Primera mañana

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Hay tres cosas que siempre han hecho despertar a Keith de buen humor: el olor a tostadas, la luz del sol colándose incluso por entre persianas y la figura desnuda de alguna chica caminando por el pasillo.

Y, esta mañana, esta primera mañana, lo obtiene casi todo.

Son las nueve y media, la habitación está ligeramente iluminada por rayos ágiles que esquivan la protección de las tablas de madera delgada, y desde el piso de abajo llega el olor de un desayuno esperando en la mesa.

Una sonrisa se dibuja inconsciente en la cara del chico de cabello dorado, que se encuentra dando una vuelta perezosa dentro de su cómoda y amplia cama.

Con esa misma pereza, se incorpora y mira a su alrededor.

No tarda enrecordar lo ocurrido la noche anterior, y sus labios abandonan la posición anterior para mostrar una expresión asqueada.

Eyre no tiene nada de lo que a él le gusta en una chica aparte de una cara bonita, entonces, ¿por qué esa sonrisa le afectó tanto, con la de sonrisas preciosas que ha visto a lo largo de su vida?

Se levanta sin ganas, pero animado al mismo tiempo por este olor a tostadas ligeramente quemadas y estas figuras abstractas que se dibujan en las paredes azul claro de su habitación gracias al sol de esta primera mañana.

Se desnuda y se viste solo con unos calzoncillos limpios.

Es un domingo, no tendrá demasiado que hacer en todo el día, así que posiblemente ni se vista.

Baja a la cocina, la cual aún mantiene el olor a comida recién preparada.

Tres cafés, dos con leche y uno negro. Tres zumos de naranja y un exprimidor sucio en la encimera. Tres platos, seis tostadas y tres cuchillos. Tres vasos vacíos, tres cucharas, una botella de leche y un bote de cola-cao.

Mientras Keith admira todo aquello desde el umbral de la puerta, por detrás suyo cruza alguien desnudo a paso rápido en dirección a la escalera, esperando no ser visto.

El rubio se gira con la esperanza vaga y maliciosa de que se trate de Eyre.

Pero no es así.

Keith: Noel, joder tápate, al menos podrías llevar una toalla o algo.

Y, a pesar de lo que dice, sus ojos no se apartan del cuerpo desnudo del chico, que es mucho más atractivo de lo que él hubiese imaginado, en especial sus piernas y glúteos.

Noel: Lo siento, al terminar de preparar el desayuno he pensado que tendría tiempo de darme una ducha antes de que despertases.

Keith: Claro, claro. Lo que pasa es que querías que Eyre te pillase en bolas. Vamos a ver qué tienes ahí, aparta la mano.

Keith se acerca a él y trata de hacerle apartar ambas manos de sus genitales.

Noel, pero, se limita a reírse tranquilamente y a resistirse sin demasiado esfuerzo.

Noel: Eyre se ha ido antes de que yo despertase, ella ha comprado el desayuno y nos ha dejado una nota para que lo preparemos antes de que vuelva.

Keith vuelve a apartarse y asiente.

Keith: Ah, ¿y sabes dónde ha ido?

Noel: No.

Keith: Entonces, ¿cómo sabes que su desayuno no estará frío ya para cuando llegue?

Noel le mira, duda unos segundos, y finalmente sonríe.

Noel: Confiaremos en que eso no pase.

Keith estalla en una risa.

Keith: Será extraño volver a ser tres para comer después de tantos años.

Noel: ¿A qué te refieres?

Keith: Llevaba desde que mi madre murió sin vivir con dos personas más. De pronto tengo la sensación de que esto va a ser divertido aunque seáis un par de fenómenos.

El de ojos pálidos y tímidos le sonríe con cariño, y el otro le responde con un golpe en el hombro como advertencia de que se deje de cursiladas con él.

Después de un largo silencio repleto de miradas y sonrisas, Noel sube al fin a vestirse.

Keith, por suparte, se sienta en una de las tres sillas de la cocina-comedor.

Pocos segundos después la puerta de la entrada se abre y aparece Eyre, sonriente, algo despeinada y con una mochila a su espalda.

Eyre: Buenos días, Keith.

Le saluda mientras deja las deportivas negras en el pequeño armario.

Keith: Buenos días.

Se la queda mirando, intentando encontrar restos de lo que anoche sintió, o creyó sentir.

Pero no queda nada, y eso le hace soltar un suspiro de alivio que ella nota pero ignora.

Keith: ¿Dónde estabas?

Da un sorbo de su café mientras la observa subir las escaleras.

Eyre: He ido a casa a por unos libros que necesito y olvidé.

Cuando llega al piso superior, entra a dejar las cosas sobre su escritorio y al salir se encuentra con que Noel también se dispone a bajar, vestido con unos pantalones de chándal negros y una camisa básica de manga corta gris claro.

Ambos se sonríen mientras sin discreción observan el cuerpo del otro.

Es la primera vez que se ven con ropas tan reveladoras, por de algún modo decirlo.

Eyre viste unos leggins negros y una camisa de media manga verde.

Bajan juntos las escaleras y les ocurre lo mismo que le pasó a ella con Keith la noche anterior.

Sin embargo ellos no tratan de remediarlo, y en ningún momento dejan de sonreír.

Keith les ha estado mirando.

Keith: No pienso perder.

Desayuno para tresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora