Ya fuera por la repentina presencia de Sasuke, por la mirada de extrañeza de los comensales, quizá por miedo, o puede que debido a los tres factores, Naruto se rehusó a seguir avanzando. Sabía lo que le esperaba tan pronto se quedara a solas con su esposo. En cuánto estuvieran en casa, él sufriría las consecuencias de sus arrebatos indebidos de calentura.
El agarre sobre su muñeca se tornó cada vez más fuerte. Madara le instaba a caminar, aún sin volverse ni pronunciar palabra alguna. Naruto, sin embargo, se resistió. Hasta que, de la nada, Madara lo soltó, tan de súbito que el rubio trastabilló, y habría caído de espaldas sobre la mesa de no ser porque Sasuke se anticipó a los hechos, derrapando por el pasillo para sujetar a un confuso Naruto, cuya peluca quedo rezagada a un costado.
De inmediato los flashes hicieron acto de presencia. Celulares apuntando hacia su rostro, preguntas directas e incomodas surgiendo en derredor. Naruto estaba conmocionado, y lo estuvo aún más cuando se percató de que su esposo caminaba zigzagueante hacia él.
¿Qué hacer?
Pero él solo tenía una cosa en mente. Se zafó de los brazos del Uchiha menor y fue hacia Boruto. Madara en cambio, le pasó por un lado. Por un segundo, Naruto creyó érroneamente que no le había visto pasar porque se encontraba ebrio, pero Madara tenía un rumbo fijo en mente.
Y cómo si las cosas no pudieran empeorar aún más entre el reciente alboroto suscitado por parte de los comensales y el personal del restaurante, Madara Uchiha hizo lo impensable. Allí delante de todos, dio un certero puñetazo en la barbilla de su sobrino.
***
¿A dónde ir?
Esa fue la pregunta que acompañó cada uno de los pasos vacilantes de Naruto. Dicho dilema ya le había sucedido anteriormente, pero ahora era diferente, por mucho. No llevaba efectivo consigo, no tenía parientes o amigos a los cuáles recurrir.
-Papá, tengo frío- cuando oyó el fuerte estornudo de Boruto, dejó de andar. Se detuvo y observó el cielo estrellado. Ni siquiera estaba al tanto de la hora. Llevaban caminando varias calles hacia el poniente. Si seguían así, solo terminarían resfriandose.
Su prioridad continuaba siendo Boruto. Así que se frotó los brazos para infundirse calor y agallas.
-¿Vamos a casa?- Boruto dio un respingo, negandose a caminar hasta recibir una pronta confirmación, misma que no tardó en llegar.
-Si, Boruto. Vamos a casa- forzosamente Naruto sonrió, en el fondo...estaba muerto de miedo.
Seguirían las migas hasta su casa. En un intento desesperado por levantar los ánimos de su hermano, Naruto lo tomó de la mano y empezó a contarle la historia de Hansel y Gretel.
***
Con el labio roto y sangre brotando de la herida, trató de llegar hasta el telefono. No resistía más, necesitaba pedir ayuda, pero como su insana costumbre le dictaba, había esperado demasiado para ello.
-Por favor, no me pegues- pero como venía sucediendo vez tras vez, Madara no lo escuchó, y Naruto terminó siendo arrastrado del cabello hasta la bañera que se encontraba llena de agua.
-Debes recapacitar sobre tus acciones, Naruto- le susurró el Uchiha al oído, y aunque su tono no revelaba molestia, su expresión si que lo hacía. Naruto asintió de manera mécanica varias veces, estaba tan arrepentido de haber vuelto a aquella casa, que se sentía estúpido.
-Lo siento, Madara, yo...
-Tu aprenderás a no jugar con fuego- sentenció el susodicho, y sin pizca de compasión alguna, lo forzó a introducir la cabeza dentro de la bañera.