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Keigo la encontró muy rápido al volar, bajó a una distancia de ella para luego acercarse caminando, la llamó por su nombre pero pareció no escucharlo. Comenzó a caminar a su lado, preocupado, notaba como el cuerpo de la chica temblaba y su mirada iba clavada en el suelo. Estaban en una calle que nadie transitaba en ese momento.

—Nozomi escucha —dijo finalmente parándose frente a ella y sosteniendo sus hombros, la agarraba con fuerza, pero sin llegar a dañarla. Sentía como todo el cuerpo de ella temblaba —. Estoy contigo, no temas, si no quieres escucharme no hablaré, pero no te dejaré sola.

Levantó la mirada para verlo, era consiente de su aspecto deplorable mientras todas esas lágrimas estaban en su rostro pero no era momento para preocuparse por eso —No necesito escuchar nada por ahora —no le gustó recibir su voz como un débil susurro —. Solo necesito caminar y… Pensar.

—Está bien, yo te acompañaré.

Solo asintió y volvió a bajar la mirada mientras caminaba, Keigo iba casi a su lado, solo un poco atrás ya que quería darle su espacio, la escuchaba sollozar y aún la veía temblar, se sentía impotente, pero tampoco podía forzarla a nada, sería arriesgarse a que se sienta aún peor.

Finalmente llegaron cerca de una laguna, Nozomi no sabía muy bien cómo llegó ahí, no conocía el lugar, solamente caminaba para alejarse todo lo posible de su casa, pero ante la vista del lago paró de caminar, era un lugar hermoso, rodeado de suave y recortada hierva, daba el aspecto de un lugar cuidado.

Sintió sus piernas perder fuerza y se desplomó sobre la hierva de rodillas, se sentía tan mal, tan tonta. Toda su vida siendo tan usada, e incluso pretendían usarla bajo ese fin tan… ruin. ¿Un hijo? Sintió náuseas de solo pensar tener un niño para algo como lo que había dicho Rai. Todo le daba náuseas, su propia vida le daba náuseas.

Gritó mientras lágrimas comenzaron a deslizarse de nuevo, gritó mientras sus dedos se hundieron entre la hierba y tierra, gritó de tanta rabia y frustración que albergaba, y en medio de todo esto sintió a alguien a su lado, alguien quien la cubrió con sus alas mientras la acercaba a su cuerpo para abrazarla, sosteniéndola como si temiese de que en cualquier momento se rompiera.

Hawks, Keigo Takami, su héroe estaba ahí para apoyarla.

Dejó de aferrarse a la hierba y esta vez se abrazó al cuerpo de Keigo, nunca había tenido mucho contacto con nadie, no sabía si la comodidad que sentía con él la sentiría también alguna vez con otra persona. Sospechó que no.

Aún lloraba por si misma, pero ahora tenía a alguien sosteniéndola, cuidando que no se rompiese.

Keigo.

La cubrí con mis alas casi por inercia al escucharla gritar de ese modo, un grito que se expandió en mí. La cubrí y la atraje hacia mi cuerpo porque temía verla romperse en cualquier momento, parecía cerca de hacerlo. Sentí desesperación ante la idea y me aferré con más fuerza a su cuerpo tembloroso mientras escuchaba sus sollozos. Quería hacer que todo su sufrimiento desapareciera. No permitiría que su corazón se rompa por todo lo ocurrido, pero en el caso de que se hiciera pedazos estaba seguro de que volvería a poner en su lugar cada fragmento.

La dejé llorar contra mi, tenía que vivir su dolor, podía haberle dicho un «ya no llores» pero no hubiera servido de nada, sentía que mejor bien hacía dando ligeras caricias a su espalda ya que poco a poco dejó de temblar y sus sollozos se iban extinguiendo.

Y mi corazón se iba calmando a la par de ella.

Omnisciente.

—Siento que es mi culpa —la escuchó decir entre sollozos —siento que si me hubiera impuesto más, si no fuera tan fácil manipularme nada de esto sería así, fue tan fácil, Rai lo describió tan fácil… Nada les resultó complicado para manipularme sin darme cuenta.

𝘓𝘪𝘣𝘦𝘳𝘵𝘢𝘥 𝘥𝘦 𝘚𝘦𝘯𝘵𝘪𝘳 ━━━━━ 𝘒𝘦𝘪𝘨𝘰 𝘛𝘢𝘬𝘢𝘮𝘪  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora