4

651 64 15
                                    

Nozomi se alejó un poco de él, mirándolo a los ojos esta vez.

—Soy Nozomi Senegal, un gusto, Keigo.

Le sonrió —Un gusto Nozomi.

Una vez más ella miró sus alas.

—Son enormes, ¿Cómo las escondías?

—puedo desprender mis plumas, la mochila estaba llena de ellas. Son plumas bastante sensibles ante cualquier cosa, son extremadamente útiles para ser héroe.

—Increíble, tienes una peculiaridad increíble.

—Sé que tenemos mucho que hablar, pero me habías dicho que solo tenías una hora de tiempo, ¿no deberías irte ya?

Nozomi miró algo alarmada el reloj en su muñeca, técnicamente debía estar en su casa hace ya 15 minutos.

—Oh no, he perdido la noción del tiempo.

—Puedo llevarte —se ofreció Keigo.

—Rai podría verte…

—No lo hará, estoy seguro —dijo, aunque ni siquiera sabía de quien hablaba ella.

Una vez más tomó su cintura, haciendo que ella se abrazara a él, y emprendió vuelo —¿Dónde es?

—A cinco calles de la cafetería, es una de las casas más grandes de la zona.

Keigo supo cual era con verla, así que bajó junto con ella en la puerta.

—Gracias, pero debes irte, si te ve me meteré en problemas.

—Claro, ¿cuándo volveré a verte?

—Trataré de salir mañana.

¿Mañana? Era mucho tiempo.

—Vendré a verte en la noche —dijo, para luego irse volando.

Nozomi ya no pudo argumentar nada, solo pudo mirar como se alejaba, luego giró el picaporte y entro a su casa.

—¿Rai? Estoy en casa.

La vio salir de la cocina y caminó hacia ella con una expresión de reproche.

—Vienes tarde niña.

—Lo siento, se me pasó un poco la hora.

—Ya no importa, es bueno que estés aquí. Ven, vamos a comer galletas.

Asintió y caminó tras ella, aún podía sentir la emoción cosquilleando su cuerpo.

Se preguntaba a qué se refería con que vendría a verla en la noche.
**
Sabía que Rai estaba en su cuarto, posiblemente leyendo un poco antes de dormir profundamente, fue ella quien inculcó en ella el hábito de la lectura.

Mientras ella se preparaba también para dormir, lo que le había dicho Keigo aún daba vueltas en su cabeza, aunque también la asaltaba el pensamiento de que quizá nunca lo volvería a ver.

Mientras apagaba la luz de su cuarto, y dejaba solamente encendidas las pequeñas lámparas que tenía, vio una sombra en su balcón, por sus alas supo quién era y no pudo evitar alegrarse.

Fue hasta la ventana para abrirla, cuando lo hizo, él dijo:

—Respóndeme con sinceridad, ¿tenías fe en que vendría?

—Supongo que un 50/50 —se encogió de hombros —ven, pasa, pero no hagas mucho ruido, Rai debe estar aún despierta.

—Por ¿cierto quien es Rai? —preguntó ya dentro, mirando todo lo que le permitían las pequeñas lámparas qué tenía la joven en el cuarto.

𝘓𝘪𝘣𝘦𝘳𝘵𝘢𝘥 𝘥𝘦 𝘚𝘦𝘯𝘵𝘪𝘳 ━━━━━ 𝘒𝘦𝘪𝘨𝘰 𝘛𝘢𝘬𝘢𝘮𝘪  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora