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Nozomi miraba por su ventana, extrañaba el campo en donde entrenaba. Esperaba poder volver allí.

Cuando todo eso terminara ¿Cuál sería su casa? Definitivamente no sería esa.

Tomo asiento en su cama, recordó como la noche anterior había estado allí comiendo comida chatarra junto a Keigo, sonrió por ese recuerdo. Mientras cerraba los ojos rememoró sus cálidas manos, su abrazo, sus cabellos casi rubios y su mirada, el color exacto de sus ojos. Abrió los ojos mientras con unos ligeros movimientos de dedos poco a poco fue creando una pequeña flor, sencilla, sonrió al ver ese color que tenía, definitivamente del mismo tono de los ojos de Keigo.

Creó otra más, y otra, otra, y otra más, todas distintos tipos de flores pero sus colores eran los que le recordaban a Keigo, el rubio casi anaranjado de su pelo, el carmín de sus alas, sus ojos con tonalidad anaranjada, con un casi imperceptible color chocolate, solo muy de cerca se podía contemplar.

Tan cerca como habían estado la noche anterior.

Se sintió algo cansada, pero siguió hasta terminar otra flor carmín, cuando la acabó la dejó con el resto sobre su cama. Poco a poco las acomodó hasta que quedó listo el ramo. Tenía ganas de quedárselo y mirarlo cada vez que extrañaba a Keigo pero no se lo quedaría, se lo regalaría.

Escuchó qué tocaban la puerta de su cuarto, Rai pasó a continuación, con una caja en su mano.

—Este es el vestido, Nozomi, va siendo hora de que te prepares, sabes que es algo lejano.

—Oh, lo veré luego de tomar una ducha.

No tenía intensiones de arreglarse ni verse bien para algo así, pero ese era su deber ahora así que lo haría.

Rai vio el ramo de flores sobre la cama pero no dijo nada.

Nozomi tomó una ducha. Luego extendió el vestido en la cama, era rojo, casi como las alas de Keigo tenía las mangas largas y la falda hasta por encima de las rodillas. Cuando terminó de ponérselo vio como sus hombros quedaban algo descubiertos. El vestido no estaba mal, lo malo era la ocasión. Se puso unos zapatos negros solo un poco altos.

Llamó a Rai, pidiéndole que la peine ya que ella siempre había sido quien la peinaba para todo lo que ella fuera a hacer. Le relajaba sentir sus dedos peinándola, ninguna de las dos hablaba casi, Rai estaba demasiado preocupada y Nozomi tenía demasiado miedo.

—¿Por qué rojo, Rai? Esperaba algo negro o algo así.

—Hawks pidió que sea rojo, dijo que eso ayudaría en algo, pronto vendrá.

—Oh. No me dijo nada sobre algo rojo.

—¿Lo quieres?

—¿Si lo quiero? Claro, lo quiero, es genial y es mi amigo, cuando estoy con él soy feliz. Sería siempre feliz si pasara todo el tiempo con él.

—No me refiero a si lo quieres así, me refiero a otro tipo de aprecio.

—Oh… —apartó la mirada del espejo frente a ellas —. No es eso, no lo es.

Rai asintió mientras acomodaba otro mechón —Está terminado, Nozomi.

Había acomodado su alborotado cabello partiendo lo en dos, con una línea más al costado, le gustaba el peinado —Gracias, Rai. Es fantástico.

—Lo siento mucho, Nozomi —ella se puso de pie para mirarla sin comprender —. Quizás si hubiera actuado muchos años atrás nada de esto estaría pasando. Te fallé y lo lamento mucho.

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⏰ Última actualización: May 05 ⏰

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𝘓𝘪𝘣𝘦𝘳𝘵𝘢𝘥 𝘥𝘦 𝘚𝘦𝘯𝘵𝘪𝘳 ━━━━━ 𝘒𝘦𝘪𝘨𝘰 𝘛𝘢𝘬𝘢𝘮𝘪  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora