boruto. Solo necesitaba un descuido para poder escapar.
-Se descargó- suspiró Boruto, arrojando el objeto al suelo. Naruto, que se sabía atrapado en una pesadilla, quiso atenuar la incomodidad del ambiente.
-¿Quieres que te lea un cuento?
Sorpresivamente, el menor accedió a la propuesta. Una vez lavados los platos, fueron hasta el sofá. Naruto tomó asiento primero, y Boruto se recostó a lo largo del mueble, apoyando su cabeza en el regazo de Naruto.
-¿Por qué tu ojo esta morado otra vez?- en un deje de curiosidad, alargó el brazo, pero fue frenado en seco por el mayor.
-No tiene importancia- sonrió Naruto, apacible y despreocupadamente, soltó la mano de Boruto y abrió el librillo para dar inicio a la lectura. -Había una vez...
Se detuvo ante el dolor punzante en su cuerpo. Eran las viejas heridas, el dolor imaginario que florecía en agudas y paralizantes oleadas que, imparables, recorrían toda su dermis.
Eran los abusos de cada noche proliferando a tráves de ecos sordos en sus oídos.
Sus propios gritos amortiguados en una almohada. Sus lágrimas traicioneras, resbaladizas y frías cayendo a borbotones.
-Había una vez una familia que era muy, muy infeliz- pese a tener la mirada fija en la primera página, su psiquis ignoró cada párrafo y, toda nueva palabra que salía de su boca, estaba siendo improvisada. -Dos hermanos a la merced de un ogro que vivían día y noche encerrados en un castillo como el de rapunzel, jugando a ser una linda familia como la de los cuentos de hadas. Porque el hermano mayor era un estúpido idiota que pensaba que podría algún día alcanzar la felicidad al lado de un monstruo al que no amaba...
Lentamente, las facciones de Boruto se alteraron.
-No me gusta la historia. Cuenta otra.
Pero Naruto, abstraído en su interno dolo, no escuchó la petición.
-No era una familia unida como la de los osos en cuya casa irrumpió Ricitos de oro. Sin embargo, el hermano mayor era sometido a toda clase de vejaciones por el horrible ogro del castillo. Tenía que obedecer a todo lo que el ogro le ordenaba, igual que hacía cenicienta ante las ordenes de su madrastra.
Boruto abandonó el sofá para mirar directamente a Naruto, pero este yacía ensimismado, atrapado en los horrores de su propia mente. Parecía dormir, pese a hallarse despierto.
-El hermano mayor tenía que pasar gran parte del tiempo durmiendo, como hacía la bella durmiente. Asi que el ogro le suministraba altas dosis de medicinas en sus comidas para mantenerlo en ese estado. Y cuando no obedecía las órdenes del cruel ogro, era azotado, golpeado y ultrajado.
Tratando de frenarlo, Boruto lo tomó del brazo y tironeó varias veces para sacarlo de aquel trance, pero Naruto no cesaba.
-El hermano menor era muy egoísta y solo quería ser feliz por su cuenta, asi que se la pasaba todo el día jugando videojuegos para no tener que enfrentar la vida de pesadilla. Para no darse cuenta de que empezaba a parecerse al ogro que tanto admiraba.
Horrorizado, Boruto lo soltó. Se cubrió los oídos con las manos, cerró los ojos fuertemente para no escucharlo.
-Para. Para. ¡Cállate ya!
Ante el estruendo, Naruto se detuvo. Parpadeó confundido y entonces cayó en la cuenta de que no había pensado todas aquellas palabras, sino que en realidad las había dicho.
Vio los ojos de Boruto anegados en lágrimas, sus manos en sus oídos y una expresión tan dolorosa como incomprensible.
Al ponerse de pie, Naruto no comprendió lo que sucedió a continuación. De un momento a otro, el menor había corrido en su dirección para abrazarlo como si la vida se le fuera en ello.
-Lo siento.
**
Iba sentado del lado izquierdo del autobus, mirando a tráves de la ventana y rememorando el motivo de su reciente enfado hacia Itachi. Había sido por él que Fugaku intercedió para enviarle a una tediosa capacitación que le permitiría ponerse al tanto de las labores del clan y su función dentro de los departamentos de justicia del país, de las cuales se haría acreedor después de su boda con Sakura. Y aunque habría podido negarse, Sasuke sabía que acatar era lo más comprensible y razonable si quería evadir la manipulación de su tío.
El que su anterior plan fracasara, lo tenía absolutamente sin cuidado. Es más, ya hasta había sopesado las altas probabilidades de su fallo. Aun tenía dos estratagemas en mente, todavía podía ayudar a Naruto, pero esta vez elegiría lo más sensato y menos arriesgado.
El motor redujo progresivamente la velocidad. Sasuke se levantó al ver que el nombre de la calle coincidía con la del papel en su regazo. Tomó la mochila que yacía a sus pies y descendió las escaleras en la siguiente parada. Pese a todo, no le fue fácil guiarse por aquella desconocida zona.
Preguntó un par de veces por el domicilio en cuestión y en pocos minutos se halló frente a una puerta caoba que rezaba el mismo número del papel.
Sasuke esperó que estuviera alguien, preferentemente a quien estaba buscando. Y es que, si ya había sembrado la duda una vez, en esta ocasión sus acciones le darían muchisima más ventaja. Ya era hora de que Naruto se diera cuenta de la clase de persona con la que se había involucrado. Pero no era todo, había que sacar los hechos a la luz para que todo diera resultado.
Golpeó la puerta varias veces antes de que alguien la abriera. Sasuke retrocedió y hurgó en su muchila para extraer la fotografía que llevaba consigo.
-Me gustaría discutir una cuestión en especifico. Prometo no tardar demasiado.
La fémina quitó el seguro de la puerta al reconocer la imagen que el joven llevaba consigo. Sus dedos se movieron en automático para acariciar el contorno, y una opresión le estrujó dolorosamente el pecho.
-Es...