"Al rescate #2" #36

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          CONNOR COLEMAN
Capítulo # 36
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Las cosas se pusieron un poco complicadas al momento en que la famosa llamada entró, todos estábamos atentos a lo que el secuestrador tiene para decirnos. Todo estaba inquieto desde que rastrearon la llamada.

—¿¡Qué cantidad de dinero quieren¡?—preguntó Yissel alterada y con voz llorosa.

—Sin más, queremos...— dice el secuestrador mientras hace una pausa. ¡Queremos un millón de dólares!— continúa luego de la pausa y todos nos ponemos de pie con las manos en la cabeza, desesperados porqué no tenemos esa cantidad de dinero.
—¡Está bien!— dice Yissel— Cuando tengamos el dinero llamaré a este mismo número.—!Veinticuatro horas, niña¡—Fueron las últimas palabras del secuestrador—«cuelgan la línea.»

Todos los agentes se quitan los cascos y empiezan a hablar. Desalentados.

—Tenemos que hacer un simulacro—dice una agente en forma de plan.
Necesitamos un bulto relleno de dinero falso, tenemos que ocultarnos bien y esperar el momento justo para atacar.—termina de hablar y todos asienten.

—¡No tan rápido— añadí mientras todos voltean a verme y a escucharme. Me sentí importante.

—¿¡Acaso piensan ir directamente!?recuerden que el mínimo paso en falso y la perdemos para siempre. Esto tiene que ser arriesgado pero no menos preciso. Estamos hablando de un caso muy delicado, hay una vida en peligro.
Yo iré con el dinero falso si es necesario, voy a entrar a entregarlo y cuando la tenga a ella en mis brazos entonces ustedes pueden atacar.—dije y todos se miraron a la cara y al parecer el plan no les agradó tanto.
—No sé cómo lo haces, pero en ese entonces ya no será una vida en peligro, sino dos y eso nos hace el trabajo más difícil—contraargumento un agente y me deja sin palabras.

—¿¡Es que a caso no lo ven!?—pregunté un poco alterado— no estamos pensando en ella, sino en capturar a los secuestradores, y eso no es lo importante aquí— añadí mientras bajaba la marcha de mi respiración y me sentía menos alterado.

—Entiendo que quieras rescatarla y cómo agentes también es nuestra responsabilidad hacerlo, entiendo qué tal vez ella sea un familiar muy querido para tí, pero eso no quiere dejar dicho que vayas y te arriesgues como supermán—habla la agente a cargo y aunque no lo quiera, debo obedecerla. Mirando sus ojos entendí que está dispuesta a hacer lo que sea para que todo salga bien.

Salgo de la oficina dónde estábamos y Yissel me persigue por los pasillos hasta llegar al estacionamiento. Me detuve por unos cuantos segundos a mirar su rostro, está pálido y sus labios resecos... ella me mira con una pena terrible en sus ojos, como si su mundo se basara en Amila o Ruth, como sea.
Mis pies se mueven solos y me hacen caminar hacia ella, rodeando su cuello con mis brazos y pegándola a mi pecho de manera reconfortante.
—¡Todo saldrá bien!— fueron las palabras que hicieron que ella rompa en llanto.
—¿Sabes? Es bueno llorar de vez en cuando, así tu alma se libera de muchas cosas, así que este es el mejor momento para que lo dejes salir todo de una buena vez— hablé lo más bajito que pude y a la vez el silencio nos abrazó, los latidos de su corazón son cada vez más lento.
—Eres tan amable— habla mientras se alejaba de mi pecho y secaba sus lágrimas con sus dedos.
—¡Dame tu mano!— dije, mientras le extendía la mía.
Al momento en que sentí sus manos frías en las mías, caminé jalándola como una grúa, mientras ella sollozaba todo el camino, yo solo la escuchaba hasta que caminamos dos cuadras y así llegamos a la cafetería más cercana, después de todo un café frío no estaría mal, así pensamos las cosas con más tranquilidad.

Nos sentamos en una mesa de la cafetería, mis ojos curiosean por todo el ambiente y es agradable. Aunque es un poco acogedor, los cuatros ventiladores qué hay en el techo mantienen el lugar fresco. El color blanco de las mesas y el color madera de las silla, van combinados con el mostrador donde se puede notar una barra de shorts, las pequeñas copas y las botellas de tequilas, es lo único que me hacen pensar.
En unos minutos llega un señor vestido de negro con los menús en las manos y una libreta para apuntar los pedidos.

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