Tarde.

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Pisar México era raro pero preferiblemente lo ignoraba.

Se notaba la diferencia entre esta ciudad y Los Santos; dentro de lo que cabe Tijuana parece más espacioso y cultural. Si aún estuvieran juntos, Isabel lo tendría por todos lados enseñándole todos los rincones de la ciudad que le fuera posible.

Entró a la habitación de hotel que recién pagó tirando su maleta a la cama y la abrió buscando otro cambio de ropa pero lo primero que se topó fue el sobre que guardó a prisa antes de irse.

Respiró hondo, tenía la opción de leerlo o hacerlo a un lado, ya que pensándolo bien el edificio de Isabel no está muy lejos, desde su ventana es capaz de ver toda la privada y antes de verla ya no tendrá oportunidad de leerlo.

Lo agarró y se sentó en la orilla de la cama, su corazón comenzaba a palpitar más fuerte.

"Siempre he estado rodeada de personas, nunca me quedaba sola y me agradaba.
Me acostumbré a tener al menos una persona de soporte, aunque esa siempre fue mi papá pero ahora aquí en Los Santos todo es totalmente distinto y hasta peor.
A veces Jack me da miedo aunque lo quiera. No sé si es ese tipo de hombre violento pero llego a tener miedo de que me haga daño físico. Aun así sigo aquí.

No para de venir a mi oficina, eso también me daba miedo al principio pero no me ha hecho nada, sólo toma café y me habla de la malla.
Así que, quiero confiar que es un buen hombre a pesar de su temperamento de perro.

Lo que me duele es que no tengo con quien hablar de esto, aquí estoy totalmente sola.
Me gustaría hacer un amigo pero en mi nuevo entorno todos están ocupados, todos tienen una vida demasiado seria.

Es triste. De verdad que no me está gustando esta ciudad, debería irme mejor.

Presentaré mi renuncia mañana."

Pasó la hoja.

"Soy una tonta.
No sé qué mierda tiene ese hombre que hace que quiera quedarme, quiero decir... De verdad es bueno, quiero conocerlo más."

Cambió la página sin siquiera terminar de leer.

Todas comenzaban a hablar del cómo se comportaba con ella, el cómo la hacía sentir y por cada página que pasaba comenzaba a ser todo muy negativo.

"El wey se puso todo pedo. Fue raro e incómodo pero lo más extraño era cuando me rodeó y dijo que le recordaba a alguien. Nunca alcanzó a decirme quién pero en cuanto mencionó eso parecía dolido.

Conocí a mi jefa, me dio un friego de vergüenza tener que ir a verla a las 11 de la noche y él apestando a alcohol pero no le importaba nada, parecen ser muy cercanos.

Ella me miró asustada, como estuviera viendo a un fantasma."

Devolvió la primera hoja en golpe y lo aventó al medio de la cama.

Ya no quería leer.

Siguió con sacar otra ropa, cambiarse y salir a buscar el edificio de Isabel.
Aseguró tener su arma consigo y se fue en el auto que rentó a las orillas de la ciudad.

Llegó en breves pero no se iba a exponer caminando; estacionado en frente llamó al teléfono que Michelle le envió.

—¿Si, bueno?—Respondió un hombre, el guardia de la caseta que podía ver desde dentro.

—Hola buenas tardes, llamo porque tengo una cita ahora a las 2:30 para ver los pisos del edificio A y B.

El hombre buscó con la mirada, encontró a Jack en su auto estacionado y este hizo un saludo con la mano sobre el volante.

Podrido🥀; la Rosa marchitó.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora