Detrás de la escoba: El legado de una bruja

Capítulo 7

Corremos sin detenernos, sintiendo el viento frío, dificultando nuestra respiración. Nuestros corazones laten a mil por hora, resonando en nuestros oídos mientras nuestros pies amenazan con tropezar. Las sombras de la noche parecen alargarse, amenazándonos con cada paso. Ya estábamos a unos pasos, podía verla iluminada tenuemente por las antorchas en la entrada, la imponente edificación construida en piedra oscura rodeada de árboles retorcidos cubiertos de la niebla perpetua que le daba ese toque tenebroso.

Finalmente, traspasamos las puertas de la academia y las cerramos de un golpe, nos derrumbamos de agitación y miedo contra la pared, tratando de recuperar el aliento. Florence me mira, con los ojos reflejando preocupación y confusión.

- ¿Nos siguió hasta aquí? - Me pregunta.

- No lo sé - Me acerco a las puertas y las abro un poco para verificar si está ahí. Efectivamente, ahí se encuentra, a una distancia prudente, observando con sus manos entrelazadas detrás de su cuerpo, en posición de observador. Un escalofrío me recorre y cierro nuevamente - Sí, nos siguió.

- Debe estar loco.

Seguimos aquí detrás de la puerta, intentando controlar la respiración, mirando a un punto fijo. Cada una de nosotras debe estar inmersa en sus pensamientos; por mi parte estoy pensando en todo y a la vez en nada. En completo silencio nos vemos fijamente sin saber qué decir. Después de unos minutos así vamos al pasillo de los dormitorios para tomar un poco de agua.

El bebedero está hecho de un cristal transparente y un cáliz se llena cuando te acercas. Se dice que esta agua no solo sacia la sed, sino que revitaliza la energía mágica. Además, responde al toque de quien pone sus manos alrededor del cáliz, cambiando de temperatura o incluso de sabor, adaptándose a las necesidades y deseos de cada uno. Está protegida por un hechizo de purificación continua, asegurando que siempre esté en su estado más puro.

- ¿Crees que sea cierto lo que dijo de tu padre? - Dice al poner el cáliz en su lugar.

- No lo sé - Me concentro en el agua fría con sabor a cereza que saboreo para calmar la sed.

- Tal vez todo esto tenga una explicación.

- Ujum - Solo emito un pequeño sonido, no tengo ninguna palabra en mente, estoy generando nuevas preguntas en mi cabeza cada segundo. Tantas incógnitas que me rodean y me molesta no tener respuestas, no saber quién soy.

- Ahora necesitamos descansar, este día ha sido demasiado ¿Quieres que durmamos juntas? Digo, para no pasar el susto solas - Asiento.

Dormimos juntas con la idea de hacernos compañía, el susto había sido grande y Florence suele ser un poco miedosa, creo que lo hacemos más por ella que por mí. Nos dirigimos al dormitorio de Florence, cerramos la puerta con llave, nos ponemos algo cómodo, ella me presta una de sus batas y nos metemos a la cama.

Este dormitorio es bastante familiar para mí, crecí teniendo pijamadas con Florence aquí, pasando las tardes envueltas en risas y libros, durmiendo juntas para evitar las pesadillas que se asomaban a atormentarnos, llorando y consolándonos la una a la otra cuando los días se hacían muy pesados.

La oscuridad de la habitación parece menos aterradora con Florence allí. Nos abrazamos antes de dormir buscando tranquilidad ante el torbellino de revelaciones.

- Todo va a estar bien Alice.

- Sí, todo va a estar bien - Respondo para convencerme más a mí que a Florence, se acomoda en su lado de la cama y nos fuimos sumiendo en el sueño, el mío, sin embargo, era un sueño inquieto con las preguntas y los miedos a flor de piel.

Después de un sueño muy corto me despierto en medio de la noche, sintiendo la incertidumbre de esta, ahora a pesar de estar durmiendo con Florence no puedo encontrar paz en el sueño. Imagino que las sombras se mueven desesperadas por hundirme en ellas, doy vueltas en la cama con miedo de levantar a Florence. Incapaz de volver a dormir, me levanto y abro la ventana, seguido, la brisa fría de la madrugada me acaricia el rostro.