Es hora de marcharse

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Me despierto para encontrar a Lori todavía dormida en mis piernas. Miro la habitación de un lado a otro. Parece que era el primero en despertar. Coloco la cabeza de Lori cuidadosamente en el suelo y me deslizo en silencio para no despertarla. No sé cuando podremos volver a dormir tranquilos, así que no quería despertar a nadie. Me dirijo hacia el baño con la intención de echarme agua en la cara. Abro la puerta y encuentro a Andrea haciendo lo mismo.

-Buenos días, capitán. —Bromea con una sonrisa tan brillante como los rayos de sol que atraviesan la ventana.

-Buenos días. Te has levantado temprano. —Respondo mientras me acerco al grifo para mojarme la cara.

-Nunca he sido de las que duermes, incluso antes de todo esto. Muchos estudios y trabajo. Aunque ahora eso parece una tontería. —Mira hacia abajo sacudiendo la cabeza.

-Sí, supongo que sí.

Es curioso cómo ha cambiado la vida en todo el mundo. Andrea dedicó su vida a lograr una meta, un sueño, alta para cualquiera, y aún así lo consiguió. Andrea era abogada, y muy buena, bien pagada y en la cima del mundo. ¿Yo? Apenas terminé secundaria. Me costó un año más que al resto. Convertirme en policía no era mi plan, simplemente sucedió. Yo no era una mierda, no era nadie. ¿Pero ahora?

-Nos vemos en el entrenamiento. —Digo mientras salgo del baño.

-¿Por qué no empezamos ahora?

-¿Empezar qué? ¿Tu entrenamiento? No. —Respondí rápidamente, aunque me encantaría entrenarla con ese rifle.

-¿Por qué no? No despertaremos a nadie.

-¿No sería más fácil entrenarlos a todos a la vez? Pero te enseñaré algo. Vamos

Ella está acostumbrada a tomar el control de la situación, pero esta vez me tocaba a mí. Mientras caminamos por el pasillo, paso por delante del campo de tiro.

-¿No es ese el campo de tiro? —Señala hacia la puerta.

-Solo sígueme, ¿de acuerdo?

Camino hacia la torre de bomberos del departamento y comienzo a subir los tramos de escaleras hasta que llegamos a la cima, Andrea me sigue sin decir nada más. Llegamos hasta el tejado.

-¿Por qué estamos en el tejado? —Pregunta con curiosidad.

-Quiero que te vayas familiarizando con ese rifle. Aunque lo sostienes con tanta naturalidad como si ya lo hubieras utilizado antes. Es casi como si ese rifle te eligiera a ti. Pero ahora debes aprender a dispararlo.

Señalo a un caminante que hay rondando por las calles, solitario, que trota sin rumbo fijo en la distancia, tal vez a menos de sesenta metros.

-Ese es tu objetivo.

-Nunca antes había disparado un rifle, ¿no me vas a enseñar nada?

-No. Tienes que hacer tu primer disparo y te ayudaré a hacer los ajustes necesarios. —Dirijo su atención hacia el caminante. -Concéntrate, respira hondo y dispara. —Insisto.

Ella camina hacia la cornisa del tejado con confianza para alinear su tiro, luego dispara. Lo acaba golpeando en el brazo izquierdo, haciéndolo girar del impacto.

-No está tan mal. Ahora ajusta la mirilla. Te aconsejo que debes subirlo un poco.

-Ya lo tengo. —Dice mientras juega con la mirilla.

Prepara el rifle una vez más y dispara. La sangre salpica hacia la calle, detrás del caminante. Su cráneo estalla e inmediatamente cae de espaldas sobre el asfalto. Lo consiguió. No esperaba que lo lograra en su segundo disparo, pero lo consiguió.

-Le tengo. —Se regodea con una sonrisa triunfante.

-Lo has hechos genial.

Su alegría y mi sorpresa duran apenas unos segundos, ya que nos interrumpe de un golpe la voz de Lori desde algún punto.

-¡Shane! ¿¡Estás ahí arriba!? ¿¡Shane!?

Lori me llama desde fuera del departamento del Sheriff. Me acerco hasta donde está Andrea, cerca de la cornisa para ver a Lori y a Dale abajo.

-Escuchamos disparos. Me di cuenta de que no estabas. —Dice ella nerviosamente.

-¿Qué estás haciendo ahí arriba? —Añade Dale.

-Practicando. —Miro a Andrea.

-¿No podías haber esperado hasta que todos estuviéramos despiertos? —Pregunta Lori, claramente enfadada.

-Bueno, ya estáis despiertos. ¿Te importa si continuamos?

-¿Puedes bajar para que podamos hablar, por favor? —Dice ella mientras entre de nuevo hacia el interior.

Miro a Andrea, que está sonriendo por esa situación, y me dirijo hacia las escaleras por las que hemos subido para regresar al interior del edificio. Cuando me estoy acercando hacia las escaleras, oigo como Andrea me llama de nuevo.

-¡Shane!

-Ahora no, Andrea. Tengo que ir a hablar con Lori. —Respondo con desdén.

-Bueno, creo que tendrás que suspender esa conversación. Tenemos un problema.

Me dirijo hacia donde está Andrea, que me señala hacia abajo. Miro hacia la calle y veo como un montón de caminantes, al menos veinte o treinta, caminan tropezando hacia nuestra dirección. Están a unos doscientos metros de distancia. ¿Podrían haber escuchado los disparos? ¿Estamos a salvo aquí? Quizás nos pasen de largo si nos mantenemos en silencio.

-Vuelve abajo. —Le ordeno a Andrea.

-¿No puedo dispararles simplemente? —Pregunta. Pero noto como la adrenalina sigue bombeando por haber matado a su anterior víctima.

-No. Más disparos solo van a atraer a más de ellos en esta dirección, tenemos que bajas y despertar a todos para salir de aquí lo antes posible.

Andrea mira hacia atrás, a la manada de caminantes, antes de asentir rápidamente con la cabeza y seguirme hasta el interior del departamento. Era hora de marcharnos.

Shane WalshDonde viven las historias. Descúbrelo ahora