Sábado

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La semana pasa con total normalidad, aunque ninguno de los tres sabe cómo debería ser la normalidad en este piso, puesto que la convivencia ya empezó con sexo y peleas y fue seguida de un mes de absoluto silencio. Lo que tienen ahora es... Mejor sin duda.

Como prometieron, no se han tocado ni se han acostado los unos con los otros desde la cena. El día siguiente fueron los tres al médico, por separado, y volvieron al piso con buenas noticias. Eran todos totalmente saludables. Lo cual, analizando sus pasados y su presente, resulta sorprendente.

Cuando se lo contaron, se felicitaron unos a otros con palmadas en la espalda, pero se mantuvieron firmes a la promesa de esperar hasta el sábado para hacer nada más.

Ahora, el sábado ha llegado.

El primero en despertar, aunque no sabe del cierto si ha dormido, es Noel. En la papelera que anoche movió de su escritorio hasta cerca de su cama se ven algunas docenas de pañuelos. La semana sin sexo y llena de expectación le ha pasado factura inevitablemente. No se considera un chico muy sexual, es perfectamente capaz de pasar un año sin sexo, el cual pasó tras escapar de su ciudad natal, pero esta aventura le emociona especialmente y saca de él sus instintos más sexuales.

Cuando se levanta de la cama, baja enseguida a preparar el desayuno. Un desayuno para tres. Una vez lo tiene listo, decide darse una ducha por precaución, pues algunas noches suda al dormir.

El segundo en despertar es el chico de cabello de sol. Sabe ya que le espera la mañana perfecta. El sol colándose por las persianas, el olor del desayuno recien preparado, y tiene la sensación de que si baja rápido las escaleras podrá encontrar un cuerpo semidesnudo esperándole. Una sonrisa se dibuja en su rostro pensándolo. Se levanta de un salto y se viste solo con unos calzoncillos limpios.

Baja las escaleras de tres en tres, sin preocuparse por caer, y llega a la cocina donde el desayuno le espera. Pero ni rastro de un cuerpo semidesnudo. Está a punto de decepcionarse cuando escucha el agua de la ducha de su baño encendida.

Con incluso más rapidez que antes, corre hacia el baño y abre la puerta sin antes tocar.

Un grito de sorpresa suena por parte de Noel.

Noel: ¡Keith! Menudo susto me has dado. Al menos podrías tocar la puerta antres de entar.

Keith: No todos tenemos tus modales, me disculpo.

Hace una burlesca reverencia.

Noel, que puede verle a través del cristal parcialmente empañado que evita que el agua salga de la ducha al suelo, sonríe.

Noel: ¿Qué tienes? ¿Un apretón?

Keith: No seas cerdo. Vengo a ayudarte a enjabonarte, ¿qué más quieres?

Noel sacude la cabeza riendo.

Noel: Pensaba que íbamos a esperar hasta el sábado.

Keith: Es sábado ya, tontorrón.

Noel: ¿Y Eyre? ¿No la esperamos?

Keith: Estoy seguro de que ella apreciará que nos hayamos descargado previamente, no querrás volvera tener un accidente como la última vez, ¿no?

Noel: Dice el chulo que se corrió nada más se la metí.

Keith: Bueno, bueno, pasado pisado y todo eso. ¿Te hace o no?

Noel: ¿Cómo negarme? Venga, entra antes de que se termine el agua caliente.

Keith: Déjame mear antes, que me acabo de levantar.

Noel: Qué sexy.

Keith apunta al váter abierto.

Keith: Si seguro que a ti te ponen estas cosas.

Desayuno para tresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora