Capítulo 8

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- No.

- ¿Entonces por qué me seguiste? - Pasé por completo de luchar con mis deseos a una sensación de ¿vergüenza? ¿Acaso estoy avergonzada por lo que ha pasado?

- Te vi hablando con alguien.

- Como ves no hay nadie más aquí que tú y yo - Mira alrededor con burla mientras se abotona la camisa sin ningún remordimiento presente.

Me voy del lugar dejándolo ahí y repito en mi cabeza una y otra vez ¿Qué demonios he hecho? Que me lleve Satán ya mismo, no tengo idea en qué pensaba al dejar que la situación llegara a tal nivel.

La luz tenue de la madrugada comienza a filtrarse entre los árboles avisando que ya pronto es hora de brujas, miro atrás y él viene ahí. Entro rápidamente antes de que pueda alcanzarme y voy a mi dormitorio, perdida en mis pensamientos me recuesto en la cama y mi mente traicionera me hace rememorar cada segundo de lo que había pasado en el bosque. Qué está pasándome, por qué demonios no puedo sacarlo de mi cabeza.

Me digo a mí misma que no siento nada por él, que es solo una fascinación por lo prohibido, algo que no permitiré. Pero recuerdo que cada vez que lo veo, mi corazón se acelera y mis palabras parecen salir corriendo porque cuando intento usarlas no están. La contradicción es insoportable.

La noche sigue pasando en silencio hasta que las campanas suenan y todos debemos salir de los dormitorios al jardín de los altares y efigies. Me percato que mi vestido está sucio de tierra y maldigo, me pongo la túnica negra encima. Salgo para dirigirme allá, todos están con cara de recién despiertos caminando uno tras otro.

- ¿Oye dónde estabas? - Florence hala mi brazo al verme, el despertar y no verme en la cama la tuvo que haber inquietado - ¿Por qué te fuiste?

- Eh... me desperté un poco antes y fui por mi túnica.

- Ah sí, no la sacamos antes de ir a dormir - Mi respuesta parece haber sido suficiente para calmar la intriga de Florence, si tan solo mis respuestas tuvieran el mismo sentido cuando es Kedwyte quien pregunta.

Este ritual será para la elección de la candidata para el Hieros Gamos, la sacerdotisa será quien elija a la candidata más apta. Los aprendices estaban en pleno bullicio, comentando por aquí y por allá quién sería la elegida, las candidatas jóvenes se preparaban para la ceremonia con el mayor entusiasmo. Las farolas que nos alumbraban brillaban con una luz mágica, y la emoción del momento parecía tener sonido propio.

Yo estaba entre las candidatas, pero mi emoción no era la misma, divagaba en los pensamientos aún revueltos por el encuentro no tan lejano que había tenido. ¿Daba acaso ese encuentro alguna posibilidad de ser la elegida? Por Satán, ¿Acaso estoy considerando ser elegida?

Kedwyte parece observarme, más bien juzgarme, desde la distancia. Los interrogantes siguen apareciendo en mí, ¿Por qué consideraría ser elegida si el solo hecho de imaginarlo tan cerca me genera estragos?

Lady Margaret nos viste con túnicas blancas con un chasquido antes de iniciar, nos alineamos alrededor del altar de la sagrada fuente, mientras los brujos recitan antiguos cánticos. La ceremonia comienza y las velas se encienden alrededor delimitando el círculo, la gran sacerdotisa toma su lugar para dirigirse al aquelarre.

- Hoy elegimos a la que llevará el manto de la deidad femenina, la que será bendecida con el honor ancestral - Proclama la gran sacerdotisa.

No sentía calma ni nervios, como si el encuentro con Kedwyte fuera lo único que tomara toda mi atención. La gran sacerdotisa alza la voz conjurando lenguas antiguas para pedir discernimiento y elegir con certeza a la candidata perfecta para la ofrenda.

Detrás de la escoba: El legado de una brujaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora