Once años de edad
"La nariz está muy grande, ¿O tal vez no?" –pensé mientras apreciaba mi obra de arte, pero decidí dejarlo así y proseguir.
Y cuando estaba a punto de terminar mi dibujo del papacito de Zac Efron, sentí que habían miradas posadas en mí. Con suma delicadeza quité los audífonos de mis orejas y los coloqué sobre la carpeta en frente de mí, cerré mi folder con el dibujo y mis lápices dentro; y elevé mis ojos de manera muy lenta...
"Puta madre, ¿Por qué siempre me suceden estas cosas?"
—¿Se le ofrece algo, profe? —sonreí de la forma más inocente que pude.
"¿Qué se le ofrece, profe? ¿En serio?"
"Eres tú el que está en falta por no poner atención, ¿Y dices eso?"
"Mejor ya no hables, 'no aclares que oscureces' como diría mi madre"
—Joven Nikolas, ¿Qué tal, se encuentra usted a gusto? ¿O le molesta la interrupción? —espetó notablemente incómodo el profesor de matemáticas.
Opté por no responder nada, porque conociéndome le daría más motivos para llamarme la atención y sancionarme.
—Bueno, quiero entender su silencio como un no. Respondiendo a su pregunta, de hecho sí tengo algo que pedirle... ¿Podría usted resolver el ejercicio propuesto en la pizarra? —extendió su brazo delante de mí para brindarme el plumón que poseía, sin dejar de escudriñarme con la mirada.
Me quedé viendo el plumón como por dos minutos, sin moverme si quiera.
Sentía mucha vergüenza, y no sabía qué responder.
Siendo sincero, no tenía ni idea de qué trataba la clase de ese día, desde que llegó el profesor me dispuse a escuchar música mientras dibujaba. Y gracias a ello, pude adivinar, escribirían una nota en la agenda para que la firmaran mis padres.
"Anda, ¿Qué puede ser peor, salir al frente y no resolverlo o quedarme aquí sentado sin decir nada?"
No tenía dudas, la situación no podía empeorar...
—Muy bien. Nikolas, ¿Tendrías la amabilidad de repetirnos el título de nuestra clase de hoy? —empezó a caminar hacia su escritorio con una tenue sonrisa.
Silencio.
De nuevo elegí callar antes que decir una tontería y hacer más ridículo del que ya había hecho.
—Perfecto. En vista de que no has prestado ni una pisca de atención a mis palabras y a la clase, sería útil que me dijeras ¿Qué fue tan importante para que te entretengas realizándolo? —su declaración causó los murmullos de mis compañeros.
—Estaba diseñando vestidos en su cuaderno, profe —soltó uno.
—No no, estaba pintándose las uñas —se escuchó, seguido de sonoras carcajadas.
—¡No, ya cállense! ¿Dejen de molestarlo, acaso no lo pueden dejar maquillarse tranquilo? —gritó una de mis compañeras mientras chocaba los cinco con quien estaba a su lado.
—Un comentario más, y me dan sus agendas. ¡Todos! —manifestó el profesor, tratando de restablecer el orden en el salón de clases —¿Y bien? ¿Nikolas Hoffman, no tienes nada qué decir?
Me observó fijamente un momento y cómo no obtuvo una respuesta de mi parte, empezó a analizar mi entorno. Cuando su mirada llegó a mi cuaderno de dibujo y a mis audífonos pobremente escondidos, sus ojos reflejaron arrogancia.
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Una estrella con poco brillo - EN PAUSA
Teen FictionNikolas Hoffman, un prometedor médico cirujano, después de enterarse sobre la muerte de su prima más querida, decide crear una línea de apoyo para personas maltratadas o con problemas que afecten su salud tanto física como psicológica. Lo que no es...