cap: №1

2.1K 159 134
                                    

Por primera vez en todo el mes, se les ocurrió una buena idea, decidieron ir a la pista de patinaje sobre hielo.  Un anuncio llamó la atención de ambos, logrando que quieran ir, se les hacía emocionante y peligroso, porque en efecto, ninguno sabía patinar.

—Y como decía, quiero conocer a mi chico ideal de la forma más cliché, es que ¡Vamos!, ¿Quién no quiere eso?, yo lo amaría, y sé que tú también, JungWon, Ah...  Si tan sólo hubiera sido más romántico o cliché cuando conociste a Hyung, hubiera sido maravilloso.  Tal vez no todos tenemos la misma suerte— hablaba el menor, casi atropellando cada palabra.  Hablar y mantener el equilibrio era más complicado de lo que esperaba.  —¿Te imaginas que conozca a mi futuro novio aquí?, ¡Sería perfecto!— se soltó de su amigo y fue más adelante, dió media vuelta y lo iba mirando con una gran sonrisa.

—¡Cuidado!— gritó Jungwon.  No sirvió de mucho aquel grito, Ni-Ki se encontraba debajo de un desconocido, estaba más rojo que un tomate.  —¿¡Están bien!?— preguntó Yang.

Esta vez sí que se sentía realmente avergonzado, ¿¡Cómo es que le pasan estas cosas a él!?.  Aclara, no le importaba haber caído frente a medio centro comercial, eso es lo de menos en estos momentos, ¿¡Cómo va a caerse frente a ese chico tan lindo!?.  Sin seguir vagando en sus pensamientos, sus cuerdas vocales expulsan millonada y media de disculpas.    —¡Que vergüenza!, ¡Lo lamento tanto, perdón!, ¡Lo siento, lo siento!.

—Tranquilo bonito.  Estamos bien, los accidentes pasan, ¿Sí?, procura ver por dónde patinas la próxima vez.  Adiós— el chico alto y pelinegro le ayudó a levantar, le sonrió bonito y luego se fue.

Estaba seguro de que parecía tomate.

—Sólo a ti te pasan este tipo de cosas— rió su mejor amigo.

—¿¡Te has dado cuenta de lo bello que es!?— cuestionó según él bajito, aunque en realidad todos en la pista pudieron escucharlo, incluido el chico bonito, ¡Se giró a verlo y todo!.  Que vergüenza, hasta los amigos miraban.

—Mejor vámonos, no quiero que sigas pasando vergüenza frente al chico bonito— literalmente fue arrastrado fuera de la pista, ambos se quitaron los patines, los guardaron y salieron rumbo a casa del más pequeño.

La tarde de pista fue un desastre, pero había visto al chico bonito.

°°°

—¡Vamos!, ¿¡En serio!?, ¡No me digas que no te pareció precioso!— entró gritando el dueño de casa.

—¿Quién le parece precioso a usted jovencito?— cuestionó el más alto de sus hermanos, SungChan.

—Ha tropezado con un chico en la pista y quedó más que enamorado de él— explicó el pelinegro.

—Dios mío, líbrame de estos adolescentes que se enamoran de cada chico que se cruzan— el mayor se fue directo a la cocina, ellos decidieron buscar algo de tomar y luego subieron a la habitación de Ni-Ki.

—Fue demasiado cliché para mí gusto— JungWon hace una mueca de disgusto, era demasiado para él.

—¡Fue perfecto!— chilló el rubio.  —Era demasiado bonito, ¿¡Viste su lunarcito!?, ¡Dios!.  Era tan hermoso, juro que si aparece en mi vida por arte de magia, haré que se enamore de mí en...  ¡Menos de un mes!.

Su amigo soltó una pequeña carcajada.  —¿Y cómo piensas lograrlo?.

—Fácil, le pido su número, lo invito a salir, muestro mis encantos, lo enamoro, nos hacemos novios, le presento a mis padres y luego nos mudamos a Miami— respondió obvio el menor.

—Exageras.  Además, no creo que sea tan sencillo, te va a costar, tiene mucha pinta de hetero— el más bajito hizo un tierno puchero, su amigo no se podía resistir y tiró de sus mejillas.  —¡Eres la cosita más tierna que ví!.

—Los que tienen más pinta de heteros terminan siendo los más gays— el otro asintió a medias.

—Puede que tengas razón, y si no la tienes, debes darlo vuelta.

—Podría, pero eso sería demasiado vergonzoso para ambos— Won se llevó una mano a la frente mientras negaba repetidamente, de verdad no lo entendía.

—Entonces no te quejes cuando no te de ni la hora.

—¡Ni-Ki, JungWon, a merendar!— llamó SungChan.

—Vamos, creo que mis padres ya deben haber llegado— juntos bajaron las escaleras, y como había supuesto, ahí estaban ambos mayores.  —Hola padres.

—Hola señores Nakamoto— saludó Yang.

—Hola niños.  JungWonnie, te hemos dicho que para ti somos Yuta y SiCheng— recordó el menor de los padres.  —Bien, ¿Cómo les fue en la pista?, ¿Se han divertido?

—Ni-Ki tropezó con un chico, ya que siempre anda con la cabeza en las nubes— contó el pelinegro.  —Pero de ahí en más, fue divertido.

—No irás más a la pista— bromeó Yuta.

—¡Papá!, ¡quizás fue la primera y última vez que lo vea!— los presentes murieron de la ternura que soltaba el más chiquito.  Y también de la risa, why not.

—Ya corazón, era broma, además, si le prohibiera verte, tendría que haber hecho exactamente lo mismo con tus hermanos, pero no, ahí los ves, enamorados y felices.

—Hablando de eso— se metió Sungchan.  —¿Creen que pueda volver a Japón junto a Taro?, sus padres han enfermado otra vez, él quiere verlos antes de cualquier posible tragedia.

—Claro que sí Chan, con tal de que no dejes tus estudios, te damos el permiso, ante todo la seguridad de los papás de Taro, tú dinos cuando piensan partir, les daremos dinero para el tiempo que estarán allá— SiCheng sostuvo la mano de su hijo y le sonrió.

—No hace falta dinero, nos quedaremos en su casa, ellos viven bien, ya lo mencioné antes.  El dinero no es un problema y podrán mantenernos durante el tiempo que nos quedemos.

—¿Cuándo volverá ChenLe?— preguntó Ni-Ki.

—Aún no lo sabemos, hijo.  Creemos que no muy pronto, se lo ve demasiado feliz con JiSung en Los Ángeles— contestó Nakamoto.

—Lo extraño tanto como a RenJun y a mi sobrino— confesó.

—Yo extraño a JunHyuk— dijo Jungwon.

—Todos extrañamos a ese pequeño diablillo.

—Sí, aunque mis plantas no lo extrañan— susurró el mayor de todos los presentes.  Dong, que logró oírlo, ahogó una carcajada.

—Wonnie, ¿te quedas esta noche?— el chico negó.

—Hoy no puedo, me encantaría, pero mis padres saldrán y debo encargarme de la casa.  Mi abuela estará, pero esa señora parece de piedra una vez se duerme.

—Entiendo, planeaba prepararte ramen japonés, ya que es tu favorito— hizo un puchero y se lamentó en silencio.

—La próxima que venga quiero ese ramen, es una promesa, ¿Sí, Yuta?— el castaño asintió sonriendo.

—Lo haré hasta que engordes, bueno, en realidad todos lo haremos.

—Entonces será rápido, odio el ejercicio.

—Hemos terminado, ¿Podemos subir a mi habitación antes que se lleven a JungWonnie?— cuando vieron a los mayores asentir, salieron disparando al segundo piso.

Lo que restó de la tarde, se basó en el pobre JungWon escuchando al pequeño Riki hablar sobre su nuevo amor platónico o como le había puesto, el "Príncipe de hielo".  Lindo.  Y tonto, muy tonto.
























bueno, no quise cambiar tanto la versión original, sólo corregí algunas faltas ortográficas y cambié algunas partes, espero que les guste y sigan apoyando la historia.

les amo corazones ♡

Cliché Donde viven las historias. Descúbrelo ahora