Capítulo Nueve

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Un par de jóvenes se encontraban sentados, tomando lugar al centro del restaurante de comida rápida, convirtiéndose en los últimos clientes de mi turno. Su vestimenta no era poco común, shorts jeans, camisas y zapatillas de color oscuro; no obstante, pude observar dos guitarras reposando en el respaldar de sus sillas, una azul y otra roja. De forma que algunas personas salían de paseo acompañadas por sus mascotas y otras cargaban sus mochilas, nuestros chicos aquí presentes, llevaban como fiel compañía sus guitarras.

—No logré componer nada en lo que va de la semana —suspiró uno, llevando sus manos hacia su cara, haciendo una mueca de cansancio.

—¿Cómo que no? —respondió su acompañante con un tono sorpresivo, tomó una pausa y siguió —Te soy sincero, yo tampoco he podido, ni una sola línea buena.

Sin intención alguna, producto de lo inmerso que estaba en la conversación, fui avanzando a pasos cortos hacia ellos. Logré darme cuenta de lo cerca que me encontraba, cuando ambos muchachos cesaron sus palabras y fijaron sus ojos en mí.

—Buenas tardes, soy Nik, yo los atenderé el día de hoy —me presenté, un tanto avergonzado por mi intromisión, pero con una sonrisa de amabilidad —¿Me permiten hacerles una consulta antes de tomar su orden?

—Claro, adelante —accedieron.

—Si no es mucho atrevimiento, díganme ¿Por qué componer? —expuse mi duda un poco indiscreta.

—Por qué no hacerlo, es imprescindible, como el aire que respiramos —manifestó con una seguridad tremenda el joven de la guitarra azul.

Iba a agradecer su aclaración, pero me interrumpieron.

—¿Cómo surge la composición, cómo surge para ti, acaso es a partir de un pensamiento? —le consultó su acompañante, ignorando mi presencia.

—No, jamás es a raíz de un pensamiento —lo miró —¿Y para ti?

—Tampoco radica en eso —confesó el autor de la interrogante.

—Disculpen, puedo darles espacio y luego regresar por su orden ¿O ya están listos para hacerla? —dije al sentir que podía incomodarles al permanecer allí.

Era un día caluroso, todo indicaba a que pedirían alguna bebida fría para saciar las altas temperaturas que los embargaban.

—Quiero un café, acompañado de una hamburguesa —informó el de la guitarra roja, para mi sorpresa.

—Yo esta vez quisiera un sandwich de pollo y para acompañarlo, una limonada —finalizó su acompañante, sonriéndome.

—Vuelvo en un momento con sus pedidos —indiqué con una ligera sonrisa, retirándome hacia la cocina.

Una vez llegué a mi destino, expuse la orden y mis compañeros se quedaron igual de impactados que yo, por aquella combinación de alimentos en este día en especial.

Luego volví a ubicarme un poco cerca de los guitarristas, poniendo como excusa el limpiar las mesas, pues me resultaba entretenido escuchar su conversación, tenían pensares muy profundos, de esos que te hacían cuestionarte muchas cosas.

—Nik, ya está la orden de la mesa siete —avisaron incitándome a ir por ella.

—Aquí estoy, aquí estoy —ingresé a la cocina para coger la bandeja que contenía los alimentos y bebidas.

Me encaminé hacia los clientes peculiares, revisando la hora en el pequeño reloj que poseía el local e hice entrega de sus pedidos.

—Espero que lo disfruten, buen provecho. Mi turno ha finalizado, así que cualquier cosita que necesiten, pueden pedírsela a mi compañero que en unos instantes estará por aquí —dije para empezar a retirarme.

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⏰ Última actualización: Apr 30, 2021 ⏰

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