A pesar de que mostrara más paz de los tres camino al hospital no descartaba que tenía miedo, jamás planteó un embarazo y aunque tuviera nueve meses para asimilarlo e ir viendo cómo su barriga crecía al final después del parto seguía siendo irreal. Escuchaba el llanto de Irma y a como pudo del cansancio asomaba su cabeza mirando a las enfermeras cargando un trocito de ser humano y después volteaba a Antonio que le sujetaba la mano besándola contento.
Esa escena comenzaba a ponerla nerviosa a pesar de que le dijeran que la bebé estaba bien.
Para la noche Antonio seguía sentado en una silla junto a Isabel y arrullando a Irma mientras no paraba de pensar en que será el mejor padre para ella y le enseñará todo lo del campo y jamás le faltará nada.
En cambio Isabel estaba recostada con la mirada perdida a la pared.
—Antonio...
—¿Mh?
Giró a verlo frunciendo el ceño con las lágrimas pasando por sus mejillas.
—No creo ser una buena mamá para Irma.
Este frunció el ceño confundido y buscó a Haide con la mirada que estaba sentada en el sofá junto a la puerta. Ella vino rápidamente para cargar al bebé y Antonio pudo acercarse mejor a ella tomando su mano que reposaba bajo su pecho.
—¿Por qué lo dices?
—Es que...Mírame, no sé nada, soy un desastre. No se merece una mamá tan pendeja y un papá biológico enfermo... Siento que le estoy dando la peor familia disfuncional.
Trató de darle algunas palabras de apoyo pero en su rostro era evidente que se cerraba a escuchar algo más y reposó su cabeza en la almohada cerrando sus ojos y apartó la mano de la que su novio se aferraba.
Este volvió a cruzar su mirada con Haide, ambos iguales de preocupados y tristes de escucharla decir eso. Total estaban seguros que con su nuevo instinto maternal cambiaría de opinión y ya podría emprender su maternidad como alguien "normal".
Desde el hospital y hasta volver a casa Isabel nunca se vio interesada en cargar a su bebé y al final Haide era quien daba vueltas por todos lados con esta; Haide e Isabel se quedaron en la habitación de Irma y después de un rato Haide se fue para preparar la comida dejándola sola.
Ella se asomaba a veces a verla dormida en la cuna y volvía a sentarse en la silla mecedora que estaba dando a la ventana meciéndose sola con sus ojos cerrados y la cabeza baja sobando su frente con el brazo recargado sobre el mango de la silla. Estaba tan desesperada y ansiosa de volver al pasado evitando todas estas estupideces, así que, lo más cercano que tenía de Los Santos era su otro teléfono. Se levantó rápidamente a buscarlo entre los cajones de ropa, volvió a dejar todo en su lugar y volvió a sentarse en la silla, lo encendió pero antes de que pudiese desbloquearlo tocaron la puerta que ya estaba abierta provocando que se exaltara como si estuviese haciendo algo malo.—Mijita, quiere pasar el señor Quintero a dejar un regalo para la niña.
Detrás de ella estaba el mencionado con un peluche de un perrito husky con un listón café hecho moño en el cuello haciéndolo más bonito, total casualidad la mascota y el listón que pudo ser rosa pero en cambio es el color favorito de ella.
Automáticamente se vio obligada a cambiar su cara a una sonrisa pero en sus ojos se seguía viendo cansada y físicamente algo hinchada.Se levantó y dejó el teléfono sobre el tocador que estaba frete a ella.
—Muy amable Quintero, adelante.—Recibió sin borrar la sonrisa.
—Buenas tardes, con permiso.—Haide se fue y los dejó. Este vio por encima donde estaba su hija pero lo ignoró por ahora.-Muchas felicidades, veo que el parto fue bien.—Carraspeó su garganta y extendió el peluche.—Esto es para la niña, Irma.
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Podrido🥀; la Rosa marchitó.
Fanfiction𝘊𝘰𝘯𝘵𝘪𝘯𝘶𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘣𝘳𝘦𝘷𝘦 𝘥𝘦 𝙍𝙤𝙨𝙖. ☾︎ Ella ha desaparecido por completo, como si la tierra se la hubiese tragado o como si el cielo ya la ha recogido pero en cambio, él está más que harto y se siente traicionado. Si no es para ti es...