Jadeo, sintiendo su cuerpo pertenecer al otro, Julia miró sus ojos caramelo pero rápidamente unos ojos amatistas fueron los que la observaron, tembló sintiendo aquellos dedos hábiles moverse en su interior, soltó un gemido sintiendo besos húmedos en sus senos, osculos llenos de uns devoción no pertenecida, en su mente eran esos labios redondos siempre carmín besando con añoro su cuerpo, se imaginaba sus dedos, su palma pegándose a su pelvis estimulandola con ese tortuoso vaivén que le enloquecía, que la deparaba en una sensación de anhelo sin ser atendida mientras siente su interior caliente, su sexo derritiendose en el ritmo exquisito, ella dirige su mano a su rostro, y besa a Bastian, unas lágrimas agridulces resbalaron por sus mejillas suaves y coloradas como la harina. Siente entonces un calor diferente dirigiéndose a su entrada.Bastian interpreta sus lágrimas como de placer absoluto, sin embargo, no podía estar más ajeno a la realidad. Julia simplemente sabía que era incorrecto, Bastian era todo un caballero, una persona con buenas intenciones que la amaba a pesar de todos sus defectos, pero en ese momento, había cerrado con fuerza los ojos y en cada caricia pensó en ella. En su hermoso cabello como cascadas de lava con reflejo de coral, escuchaba su voz pronunciando su nombre con lasciva y eran sus ojos los que la llevaban a un edén pecaminoso. Besar sus labios como una manzana, fruto prohibido, y sentirla en cada orgasmo.
De hecho había pronunciado su nombre en medio del cenit.
—Carmen —susurró en los labios de Bastian.
De repente todo se detuvo, ella seguía jadeando en el lecho, pero finalmente abrió los ojos aturdida, sin percatarse del error cometido. Bastian la miraba realmente herido, descubriendo su secreto, se alejo de ella.
—¿Carmen?
Soltó la taza de café de repente, cayéndose en el piso provocando un estruendo, que se unió al diluvio furioso destapandose afuera, esa noche el cielo parecía lamentar penas propias y ajenas con el sopor del abatimiento, las gotas resonaban como una fanfarria perdiendo la lengua en el barullo. Era como si hubiera sido abducida en el pasado, perdió el equilibro y el mundo se presentó asfixiante como lo sería las calles abarrotadas del bullicio a mitad del suplicio. Julia simplemente no reconoció la diferencia existente entre el pasado y el presente, soñó despierta arrullada por una luna cercana amasando el mar cálido con su coral, con la argolla de la mansedumbre sustituta castigando el pusilánime. El agua caliente se esparció por las baldosas de la cocina, y Julia se regaño asimisma por su torpeza.
Cuando finalmente limpio y se sentó en su sofá para observar la tele, todo lo ocurrido pareció padecerse en segundo plano, sin mucha relevancia, en un intento de olvido puesto con empeño, nuevamente recordó las lágrimas de Bastian. Reclamándole, tomando sus cosas del departamento, y ella implorando su perdón, solo dos semanas antes de su muerte.
Dio un sorbo al café, pero ya estaba frío, le supo desagradable por lo que lo dejó en la mesita de té. Al lado de una pila de libros, se abrazo las rodillas sintiéndose como una niña pequeña en el cuerpo de una adulta, y mientras pasaban las noticias de ese día, se dejo fluir como el agua ante el recuerdo amargo.
—¡Así que todo el tiempo piensas en esa mujer! —gritó, con los ojos inyectados en lágrimas, rojos por el esmero de no permitir la tormenta en su semblante—. Tus besos, tus caricias, ¡¿Nada es sincero?!
En ese momento tenía un nudo en la garganta, la habían hecho girones y su corazón galopaba como un caballo herido a mitad del juicio criticar acerbamente. La sangre caliente desprendía de la misma fuerza ejercida que alguna vez se sintió complacida y todo el mundo destilo como herrumbre oculta en un galpón.
—¡Bastian no! Asi no son las cosas —se apresuró a decir, llevaba solamente un camisón y unas bragas, mientras Bastian ya se encontraba totalmente vestido—. Déjame explicártelo, por favor.
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Vous retrouver. Carulia
FanficLa vida para Julia Argent está llena de complicaciones, tanto personales como laborales. En un intento poco sensato de olvidar a Carmen San Diego, comete uno de los descuidos más grandes, maravillosos y retadores de su vida. Entonces cuando las cosa...