Capítulo 3

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Voy caminando por un bosque espeso; el suelo está cubierto de hojas secas que crujen bajo mis pies descalzos. Camino sin rumbo, perdida entre el vasto bosque que desconozco, una sensación de incertidumbre va guiando mis pasos sin un rumbo específico. A lo lejos, veo la figura de una niña. Es pequeña, su cabello negro contrasta con su piel blanca, su vestido negro está sucio de lodo y algo rasgado, está de rodillas frente a una lápida. Se da vuelta y sus ojos están irritados, como si hubiera llorado por horas, están llenos de tristeza.

- ¿Quién eres? - Le pregunto, pero mi voz suena distante, como si no pudiera llegar a ella.

La niña no me responde y vuelve a voltear para seguir mirando la lápida, no logro ver el nombre que está inscrito en ella. Volteo para mirar hacia un lago cristalino y empiezo a caminar hacia allí, pero cuanto más me acerco, más pesado se vuelve el aire y más oscura se torna el color del agua. Finalmente, llego a la orilla del lago y veo un pequeño remolino formándose, me concentro en su movimiento y cada vez va creciendo más y más, me agacho para mirarlo y alguien me empuja dentro. Grito de manera desesperada tratando de luchar contra el remolino, el agua no me permite respirar y lanzo manotazos para no hundirme, pido ayuda, pero no creo que haya alguien que pueda ayudarme, en ese momento alcanzo a ver cómo un hombre toma de la mano a la niña y voltean a mirarme, pero el rostro del hombre no es claro, luego se van y el remolino me hunde por completo.

- Estás en peligro - Las palabras se hacen eco sucesivamente - Busca las respuestas.

El aire falta en mis pulmones, una sensación de ardor y dolor en mi pecho me invaden, sigo luchando por salir mientras que el pánico y la desesperación parecen hundirme más, una presión intensa en la cabeza aparece y los manotazos ya son en vano, el poco aire que me queda está dando paso al agua.

Me despierto de golpe, respiro con dificultad y me atoro por las bocanadas de aire que tomo, mi corazón late frenético. Miro a mi alrededor, tratando de ubicarme en la realidad, se trataba de una pesadilla. Leviatán y Florence están recostados al pie de la camilla y se despiertan asustados al oírme toser, estoy en la enfermería.

- Estás bien Alice, todo está bien - Florence intenta tranquilizarme mientras Leviatán va por un vaso de agua.

- Toma - Me da el vaso de agua y pone su mano en mi espalda para ayudarme a tranquilizarme - Calma, estás bien Alice.

Tomo el agua nivelando mis nervios y miro a los chicos, sus rostros intentan transmitirme tranquilidad, así ha sido siempre. Puede que no recuerde mucho de mi pasado, pero a ellos los recuerdo a la perfección, la primera amiga que hice fue Florence, estábamos aún pequeñas cuando la vi por primera vez, fue en una clase de botánica mágica, teníamos que hacer crecer un tomate, algo tan simple un tomate y me salió mal, lo hice explotar y todos se burlaban porque había terminado con jugo de tomate en la cara, pero Florence se acercó y me dio un pañuelo que tenía en su bolsillo.

- ¿Quieres que te enseñe a hacerlo? - Asentí mientras limpiaba mi rostro y mis ojos estaban llorosos por sentir que no encajaba en este lugar.

Desde ese momento Florence me hizo su amiga, porque ella era quien siempre me buscaba, me incluía y estaba allí para hacerme sentir segura. A Leviatán lo conocimos después, era el estudiante más extrovertido y genial de la academia, hijo de miembros del consejo de brujas, todos querían estar con él.

Lo conocimos durante una clase de defensas mágicas. Florence y yo estábamos luchando por mantener un escudo protector cuando de repente nuestra barrera se rompió dejándonos expuestas al ataque y justo cuando pensábamos que estábamos perdidas, apareció Leviatán, con su carisma arrollador y una sonrisa confiada y desvió el ataque.

- Creí que necesitaban una mano - dijo con una risa mientras nos volteaba a ver.

- Lo teníamos controlado - respondió Florence que no podía admitir que alguien más lo había hecho mejor que ella.

Detrás de la escoba: El legado de una brujaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora