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Y allí estaban ambos, sin conocerse pero sentados en la misma mesa de cafetería.

—¿Qué podríamos tener en común? —sentía intriga por aquel chico pero se sentía cómoda con la conversación hasta ahora, pese a insistirle en que se esconde de algo, no le preocupaba, después de todo ella no se ocultaba por una razón necesariamente mala.

—Que ambos nos estamos ocultando —repitió dejando los lentes de sol sobre su cabeza — no creerás que alguien utiliza lentes de sol si ni siquiera hay sol.

Vio sus ojos, eran de un color avellana, casi amarillos, mientras que también en ambos ojos tenía un delineado bastante bonito, llamando la atención de Nozomi.

—Tú también lo haces.

—Me los acabo de quitar —llevó su mano hasta detrás de su oreja para también quitarse el cubre bocas y dejarlo en el bolsillo de su chaqueta —y ahora esto también —sonrió.

Nozomi vio su cara por completo ahora, era un chico tal vez de su misma edad.

—Ahora ya no te ocultas, has mostrado tu cara.

—Sólo me oculto mientras camino, no hay problema aquí dentro. ¿Y tú?

—Yo no lo sé.

—¿Qué cosa no sabes?

—Si sacarme esto o no.

—Acabas de aceptar de manera indirecta que sí te escondes de algo, lo cual responde a mi primera pregunta —era astuto —. Si eres una gran celebridad juró que no gritaré de emoción —bromeó.

Nozomi sonrió, le parecía agradable.

Miró por toda la cafetería, no había muchas personas y dudaba que las que estaban allí la reconocieran, tal vez sería bueno sacarse aquello.

—Te revelaré un gran secreto —susurró hacia el joven frente a él, haciendo que él acercase más su rostro.

—¿Cuál? —preguntó en también un susurro.

Nozomi dejó los lentes de sol a un lado y lo miró sin que nada se lo impida, luego tomó las gomas del cubre bocas y también lo dejó a un lado, esta vez Keigo pudo ver como era una chica de mirada intrepida y piel canela —el secreto es que no necesitabas pedirme que me quite el cubre bocas, lo hubiera hecho de todas maneras ya que no puedo tomar café con eso.

El chico parpadeó un par de veces, fijándose por completo en el rostro de la contraria, la cual le sonreía, al parecer contenta de haber hecho que cayera en su broma. Se veía bonita.

—Tienes razón, no soy tan listo.

—No, al parecer no —sonrió dejando caer su espalda en el respaldo de la silla —¿Cómo te llamas? ¿El Señor Misterios?

—Por ahora llámame por mi apodo, Hawks.

—Hawks, menudo apodo.

—¿Y que hay de ti?

—Pues yo… —pensó un poco, se le vino de inmediato ese apodo que tantas veces había pensado —Puedes llamarme por el apodo que me acabo de inventar, Enredh

𝘓𝘪𝘣𝘦𝘳𝘵𝘢𝘥 𝘥𝘦 𝘚𝘦𝘯𝘵𝘪𝘳 ━━━━━ 𝘒𝘦𝘪𝘨𝘰 𝘛𝘢𝘬𝘢𝘮𝘪  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora