Caminando Libre

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Parado enfrente de la puerta de una de las muchas habitaciones en el barco en el que habían venido los de Konoha, Naruto se quedo tieso como una estatua, sin moverse en lo más mínimo. Ni siquiera se podría notar algún atisbo de respiración viniendo de él, solo limitándose a parpadear un par de veces esporádicamente.

Veía al suelo, con el cuello tieso y la vista fija.

Todo el poder que tengo ahora, y ni siquiera puedo entrar adentró para ver como esta. Pensó mientras levantaba la mirada.

Había luchado contra las criaturas más peligrosas que alguien se podría imaginar en el ambiente más inhóspito, y lo había vuelto parte de si mismo.

Su biología era superior en todo sentido al de un humano normal, desde cada célula hasta su cerebro, era un organismo completamente diferente al que era antes.

Cualquier peligro, cualquier cosa que le pudiera hacer daño estaba demasiado alejado como para que se tuviera que preocupar.

Y aun así, ¿Por qué no soy capaz de entrar?

¿Era miedo?

Detrás de esa puerta estaba Abi, todavía inconciente, aunque podía suponer que no por demasiado tiempo.

No sentía una particular duda, pero sus pies tampoco parecían desear moverse.

Naruto se conocía a si mismo lo suficiente como para entender los sentimientos que le ataban al suelo.

Culpa de no haber podido cuidarla.

¿Cuántas veces serían ya? Las que no la he podido proteger. Camino hacía la puerta, rígido como una estatua.

¿Podría verle a la cara y sonreírle a pesar de la culpa que le carcomía por dentro?

Eso no importa ahora. Tomó el pomo de la puerta, al mismo tiempo que escuchaba la respiración de ella agitarse, signo de que iba a despertar. Lo menos que puedo hacer ahora es estar a su lado, no importa como me sienta yo al respecto.

Abrió allí, al mismo tiempo que Abi se levantaba de la cama en la que se encontraba, con el cuerpo completamente entumido.

Miro alrededor de la habitación, somnolienta y frotándose los ojos.

De forma similar, Naruto parpadeo levemente.

...No, una mejor forma de definirlo sería que acababa de abrir los ojos.

La imagen de Abi siendo practicamente destazada por Sadao se había marcado en sus pupilas, la sangre baño sus ojos e incluso cuando su cuerpo fue sanado, sus ojos no volvieron a ver, apenas distinguiendo todo como simples borrones.

En contraste con el estado aturdido de la Ojimorada, el mundo de Naruto, tal como lo conocía, volvió a sumergirse en el color y la luz.

Una imagen simple.

Una chica simple, con una apariencia casi andrajosa por estar despertando de lo que para ella era una simple siesta.

Cambio todo para él, su percepción, sus sentimientos... su esperanza.

Ella era su esperanza.

—...Je— el rubio soltó una leve risa mientras caminaba calmadamente hacía ella.

Tan solo ese gesto hizo a la pelinegra crisparse por la sorpresa, girando la cabeza de golpe.

Miro la figura en la puerta, con un cabello rubio despeinado y salvaje, marcas en las mejillas, y unos ojos azules que la miraban con una cantidad inconmensurable de cariño, con una sonrisa calma. Un rostro sereno, una expresión que Abi jamás había visto en él, la cara de alguien que había pasado por muchas cosas y finalmente había llegado a lo que tanto deseaba.

OlvidadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora