Tiempito.

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Los pájaros cantan de la misma forma que ella extrañaba tanto y algún gallo colado dando los buenos días.

Ya son 5 meses y por mas que ame todo a su entorno no sabe expresarlo, día a día que se levanta de su cama y se mira en el espejo del baño es lo mismo: esa cara seria de preocupación y agobio con un poco más de sueño.
Antonio y Haide ya no saben qué más hacer, lo único que hace Isabel es sentarse en la silla mecedora que está en la entrada de la casa, podría pasar horas allí mirando a la nada reviviendo sus tristes y melancólicos recuerdos.

En el comedor de la cocina mientras Juan Gabriel sonaba de fondo en la radios y el aire fresco le esperara afuera colándose tras la ventana, todo estaría bien o así es hasta que se levanta Antonio.

—Buenos días.—Habló a lo alto con suficiente energía pero dando un brinco del susto a Isabel.
Pasó de la mesa hasta la alacena sacando una taza y sirviéndose su café de todas las mañanas.—Que rico huele Haide, hasta al cuarto ya me llega.—Halagó con una sonrisa.

Haide le sirvió su plato en su lugar de la mesa y le siguió detrás para sentarse.

Apenas acomodarse miró a Isabel, la cuál pasaba de él totalmente centrada en su plato pensando mierdas.

—Buenos días Is.

—Buenos días Antonio.—Miró por unos segundos al mencionado y regresó a su prioridad.

—¿Cómo durmió la princesa de la casa?

—Bien, acostumbra patear fuerte en las madrugadas.—Respondió acariciando su vientre unos segundos.

Comenzó a reír por lo bajo.
Él no se refería a la bebé.

Haide se reía sola dando la espalda a ambos mientras lavaba los platos.
Tiende a hacerse tonta a propósito, su único interés es su hija y el hombre que no tiene.

—Pero Is te ves muy cansada.

—Estoy bien.

Habló sentándose mejor para dedicarse a desayunar el huevo revuelto de su plato, ese día Haide preparó chilaquiles para desayunar pero Isabel ahora sentía un mal recuerdo que ya no puede comer un plato común de su país. Tiende a evitar todo lo que pueda recordarlo pero al final es en vano, constantemente piensa en que si Volkov encontró el sobre y si es así qué pensará y qué estará haciendo Jack justo ahora. Seguro habrán noticias y más entrevistas subidas a internet que le involucren pero desde que llegó a la hacienda menos toca un aparato electrónico que no sea la televisión o la radio.
Con suerte habla por teléfono fijo con su familia, el teléfono móvil lo tiene apagado y escondido en un cajón; ha de admitir que sigue esperando una llamada de alguien queriendo volver a tener contacto con Volkov o Michelle pero sabe que es imposible, para eso mejor lo apaga.

Por más que lo odie él siempre está en su memoria y siente una horrible impotencia y ganas de verlo después de todo ¿de verdad no estará hechizada o algo? Maldita puede ser la palabra indicada. Pero es que aunque no quiera cuando mira a su vientre hay algo de Jack en ella, ansía verla cuando nazca y saber qué rasgos sacará de él y sabe que algún día su hija le preguntará por este ¿Qué horrible mentira le tendrá que decir al respecto? ¿El típico "no quiso hacerse cargo" pero en sutiles palabras?
Lo dejará como poco hombre ante sus ojos.

—Hey, Isabel.—Llamó despertando su mente.—Vamos al cerro hoy.

Negó apenas terminó de hablar y siguió comiendo.

—No gracias Antonio, me da mucho miedo salir de la casa ahorita.—Señaló a su vientre con el tenedor.

Eso también es culpa de Jack, ahora si o si se queda en casa sin hacer algo "arriesgado" , así como Jack ya no fuma dentro el departamento en honor a ella e imaginar que sigue allí.

Iguales de jodidos y traumados.

—Haide dile algo.

—Si mijita, ándale.—Giró secándose sus manos con un trapo.—Bien que extrañabas estos rumbos pero desde que llegaste no sales ni a la esquina.

–Qué mentirosa, salgo contigo al mandado.

—Pero eso no cuenta.—Replicó Antonio.—Tienes ya 5 meses aquí con tu bendición y no sales nunca ¡Sal conmigo! Vamos a caballo, si hasta te tengo una yegua bien chula para ti esperándote.
Vamos al cerro, a las tierras, que conozcas lo nuevo y lo viejo que te has perdido ¿O adio extrañas la ciudad?

Volvió a negar.

—No, para nada pero es mi prioridad cuidarme por mi niña, estoy oxidada como para volver a mis inicios. Dame chance ya después del embarazo.

—Entonces aunque sea acompáñame para ir a conocer a los nuevos trabajadores.

—¿Contrataste más?

—Nomas dos.

—Ah sale.

—Sale pues, acábate tu huevito y te vienes a los establos.—Cerró levantándose con plato en mano para dejarlo en el lavatrastos y dejar un beso en la frente de Haide como agradecimiento diario.
Pasó casi corriendo a su habitación, específicamente a su baño y en un minuto salió nuevamente directo a salir de la casa.
Haide miró directo a Isabel con esa cara que lo decía todo.

Ella levantó la mirada a punto de comer el pequeño taco que hizo con la tortilla de harina con el mismo huevo.

—¿Eu?

—¿Qué pasa?—Preguntó alzando la cabeza y se sentó frente a ella.—Mi niña creo que es tiempo que dejes ir a ese cabrón.

Isabel frunció el ceño comiendo su taquito y negó.

—No sé de qué me hablas.

—Mija ya es hora de que olvides a ese pendejo, no te sirve de nada seguir pensando en él.—Habló fuerte.—A ver dime ¿Qué se te viene a la cabeza cuando piensas en este Jack? ¿Qué lo sigue haciendo tan persistente?

Haide era la que estaba más enterada del tema, es también su mamá postiza y a decir verdad le cae mejor que la que está en Tijuana.
Antonio sólo sabe menos de la mitad, no se siente con el derecho de saber lo que ocurrió.

—Pero no es tan fácil.—Replicó.—Si es un pendejo que no mames, pinche patada en los huevos que da ganas de darle apenas abre la boca.—Habló sonando como si tuviera rencor sincero pero no dura demasiado como la nostalgia.—Si algo me da coraje es que se me hace injusto como terminaron las cosas que ni siquiera le di la cara antes de irme y me arrepiento de esto.

—Eso dices nomas porque sigues enamorada o no, bueno, obsesionada.—Remarcó lo último.—Si hiciste bien en irte, la carta dejó todo clarito y si ese señor ruso se entera pues bueno, tu voz no quedó callada del todo.
Él seguro debe estar siguiendo con su vida y que te valga madres, tú debes seguir con la tuya; no es justo que ese hombre se adueñe de tu memoria y tu tiempo, ni se lo merece.—Cerró sus palabras e Isabel continuó su desayuno.—Además ¿Que no ves como tienes a Antonio?

Isabel inconscientemente sonrió, de verdad le encantaría corresponderle pero Jack no la deja.

—Ay Haide no empieces.

—No, no, no. A ver si ya comienzas a hacerme caso y darte cuenta de lo que te estás perdiendo, él daría lo que fuera porque la bebé que cargas fuese de él.

—Yo me esperaba más decepcionarlo.

Negó viendo que ya había acabado su desayuno agarrando el plato para lavarlo.

—Ándale ve a darte una retocadita rapidito, que no nomás te va a presentar a los trabajadores.

Hizo caso diciendo un gracias antes de irse a su habitación, dentro fue a su baño y se miró al espejo pensando "¿Qué tengo que hacer...? ¿Qué se supone que deba de retocarme?"

Tenía unas ojeras horribles y al acercarse más sintió que sus pestañas eran muy cortas. Buscó entre cajones la bolsa básica con maquillaje que alcanzó a llevarse. Va de lo más natural posible para cubrir lo jodida que está o al menos el intento.

Respiró hondo tras verse por un buen rato y sonrió para sí misma; estos eran pequeños detalles que hace feliz a uno al tratarse bien a sí mismo.

—Estás bien, vas a estar bien.

Podrido🥀; la Rosa marchitó.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora