Por horas, Madara Uchiha estuvo recorriendo en auto las inmediaciones de su hogar, todo con tal de mantener la cabeza fría. Esta vez se había propasado, y lo sabía. Pero no tenía la menor idea de cómo enmendarlo.
Las palabras de Boruto lo habían llevado a investigar qué tan veridica era la versión del medicamento dicha por Naruto. Ya en el hospital, se vio obligado a pedir informes sobre lo acontecido.
Su ira se había ido apaciguando de vuelta a su hogar. Tampoco podía simplemente pedir disculpas porque, en primera, él jamás se disculpaba, en segunda instancia, estaba en su derecho de corregir las faltas de su inocente y torpe pareja. Él amaba a Naruto, eran los celos, la diferencia de edades y el hecho de saberse en ocasiones repelido, lo que a él más le afectaba.
Tenía la absoluta certeza de que todo mejoraría, que podía compensar su fallo al llevar a Naruto a comer. Si tan solo el Uzumaki no fuera tan encantador, tan fresco, tan excentrico. Odiaba que Naruto atrajera las miradas, tanto de las féminas como de los varones. Era como un maldito imán cegador.
Al llegar a su casa, vio a Naruto dormido sobre el sofá. Lentamente se acercó a él y notó la humedad en sus pestañas, como un fresco rocío matutino.
-Naruto- le llamó autoritario. El aludido se removió un poco antes de ponerse de pie en un salto. Lucía alícaido, pálido.
Y es que, parte de su castigo, había consistido en no permitirle abandonar la casa por tres días enteros. Lo quería presente para él en todo momento.
-Iremos a cenar- por un segundo, Madara quiso mencionarle que había estado en un error, pero ¿cuántas veces habían hecho esto ya? ...demasiadas. Ya habían pasado por disputas similares infinidad de veces, y él tenía siempre presente que de esta manera ayudaría a reforzar el caracter de tan debilucho muchacho.
Le gustaba mentirse a sí mismo, porque, en el fondo, solo quería que Naruto fuera sumiso y leal a su persona.
-Si- Naruto dio un paso fuera de la alfombra para ir a vestirse, pero se lo impidió.
-Sabes cómo debes vestir- lo acercó a su cuerpo y se inclinó un poco para besarlo. Sin embargo, en esta ocasión, pudo notar un atisbo de desden en el gesto del Uzumaki.
¿O acaso lo había imaginado?
Lo apartó de si para mirarlo con detenimiento. No había enojo, desprecio, ni ningún otro sentimiento negativo en los ojos de su pareja.
"Te estas volviendo viejo" pensó mientras se disponía a llamar a Boruto.
***Ya sabía de memoria lo que pasaría. Sabía que tendría que abstenerse de hablar, que no podía levantar demasiado la voz, ni hacer demasiados ademanes para evitar que su atuendo femenino sufriera el mínimo desperfecto. Conocía de sobra la actitud que tendría su esposo para con él y con los diferentes comensales y conocidos que rodeaban la mesa.
Lo único que hizo Naruto esta vez fue pasear la mirada por su entorno. El maquillaje le empezaba a picar, especialmente porque en esta ocasión la maquillista empleó más de la cuenta para cubrir el cardenal de su pómulo.
Mientras Boruto jugaba con el telefono y aprovechando una de las tantas distracciones de su marido, Naruto abandonó la mesa.
Fue al baño de chicas y lo que vio en el espejo no le gustó para nada, porque no era él. Y nunca iba a acostumbrarse.
Irritado consigo mismo, abrió el grifo del agua y se enjuagó el rostro, cuando lo tuvo limpio, dio un firme puñetazo en el espejo y uso la sangre de sus nudillos, aplicandola en la comisura del labio. Si alguien preguntaba, diría que alguien le había agredido. Si, si, había sido una sombra, no le vio bien en realidad. No, tampoco le hizo gran cosa más allá de los golpes.
De todas formas Madara se embriagaría y pediría a alguien que condujera como la vez pasada.
Salió del baño tras limpiarse la sangre de los nudillos y, a medio pasillo, fue interceptado por Sasuke.
-¿Te ha golpeado?, ¿Te ha golpeado no es asi?
Naruto lo tomó de las manos para que dejara de zarandearlo. Sasuke captó la indirecta y lo llevo consigo a la antesala del comedor. Apenas estuvieron a solas, Naruto se vio atosigado de preguntas. Que por qué no contestaba los mensajes, qué si se encontraba bien, que qué eran esos golpes, por qué tenía que vestirse siempre de esa manera si se veía incomodo con el atavío. Tantas interrogantes lo asfixiaron.
Rodeó a Sasuke del cuello y sin responder a una sola pregunta, lo besó apasionadamente, cortandole el aliento y las múltiples dudas mediante un simple arrebato labial.
Al principio Sasuke quedo estatico, no se esperaba algo así, pero entonces no pudo reprimir aquello que venía sintiendo desde la primera vez que lo vio.
Sus manos se movieron por impulso, acariciando el terso abdomen por debajo de la ajustada blusa. Naruto se quejó por lo bajo, interrumpiendo el beso. Si le quitaba la ropa, el Uchiha vería los golpes y sabría lo que ocurría, asi que se detuvo.
-Veamonos otro día- sugirió, limpiandose el hilillo de saliva que pendía de su mentón.
Pero Sasuke no quería esperar otro día. La urgencia, la frustración interna que sentía era enorme.
Le impidió marcharse, persuadiendolo a través de suaves besos y lujuriosas caricias. Le quito la peluca, y sus labios arrasaron con el escaso maquillaje que quedaba en él. Luego le instó a inclinarse sobre la mesa. Naruto se resistió un poco, después cedió, retirandose únicamente la prenda interior y dejandose tomar por él.
Era incluso mil veces mejor de lo que Sasuke se había imaginado. Lo penetró hasta el fondo, siendo recibido por las cálidas paredes internas. Su miembro latía con impaciencia. Sujetó a Naruto de las caderas y se adentró una y otra vez en él, oyendolo gemir de placer y al mismo tiempo jadeando como un vil animal en celo. Y aunque vio venir el orgasmo, no lo soltó, contrario a ello, lo aferró con más fuerza antes de introducirse por última vez, empapandolo con su semen.
No salió de él hasta que la sensibilidad postorgasmica hubo cesado. Naruto tardó un poco más en recuperarse de aquel furtivo encuentro sexual. Se acomodó de vuelta la peluca, la ropa interior, se tomó unos minutos para tranquilizar su ritmo cardiaco y se alisó los pliegues de la falda.
-Sasuke.
-¿Si?- agitado y aún excitado, Sasuke lo observó dirigirse hacia la puerta.
-Esto no se volverá a repetir.
Y lo vio salir.
"Idiota" se sonrió, apoyandose sobre la mesa mientras meditaba seriamente el asunto.