CAP 22 TÍA MEL

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New York, USA.

-¿Cómo que la maldita mercancía no fue entregada? -Anthony RD gritó furioso desde su asiento, apagando con brusquedad su puro para prestar más atención.

-El cargamento debió llegar hace unos días, creímos que por las condiciones climáticas se había presentado alguno retraso, pero el tren jamas salió de Rusia. Iván Alianov no cumplió con el trato. -Uno de los principales socios de la mafia del americano localizado en Viena le habló muy molesto aquella mañana.

-Tranquilo Frederick, me ocuparé de ello, tendrás tu mercancía según lo acordado.

-Eso espero, RD... -Tony escuchó la respuesta para después gruñir furioso y colgar la llamada.

-¿Qué sucede? -Peter preguntó desde su asiento frente al escritorio mientras tomaba un vaso de Whisky.

-Pasa que a mi nadie me verá la maldita cara de imbécil. -El pelinegro apretó los puños y miró mal a su hijo.

-¿Quién? -Peter arrugó el ceño y dejó de lado su trago.

-El hijo de gran puta de Iván Alianov...

-Iré yo mismo a recuperar mi maldito cargamento y cobrarme su pequeña traición con una de sus hijas. -Tony sonrió con malicia para después tomar el teléfono y hacer un par de llamadas, debía salir esa misma noche.

-Declararle la guerra a la Bratva Rusa no me parece un plan muy inteligente. -Peter susurró más para sí que para su padre.

-Prepárate, salimos al caer la noche... -El mafioso dio la orden y Peter simplemente soltó un suspiro de molestia. Estaba seguro que si Barnes lo tenía en frente de nuevo no dudaría en atravesarle la cabeza con una bala por haber abandonado a Natalia fuera del a club aquella noche.

-Como digas padre...

Peter susurró sin mucho ánimo. Estaba cansado de recibir órdenes, no se sentía capacitado y mucho menos interesado en tomar las riendas de aquel negocios. Aunque siendo el único heredero no tenía más remedio.

Moscú, Russia, vísperas de Año Nuevo.

-Pronto será navidad, mi amor así que me gustaría entregarte tu regalo por adelantado, solo no le digas a mami. Será nuestro pequeño secreto...

La pequeña Natalia vio a su padre sacar de su bolsillo un precioso relicario de oro en forma de corazón que tenía grabado el apellido de su familia sobre la tapa mientras un foto de mamá y papá besando sus mejillas yacía en el interior.

-Promete que lo cuidarás con tu vida mi pequeña Nattie y que siempre lo llevarás contigo. Papá y mamá siempre estarán ahí para ti, a tu lado, justo dentro de tu corazón, mi cielo.

-Es una promesa... Te quiero mucho, papi...

Natalia le dijo al oído, seguido de un besito de esquimal que dejó sobre la punta de su nariz cuando la frotó contra la suya para después colocar sus manitas sobre las mejillas de su padre y rascar los vellitos picosos de su barba, una barba que le hacía cosquillas cuando se rehusaba a ir a dormir o a merendar.

-Eres idéntica a mamá, te amo, princesa.

Alek frotó su barba contra su mejilla para hacerla sonreír y dejar un último beso en la coronilla de su cabecita pelirroja, dejándo esta vez a su hija sola en el pasillo.

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